viernes, abril 03, 2009

Piñera: sin tener a quién echarle la culpa


Por Victor Maldonado.
Si Piñera no gana en primera vuelta, ya no ganará. Y si abre las alternativas en su sector, terminará por hacer una plantilla parlamentaria más compleja y disminuir sus posibilidades presidenciales.
Piñera está acumulando descontento en su entorno. Uno de los motivos más evidentes para esta reacción es su participación accionaria en FASA. Todos tienen algo de razón pero, desde luego, unos más que otros. Piñera puede aducir que es una participación mínima, por lo que se exagera su responsabilidad en el caso. Su entorno puede estar disgustado porque había previsto que este tipo de circunstancias se presentaría y había solicitado al candidato a que no diera lugar al más previsible de los ataques. Tienen razón Frei y los dirigentes de la Concertación, porque han puesto hincapié en la separación de la política de los negocios, algo que en Piñera se confunde a cada rato.
Parece evidente que el que tiene menos razón es el abanderado de RN. Ha quedado expuesto a las críticas en un área sensible, a sabiendas y por dilatar una separación real entre intereses económicos y pretensiones políticas. Es de su completa responsabilidad. Ha tratado de mantenerse en dos campos y se niega a optar. Como es inevitable si quiere mantener sus pretensiones políticas, no se sabe qué gana por mantener la impostura. Pero ahí está, expuesto a los ataques y acusando a sus contrincantes de supuestas conductas igual de inapropiadas, con lo que no logra nada y se enreda en una telaraña autofabricada. El candidato de derecha se defiende diciendo que desconocía su participación en FASA y que "hace mucho tiempo que estoy dedicado en cuerpo y alma a la candidatura y totalmente desligado de las empresas". Pero, ¿qué significan estas palabras? ¿Por qué ninguno de los partidos opositores las ha refrendado? ¿Por qué ellos insisten en aconsejarle que adelante la separación efectiva (y no sólo declarada) de sus intereses económicos? Saber actuar en oportunidad y forma adecuadas es el sello de los liderazgos más importantes, y Piñera no ha sabido entenderlo o no se ha podido controlar. Ha mostrado una falla importante y, tal vez, decisiva. Se le cree poco porque habla mucho, pero sin dar a sus palabras el debido respaldo en gestos y acciones efectivas. Si lo que le ocurre con FASA se repitiera en otras áreas, estaría en un auténtico problema.

Candidato con agenda nacional

La derecha ha de preguntarse cuánto puede proteger a un candidato que no hace nada por protegerse. La oposición no puede sino advertir que un eventual Gobierno de un personaje que gusta de cruzar la línea entre negocios y política la puede llevar a asumir posiciones arriesgadas. Es inaceptable la explicación del diputado Julio Dittborn, que dice que "el gran culpable de que Piñera no haya tomado una decisión es la Concertación, que se ha negado a discutir y aprobar la ley de fideicomiso ciego". Uno espera que alguien que aspira a ser Presidente haga lo correcto, simplemente porque es ético, no por una ley que lo obliga.

En la oposición preocupa la fuerte arremetida iniciada por Frei cuestionando a Piñera. No se puede enrostrar a un candidato que se dedique a hacer su trabajo exponiendo, lo mejor que puede, los puntos débiles de su contendor. Lo preocupante sería que no lo hiciera. Para que la competencia presidencial se dé en los mejores términos posibles, hay que dedicarse a los temas principales, al contendor principal y a la coyuntura que más concentra la atención pública. Es lo que está haciendo Frei y está obligando a Piñera a hacer lo mismo.

Hay que destacar que el senador DC ha mantenido una agenda nacional de temas prioritarios pese a estar concentrado en una primaria en O’Higgins y el Maule. Como la campaña nacional ha tenido amplia cobertura en los medios de comunicación, se puede decir que ésta ha empezado a adquirir una dinámica propia, que no depende del detalle de lo que ocurra en la primera versión de las primarias regionales. Dado que el liderazgo de Frei ya no está en discusión, posiblemente este proceso sea más ilustrativo de la fortaleza de los liderazgos parlamentarios locales de la Concertación que de la fortaleza del abanderado presidencial, en particular si los convocados a participar se identifican con el núcleo duro de la Concertación a nivel regional.

Las primarias nos darán una buena imagen de la efectividad del uso intensivo de medios locales (radio, prensa y TV regionales) para transmitir mensajes políticos en tiempo de campaña. Si tuviéramos que ser estrictos, deberíamos decir que este proceso ha permitido calibrar puntos débiles y fuertes de la organización del comando y la campaña. Es probable que una confianza excesiva debió ser reemplazada por un exigente trabajo de terreno. Nadie gana por predestinación, sino por transpiración, como diría Thomas Edison. Las primarias nos permitirán decidir respecto de una amplia cantidad de materias excepto aquello por lo cual fueron convocadas y que ya resulta conocido de antemano.

El coleccionista

Ahora Piñera tiene la palabra. Sabe que se ha metido en un zapato chino, y debe salir de él lo antes posible. Una de las formas empleadas en política para salir de un atolladero es cambiar de tema. El candidato de RN buscará este giro instalando la imagen de una negociación exitosa entre la Alianza y ChilePrimero que le muestre con una base que trasciende a la derecha. Nos espera un nuevo nombre para los mismos de siempre: la "Coalición por el cambio".

Habrá que ver si el candidato-empresario sabrá hacer bien una operación fina como ésta, si el socio escogido (o disponible) es adecuado y si esta asociación no termina por generar mayores anticuerpos que energía renovada. Dependerá de si Piñera se constituye en factor de unidad. Si cada vez que logra un acuerdo con un sector, éste termina por dividirse, de bien poco le habrá servido. Lo que está haciendo es convertirse en coleccionista de apariencias y poco más. La ampliación de la Alianza es más difícil de lo que parece. Asociarse a personalidades sueltas es posible (cuando éstas han quemado las naves y no pueden ir a otro lado), pero sumar un grupo organizado es otra cosa.

No hay que perder de vista que quienes están descontentos con la existencia de dos grandes bloques se sustentan sobre la promesa de superar a las alianzas "desgastadas y sin vinculación con los intereses reales de las personas". Cuando se llega a un acuerdo pragmático con uno de los "desgastados", siempre se producirán quiebres y, con ello, la desaparición del grupo emergente en cuanto alternativa y promesa de cambio. Puede que llegue el día en que la Alianza lamente con amargura haber hecho crecer a un supuesto socio. Es el problema de no saber establecer una estrategia adecuada a sus intereses. Si Piñera no gana en primera vuelta, ya no ganará. Y si abre las alternativas en su sector, terminará por hacer una plantilla parlamentaria más compleja y disminuir sus posibilidades presidenciales. Tal vez no le agreguen más votos, sino que distribuyan de modo distinto los que tiene. El salto a la derecha es demasiado largo para algunos. No es de extrañar que cuando en ChilePrimero el senador Fernando Flores prepara el pacto con la derecha, el diputado Esteban Valenzuela se desafilie, diciendo que "era imposible mentirme a mí mismo y terminar en un paco con la derecha".

Piñera ha empezado a bajar de apoyo en las encuestas. No tiene a quién echarle la culpa. Ha cometido errores y está pagando por ellos. Para superarlos tendría que tener la humildad de reconocerlos. El problema es que la humildad no se compra en un mall ni tampoco -perdonando la expresión- se vende en las farmacias.
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