jueves, diciembre 24, 2009

PARA DESPERTAR TRANQUILOS EL 18 DE ENERO, VOTEMOS REFLEXIVAMENTE EL 17.JOSÉ GALIANO H. (aporte enviado por M.Roman)

Desde hace cuarenta años, que no se presentaba en chile un acto eleccionario – entre los que han sido legalmente correctos – que fuera además muy incierto en sus resultados y de alta trascendencia histórica, que la elección del Domingo 17 de Enero próximo. Porque exactamente, habrán transcurrido 39 años, 4 meses y 13 días, desde el 4 de Septiembre de 1970, fecha en que Salvador Allende venció en las urnas, por algo más de 32.000 votos, al representante de la Derecha Jorge Alessandri. En 3er. lugar y también a escasos votos de Alessandri, postuló Radomiro Tomic, apoyado por la Democracia Cristiana y el Partido Democrático de Chile.
Los dos primeros plebiscitos convocados durante la dictadura fueron meros actos teatrales multitudinarios, organizados por los dirigentes de la Derecha, para satisfacer las ansias de poder y las apariencias de legitimidad que abrumaban al dictador, cuyo régimen pervertido y cruel había sido inaugurado con el bombardeo a la Moneda. Y aunque parezca increíble, la Constitución que durante 30 años, sigue limitando nuestra soberanía y rigiendo nuestra convivencia, fue dada por aprobada en el segundo de esos plebiscitos tortuosos; sin registros electorales, bajo estados de emergencia y con miles de ciudadanos encarcelados por razones políticas. El 3er. acto eleccionario convocado durante el régimen de facto cumplió al menos, con la exigencia elemental de un referéndum; y por eso fue posible que ganara el NO, a la continuación del dictador en el poder. Hubo registros electorales – lo que impedía votar dos veces – y no se encontraba vigente el “Estado de Sitio ni de Emergencia”, como había ocurrido en los dos plebiscitos anteriores. Pero en este último, como en todas las elecciones que han tenido lugar en democracia, desde 1989 hasta el 2006, además de haberse cumplido con las exigencias elementales de la legitimidad, sus resultados fueron siempre previsibles. Porque nadie ha dudado, que la preservación de la democracia, sólo está segura en manos de quienes la reconquistaron y no en quienes promovieron su destrucción y sirvieron la dictadura durante 17 años.
....En cambio, en el acto eleccionario del Domingo 13 los sufragios obtenidos por cada uno de los 4 candidatos fueron inesperados. Los pronósticos de las encuestas no resultaban creíbles; y no se advertían razones prácticas, ni menos ideológicas, para que la Concertación Democrática descendiera, en la primera vuelta, del 46% - que había sido su votación habitual – al 30%.
Este resultado, que obviamente carece de fundamentos ideológicos, sólo se explica matemáticamente en el alto número de sufragios que obtuvo Marco Enríquez Ominami; diputado Socialista y escindido de la Concertación, sólo a raíz del acuerdo de su partido precisamente, para la designación del candidato a la Presidencia, para el período 2010 – 2014. Esto significa que una disidencia interna en un partido político, ha trascendido al nivel de las más altas decisiones nacionales.
Pero esta realidad, que es producto del proceso destructivo de la conducta social y de la difusión obsesiva del fundamentalismo individualista que desencadenó la Derecha a través del Dictador – como la desarticulación del sindicalismo, la virtual eliminación de los Colegios Profesionales, la descalificación legal de los Partidos Políticos y la supresión de todo estimulo y garantía al cooperativismo entre otras innumerables ejemplos – está en la esencia de la dicotomía ideológica que separa a la Derecha de todos los demás partidos, que no son de Derecha; y que en correcta exégesis idiomática e histórica debieron llamarse genéricamente izquierda.
Sin perjuicio de sus respectivos matices, naturalmente más numerosos en la izquierda – que busca formulas eficaces para reducir las desigualdades – que en la Derecha, cuyas aspiraciones se reducen a mantener las condiciones que permiten mantenerlas y acentuarlas.
Pero este breve análisis solo ha tenido por objeto comprender mejor, la evidente y peligrosa similitud entre el acto eleccionario del 4 de Septiembre de 1970; y el que tendrá lugar el 17 de Enero de 2010. En ambos, su legitimidad formal es inobjetable; pero en el de hace 40 años, como el que tendrá lugar en 30 días más, sus resultados fueron y son inciertos y peligrosos. En el de 1970 podía ganar Alessandri, Allende o Tomic; y en el de 2010, podría ganar Piñera o Frei. En cuanto a lo peligroso, un breve recuerdo histórico nos permite atisbar el riesgo.
El 1° de Septiembre de 1970, en mi calidad de Secretario General del Comando de Radomiro Tomic, hice publicar en todos los medios de comunicación la siguiente advertencia: “Si quieres despertar tranquilo el día 5, vota el 4 por el 3” – (número de Tomic en la cédula electoral) –. Porque en el ámbito tensional de la guerra fría la intransigencia de la Derecha sería implacable – desde el gobierno o contra el gobierno – para acallar los afanes de la “Revolución en Libertad” que proclamaba la izquierda. Todos conocemos el grado de terror que desencadenó la dictadura promovida y asesorada por la derecha.
El marco internacional del 2010 está muy lejos de ser el campo de batalla o el pabellón de guerra de los conflictos internos. Pero en América Latina y particularmente en Sudamérica, casi todas las naciones han asumido posiciones progresistas, similares a las que representa en Chile la Concertación; y un movimiento solidario en defensa de los derechos humanos y a favor de los intereses comunes y recíprocos, se encuentra vigente y activo en toda América Latina. Un eventual gobierno de la Derecha es incompatible con la participación activa, destacada y confiable que ha tenido Chile en estos procesos convencionales de confraternidad Iberoamericana.
En cuanto a nuestra realidad interna, los cuatro gobiernos de la Concertación han venido creando un clima de tolerancia, de diálogo y de comprensión, que a un gobierno de derecha le resultaría imposible proseguir. En estos últimos veinte años no han faltado las huelgas – legales o ilegales – los paros de transportistas o de profesores, las protestas masivas de estudiantes, de trabajadores o de usuarios del Transantiago. Pero en todas – sin excepción ha habido plena disposición, de la autoridad y de los reclamantes a la interpretación racional de los motivos que las han inspirado; y aparte de los jóvenes iracundos o excéntricos que han desatado actos de violencia; nadie ha sido apresado, perseguido, expulsado ni golpeado por su participación.
El pueblo mismo, desde cada una de sus organizaciones, ha adquirido el hábito de ser también tolerante con las autoridades, comprendiendo que los conflictos son parte de la vida en comunidad; que nos obliga a relacionarnos con respeto de nuestra infinita diversidad.
Un eventual gobierno de Sebastián Piñera sería un gobierno de la Derecha; cuya ideología – en Chile y en el mundo – de implícito contenido individualista y no social, autoritario y no igualitario, tradicionalista y no evolutivo, autodecisivo y no tolerante; quebraría inevitablemente esa disposición a la convivencia pacífica, oyente en las discrepancias y respetuosa de las diversidades, que son la base de toda comunidad civilizada y participativa, y que ha costado reconstruir, después de 20 años de “guerra fría” y diecisiete años de “dictadura despótica e implacable”.
El Sr. Piñera no puede escapar a la ideología de la Derecha y ni siquiera lo ha pretendido. Su ocasional pretexto de haber votado por el “NO”, en el Plebiscito de 1988 – que sólo puede ser creído pero no constatado – no lo exime de su militancia en el liberalismo – que tomó el nombre de Renovación Nacional para descontaminar el concepto de Libertad – y que tuvo constante y directa participación en el régimen dictatorial. Más aún: según declaración pública de la Ministra de Justicia del dictador – Mónica Madariaga, recientemente fallecida – ella misma intervino ante los estrados judiciales para exonerar a Sebastián Piñera en el proceso por estafa al Banco de Talca. Posteriormente – y siendo su hermano José Piñera Echeñique Ministro de Trabajo y Previsión Social en los años 1979 y 1980 y de Minería en los años 1981 y 1982, una de las figuras más relevantes del régimen de facto, particularmente en el proceso de las privatizaciones de bienes del Estado y en la virtual atrofia del derecho universal a la sindicalización – también resultó generosamente favorecido Sebastián Piñera. Como resultado de la metodología enriquecedora del poder económico adquirió, a bajo precio, gran parte del paquete accionario que integra hoy su fabuloso patrimonio.
En los últimos 20 años, no sólo el gobierno de la Concertación ha sido tolerante, también lo han sido los trabajadores, los estudiantes, e incluso muchos empresarios; que han comprendido, que más allá de los intereses legítimos de cada uno de los sectores sociales está la vigencia del “Estado de Derecho”, del respeto generalizado de los Derechos Humanos y de convivencia pacífica dentro del respeto a la diversidad.
La derecha está ideológica e históricamente inhabilitada para proseguir en el amparo y estímulo de dicha convivencia.
“Si queremos despertar tranquilos el 18 de Enero, votemos el 17 de Enero por Eduardo Frei”.
JOSÉ GALIANO H.
ABOGADO D.D.H.H.
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