martes, febrero 02, 2010

La estrategia de la cooptación. Rodolfo Fortunatti.

Al ritmo estival que están tomando los acontecimientos, la democracia de los acuerdos y la oposición constructiva se impondrán gradual, pero sostenidamente, por la vía de los hechos consumados. Sin que medie debate, pronunciamiento, ni reconversión en los partidos. Y sin que se haya decidido nada parecido a un diseño estratégico en la Concertación.
Así lo demuestra la voluntad de altos personeros de confianza de permanecer en la administración, y de continuar representando al gobierno de Sebastián Piñera en los organismos internacionales y en las misiones de ayuda. El Presidente electo se ha propuesto convocarlos a una «nueva transición» ―de ocho años, según ha dicho―, que los distinguidos por la nominación no desaprueban, y más bien aceptan de buen grado.
Incluso el presidente de Renovación Nacional ha sido desafiante al sostener que su colectividad está proponiendo los nombres de tres militantes de la Concertación, uno de ellos ministro en ejercicio. Y se cree que a partir de marzo varios más seguirán este camino. La Democracia Cristiana ya ha dado una señal clara al advertir que serán separados de la tienda aquellos militantes que acepten cargos de ministros, subsecretarios, jefes de servicios, superintendentes y seremis.Es altamente probable que en Parlamento también se diluyan las fronteras que separan a las dos grandes coaliciones. En cierto modo, esto ha sido anticipado por los frustrados acuerdos del radicalismo con la derecha para concordar la mesa de la Cámara de Diputados, y de parlamentarios democratacristianos con sus pares de la Coalición por el Cambio, para configurar la mesa del Senado, amén del reciente pacto suscrito entre el PRI y RN.
Existen condiciones objetivas que conspiran contra la unidad de la oposición. Una de ellas, son los quórums necesarios para legislar. Así pues, para aprobar normas legales interpretativas de la Constitución, se precisan tres quintos de los parlamentarios en ejercicio, o sea, 72 diputados y 23 senadores. Las normas orgánicas constitucionales requieren el voto de cuatro séptimos, es decir, 69 diputados y 22 senadores. Las de quórum calificado, demandan la mayoría absoluta: 61 diputados y 20 senadores. Y las leyes de indultos y amnistías, exigen el concurso de 80 diputados y 26 senadores. Ello podría dar origen, no a una, sino a varias oposiciones, dependiendo con qué partido o sector, y en función de qué propósito, se legisle.
Otra circunstancia que favorece la fragmentación, es la pérdida de cohesión y articulación de los partidos de la Concertación tras la derrota del 17 de enero. Su consistencia es bastante floja comparada con la exhibida por los partidos de la Alianza durante los últimos dos años, periodo en el cual no han sufrido rupturas y, por el contrario, han allegado nuevas fuerzas, como el PRI, Chile Primero y sectores socialcristianos, a su torrente.
Piñera y la derecha están ganando la partida y, si la Concertación no reacciona a tiempo, serán ellos, desde el gobierno, los que digiten y orienten el curso de la renovación, la refundación o la regeneración de los partidos.
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