Gobierno, Estado y Privados: las lecciones del terremoto-maremoto. German Diaz
Luego del terremoto-maremoto del sábado 27 de febrero la solidaridad ha brotado generosa y maravillosamente, la juventud –¡cuando no!- ha demostrado que, por causas justas, está dispuestas a entregarse a los demás sin condiciones.
Genera esperanzas y admiración la facilidad con que estas nuevas organizaciones superaron las viejas estructuras, los partidos políticos, fueron sobrepasados y la sociedad civil simplemente salió rauda a ayudar sin esperar reuniones ni nada. Nuestra juventud ha respondido con creces, la vida de estos jóvenes voluntarios, quedará marcada con los valores de la solidaridad, la justicia y el servicio público.Precisemos, que entre más justicia social tiene una sociedad, menos drama sufrirán las personas. La codicia de las constructoras no puede imponerse ofreciendo edificios inseguros que colapsan y causan muertes. O, puentes como el de Vespucio Norte porque empresas extranjeras no cumplieron la normativa nacional. El Bien Común no puede quedar subyugado al interés económico.
El terremoto/maremoto desnudó las falencias de las principales estructuras del país, hay que buscar las fallas en el Estado, los Privados y el Gobierno.
El Estado debe ser el garante del Bien Común y, en el proceso de reconstrucción que viene, el Estado deberá garantizar a lo menos, servicios básicos de calidad.
La catástrofe causó una crisis de seguridad que -la muerte de 497 personas y la desaparición de otras centenas, la destrucción de edificios, viviendas e infraestructura vial, en varias regiones- no ha permitido analizarla para corregir a futuro las fallas producidas en esta materia.
A pesar que cuesta tocar estos temas entre tanta solidaridad, habrá que decir, que se demostró lo riesgoso que es que cierto servicios fundamentales sean entregados al sector privado y que el Estado abdique de la responsabilidad ética que ellos funcionen, como agua, electricidad, conectividad, comunicaciones y, que otros servicios básicos, como viviendas o infraestructura, colapsen. Si el Estado nos es garante se produce una crisis de seguridad.
Este terremoto/maremoto fue una sacudida que nos despertó y nos mostró lo feo que escondía una sociedad adormecida. Mostró las fracturas sociales latentes, el caos de estos días, hacía que la solidaridad se confundiera con los saqueos y, la ayuda con la incomunicación.
Tras el daño material, apareció el daño social y político. Orgullosos de liderar los ranking económicos latinoamericanos, los primeros en entrar a la OCDE etc,…… fuimos zamarreados y lanzados al suelo……..teníamos una imagen subsidiada.
Ni la experiencia sísmica que tenemos nos salvó, Chile, en su historia ha sufrido unos 70 sismos importantes. Ese es otro ranking: el terremoto de Valparaíso en 1906, de 8,3º Richter que derribó la ciudad mató a 3.500 personas. Está el récord mundial del 22 de mayo de 1960, en Valdivia, con 9,5º Richter, 2 millones de personas sin casa y 5.0000 muertes.
El país tiene más de 50 mil muertos por terremotos en toda su historia y, sin embargo, cada vez que ocurre uno: no estamos preparados.
¿Dónde están los planes de seguridad y coordinación aprendidos de esos 50 mil muertos?
180 segundos nos cambiaron bruscamente, nos descoordinaron e incomunicaron. Pilotos que no estaban en su sitio, teléfonos satelitales inexistentes, marinos que no sabían inglés y nunca entendieron el aviso de Hawai, comité de crisis inexistente, Onemi sin medios, Oremis con dos funcionarios, incluido el chofer,…… faltó organización y prevención.
El Estado fue sorprendido. Las constructoras privadas, buscando el lucro, habían construido, casas, edificios, puentes y carreteras bajo las normas con materiales baratos y malos. El Gobierno, pese a que termina dando explicaciones, al final, es el único que da la cara. El Congreso Nacional, pasa desapercibido en su responsabilidad por las blandas leyes de construcción aprobadas, por los presupuestos mezquinos que recortan la prevención, por ejemplo, la Universidad de Chile es la única universidad que tiene un Instituto Sismológico, sin embargo no cuenta con recursos para investigar. La Onemi solo existe en Santiago con 70 funcionarios. El excesivo centralismo, la mató. En regiones, las Oremis tienen uno o dos funcionarios, que, obviamente, solo pueden trabajan 8 hs. o sea, la instutición no existe.....¿que puede hacer un funcionario y su chofer?.
Tan enquistado está el centralismo, que algunos alcaldes y alcaldesas solo se dedicaron a pedir ayuda a Santiago.
Bastaron 180 segundos para que todo cambiara.
Cambia todo cambia // pero no cambia mi amor // por más lejos que me encuentre // ni el recuerdo ni el dolor // de mi pueblo y de mi gente // y, lo que cambió ayer // tendrá que cambiar mañana (Julio Numhauser)
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Genera esperanzas y admiración la facilidad con que estas nuevas organizaciones superaron las viejas estructuras, los partidos políticos, fueron sobrepasados y la sociedad civil simplemente salió rauda a ayudar sin esperar reuniones ni nada. Nuestra juventud ha respondido con creces, la vida de estos jóvenes voluntarios, quedará marcada con los valores de la solidaridad, la justicia y el servicio público.Precisemos, que entre más justicia social tiene una sociedad, menos drama sufrirán las personas. La codicia de las constructoras no puede imponerse ofreciendo edificios inseguros que colapsan y causan muertes. O, puentes como el de Vespucio Norte porque empresas extranjeras no cumplieron la normativa nacional. El Bien Común no puede quedar subyugado al interés económico.
El terremoto/maremoto desnudó las falencias de las principales estructuras del país, hay que buscar las fallas en el Estado, los Privados y el Gobierno.
El Estado debe ser el garante del Bien Común y, en el proceso de reconstrucción que viene, el Estado deberá garantizar a lo menos, servicios básicos de calidad.
La catástrofe causó una crisis de seguridad que -la muerte de 497 personas y la desaparición de otras centenas, la destrucción de edificios, viviendas e infraestructura vial, en varias regiones- no ha permitido analizarla para corregir a futuro las fallas producidas en esta materia.
A pesar que cuesta tocar estos temas entre tanta solidaridad, habrá que decir, que se demostró lo riesgoso que es que cierto servicios fundamentales sean entregados al sector privado y que el Estado abdique de la responsabilidad ética que ellos funcionen, como agua, electricidad, conectividad, comunicaciones y, que otros servicios básicos, como viviendas o infraestructura, colapsen. Si el Estado nos es garante se produce una crisis de seguridad.
Este terremoto/maremoto fue una sacudida que nos despertó y nos mostró lo feo que escondía una sociedad adormecida. Mostró las fracturas sociales latentes, el caos de estos días, hacía que la solidaridad se confundiera con los saqueos y, la ayuda con la incomunicación.
Tras el daño material, apareció el daño social y político. Orgullosos de liderar los ranking económicos latinoamericanos, los primeros en entrar a la OCDE etc,…… fuimos zamarreados y lanzados al suelo……..teníamos una imagen subsidiada.
Ni la experiencia sísmica que tenemos nos salvó, Chile, en su historia ha sufrido unos 70 sismos importantes. Ese es otro ranking: el terremoto de Valparaíso en 1906, de 8,3º Richter que derribó la ciudad mató a 3.500 personas. Está el récord mundial del 22 de mayo de 1960, en Valdivia, con 9,5º Richter, 2 millones de personas sin casa y 5.0000 muertes.
El país tiene más de 50 mil muertos por terremotos en toda su historia y, sin embargo, cada vez que ocurre uno: no estamos preparados.
¿Dónde están los planes de seguridad y coordinación aprendidos de esos 50 mil muertos?
180 segundos nos cambiaron bruscamente, nos descoordinaron e incomunicaron. Pilotos que no estaban en su sitio, teléfonos satelitales inexistentes, marinos que no sabían inglés y nunca entendieron el aviso de Hawai, comité de crisis inexistente, Onemi sin medios, Oremis con dos funcionarios, incluido el chofer,…… faltó organización y prevención.
El Estado fue sorprendido. Las constructoras privadas, buscando el lucro, habían construido, casas, edificios, puentes y carreteras bajo las normas con materiales baratos y malos. El Gobierno, pese a que termina dando explicaciones, al final, es el único que da la cara. El Congreso Nacional, pasa desapercibido en su responsabilidad por las blandas leyes de construcción aprobadas, por los presupuestos mezquinos que recortan la prevención, por ejemplo, la Universidad de Chile es la única universidad que tiene un Instituto Sismológico, sin embargo no cuenta con recursos para investigar. La Onemi solo existe en Santiago con 70 funcionarios. El excesivo centralismo, la mató. En regiones, las Oremis tienen uno o dos funcionarios, que, obviamente, solo pueden trabajan 8 hs. o sea, la instutición no existe.....¿que puede hacer un funcionario y su chofer?.
Tan enquistado está el centralismo, que algunos alcaldes y alcaldesas solo se dedicaron a pedir ayuda a Santiago.
Bastaron 180 segundos para que todo cambiara.
Cambia todo cambia // pero no cambia mi amor // por más lejos que me encuentre // ni el recuerdo ni el dolor // de mi pueblo y de mi gente // y, lo que cambió ayer // tendrá que cambiar mañana (Julio Numhauser)
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