2010: De un año de Inexistencia Política a la salvación. Gonzalo Wielandt

Esta coyuntura, por lo tanto, exige sabiduría e inteligencia estratégica para enfrentarla. La democracia cristiana debe recuperar su eje en el centro político, pero no cualquier centro, sino que un centro con identidad, ya que el desplazamiento hacia la izquierda le ha extinguido su identidad. Esta identidad consiste en tener conciencia de los procesos y hechos sociales que acaecen y la necesidad de acercarse a la comunidad organizada para iluminar sobre ellos y conducir su desarrollo. Eso es el ser de vanguardia de la democracia cristiana. Es decir, un centro que conduce en pos del bien común y no en pos de atavismos políticos añejos y fracasados. Esta identidad de vanguardia, no es cualquier vanguardia, no es de izquierda, no es de mera burguesía, no es proletaria; es de vocación nacional y popular que exige del Estado el asumir responsabilidades sociales y la promoción de la participación comunitaria. O sea, se trata de un centro de vanguardia social-comunitaria.
La democracia cristiana tiene en su próxima elección de directiva nacional varias disyuntivas. Una de ellas es directamente volver a ser democracia cristiana o seguir siendo esclavos de la historia. Esto es, libertad o esclavitud. Otra disyuntiva es respetar o no respetar la inteligencia, respetar o no respetar potenciales liderazgos, respetar o no respetar potenciales figuras de proyección. Esto implica tareas de alto sacrificio de no seguir mediocremente exterminando el futuro de la democracia cristiana, favoreciendo serviles intereses corporativos clientelares y egoístas.
Pudiésemos seguir enumerando disyuntivas, pero creo que estas son elementales para superar el comportamiento básico que hoy predomina en la democracia cristiana.
La democracia cristiana tiene el desafío por lo tanto de ser consecuente con su historia y coherente con su proyecto de bien común. Es por ello, que la principal preocupación es salvar a la democracia cristiana, darle vida a su militancia, darle esperanza a los camaradas y, sobre todo al pueblo de Chile. Este desafío debe estar apoyado en el mensaje humanista cristiano. En el mensaje de que algo puede ocurrir donde nadie espera que ocurra.
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