sábado, febrero 13, 2010

Gente linda al poder. Fernando Villegas

La fotografía del primer gabinete del nuevo Presidente que publicó La Tercera, el miércoles, a todo lo ancho de la página, señala incluso en ese plano, el de la mera apariencia, que el país se apresta a experimentar los aciertos y/o errores no sólo de una nueva coalición de gobierno, de otro grupo de políticos y profesionales, sino de una muy distinta colectividad social y cultural, de una sección de Chile diferente a la que nos gobernó por dos décadas.
Digámoslo con todas sus letras: esos 23 hombres y mujeres que posaron para la foto son miembros de hecho y de derecho de la "gente linda". Feo y políticamente incorrecto es decirlo, pero el hecho indesmentible es que todos provienen de un stock étnico que genera individuos -en promedio- diferentes a la población en general, de ahí ese apelativo. Las señoras podrían perfectamente ser un grupo de ex alumnas del "Villa María" y los caballeros, por su parte, un alegre grupo de veraneantes en el curso de un asado en Zapallar o en Cachagua.......Comparados con la primera y la enésima foto de los sucesivos gabinetes de la Concertación, la cosa salta a la vista. Pero si acaso no bastara lo que nos revela esa "apariencia", la cual, en Chile, sociedad de castas en más de un sentido, suele ser suficiente para ubicar el origen de clase de un ciudadano, los antecedentes curriculares de los miembros del gabinete reflejan contundentemente que encaramos no a un nuevo grupo de políticos, sino a una distinta elite.
Datos y comparaciones
En efecto, ésta, la que ahora nos gobernará -desde el gabinete hasta dos o tres escalones más abajo de la pirámide gubernamental- está constituida por un grupo humano muy particular. Es el de la clase alta. Hablamos de individuos con mucha plata y exquisitos en su sastrería. Hablamos de personas que residen en Las Condes, La Dehesa o Vitacura, se transportan en SUV de $ 15 millones para arriba, estudiaron en colegios privados caros y son casi siempre vástagos de padres, abuelos y bisabuelos que ya eran parte del club del poder y el privilegio. Para decirlo de otro modo, el gabinete está mayoritariamente conformado por ciudadanos de la clase propietaria, dueños o al menos encumbrados gestores de la tierra, la industria, el comercio y las finanzas. De ese origen habla la historia privada de cada cual: la gran mayoría estudió en la Católica, sacaron costosos postgrados en universidades norteamericanas, tienen uno o dos apellidos de origen no hispánico, son hijos e hijas y padres y madres de una primera y única familia que se preserva contra viento y marea por ser ancla de pertenencia social, son prolíficos -tienen 4,5 hijos en promedio-, católicos observantes, profesan valores tradicionales, pertenecen a clubes cuya membresía ha de ser comprada a precios astronómicos y sus creencias respecto de cómo funciona este valle de lágrimas orbitan alrededor de los dogmas de la "economía de mercado".

Compárese todo eso con los rasgos de los miembros de la elite de la Concertación. Eran exactamente su opuesto. Son casi siempre hijos e hijas de clase media, estudiaron en liceos fiscales, luego "en la Chile" y fueron primero políticos y sólo después profesionales de algo a menudo jamás ejercido y hace tiempo olvidado; si acaso sacaron postgrados fue rancia crema pastelera aplicada tardíamente al bizcocho. Fuera de eso sufrieron alguna forma mayor o menor de persecución durante el régimen militar, -más bien menor o no vivirían en goce de plena salud-, tuvieron una fase a veces prolongada de beatería marxista, se han separado una o dos veces, tienen pocos hijos, carecen de convicciones religiosas -salvo la sub-sección democratacristiana- y se consideran concesionarios vitalicios y exclusivos del progresismo.
Caracteres y tareas
No hay grupo o individuo que no sea útil en las circunstancias adecuadas; La Bruyére, que escribió sobre los diversos caracteres como se manifiesta la diversidad de la raza humana, se hubiera deleitado a la vista de estos dos tipos humanos tan polares, contradictorios, tan dotados para tan diferentes tareas. Los de la Concertación estaban ni que mandados a hacer para la misión de reconquistar la democracia sin que en el proceso se volcara la sopera, para, en suma, ejercitar todas las proezas de equilibrismo político necesarias para mantener la paz social. Los actuales, más energéticos que compasivos, puede que estén hechos a la medida para lo que se requiere ahora, crecimiento en eficiencia grande y en serio. No hay elite que sirva para más de una tarea y muchas ni siquiera logran eso. La de la Concertación hizo la suya. Veremos qué consigue ésta.
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