El nuevo escándalo producido en la asignación de becas para estudios en el exterior responde a la incapacidad de practicar adecuadamente la transparencia. La decisión de cambiar arbitrariamente la ponderación de los distintos elementos que influyen en el puntaje de los postulantes es inaceptable. Pero fue la falta de transparencia sobre los resultados de las evaluaciones anónimas, que incorporan consideraciones objetivas y subjetivas, lo que alimentó las dudas de algunos perdedores que se sentían poseedores de suficientes méritos.
Por cierto, el antiguo sistema de becas era mucho menos transparente. En su asignación reinaba la discrecionalidad total por parte de la autoridad. Eso llevó a que muchas becas se asignaran sin consideraciones estrictamente meritocráticas. Gracias a la decisión del gobierno de Bachelet de aumentar el monto y número de becas a partir de 2008, se avanzó sustancialmente en transparencia y se introdujeron principios más meritocráticos. Se incorporó la participación de evaluadores externos por distintas áreas. Su trabajo consistió en asignar puntaje a los diferentes elementos de la postulación de un candidato. Los evaluadores atribuyeron puntaje a los antecedentes académicos, la trayectoria laboral, las razones de la postulación, las cartas de recomendación, el proyecto de investigación doctoral o de maestría, y el nivel y calidad de la universidad. Participé como evaluador del proceso en 2009.
Pero los avances en transferencia resultaron insuficientes. Los evaluadores no sabíamos el número total de postulantes en nuestra área. Sólo teníamos acceso a información de postulantes que nos fueron asignados bajo desconocidos criterios. Aunque cada postulación fue entregada a dos evaluadores, algunos postulantes pudieron ser evaluados de forma más complaciente. Es verdad que resulta imposible que un evaluador externo revise todas las postulaciones de su área. Además, es inevitable que se mezclen criterios subjetivos con consideraciones objetivas al asignar puntaje. Como los evaluadores no podemos saber si los postulantes serán aceptados en las universidades que señalan como sus primeras opciones, debemos juzgar sobre intenciones y no sobre posibilidades reales de estudio. Todos estos son problemas insolubles, pero la transparencia en las evaluaciones ayudaría a mitigarlos.
Tanto los candidatos ganadores como los perdedores deberían tener acceso a resultados detallados de sus evaluaciones. Si pudieran recibir los resultados de cada evaluador y no sólo el promedio, los solicitantes también sabrían el nivel de discrepancia que tuvieron los evaluadores sobre las fortalezas y debilidades de sus postulaciones. También debiese hacerse públicos los puntajes específicos de los ganadores para que los que no obtuvieron beca pudieran comparar sus puntos fuertes y débiles. Los informes de los evaluadores debieran incluir las justificaciones de los puntajes atribuidos así como recomendaciones para que los postulantes se presenten en el futuro con mejores postulaciones, de la misma forma que se acostumbra hacer cuando se revisa anónimamente un artículo para su posible publicación en una revista académica.
La información hecha pública sobre los ganadores de becas también parece insuficiente. Al informar sólo la universidad, se oculta información sobre el programa específico al que postulará. Las buenas universidades tienen posgrados menos excelentes y hay excelentes programas en universidades cuyo ranking general es menos destacado. Aunque pudiera no ser razonable que se haga público, al menos los evaluadores debieran conocer la identidad de los evaluadores que revisaron las postulaciones ganadores, para así evitar que la autoridad asigne discrecionalmente postulantes favoritos a evaluadores benevolentes.
Las fallas de diseño e implementación en el programa Becas Chile evidencian que hay que seguir avanzando para promover la meritocracia y evitar la discrecionalidad que pueda ser usada para pagar favores políticos o privilegiar conexiones. Si bien hay un componente de subjetividad en toda evaluación sobre méritos, atributos personales y respecto a la capacidad para realizar exitosamente un programa de posgrado, una mayor transparencia en los criterios de evaluación y en los resultados de dichas evaluaciones ayudaría a despejar dudas. También contribuiría a que futuros interesados sepan mejor qué fortalezas y debilidades importan más al momento de postular a una Beca Chile. [+/-] Seguir Leyendo...
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