Cuando todos se necesitan. Victor Maldonado.
Los partidos de la Concertación han dado un importante paso para competir con la derecha. Concordaron un cronograma que permitirá contar con un programa único, un candidato común definido en primarias y plantilla parlamentaria común. Los avances quedaron a cargo de equipos de trabajo a definir. Pero ya se sabe que -según el acuerdo- el plazo para las primarias sería la segunda quincena de abril. Si la mayor prueba para una coalición es su capacidad de llegar a acuerdos, la Concertación está mostrando su vigencia.
Lo interesante de la iniciativa es establecer un balance entre generación de ideas, definición del liderazgo y manifestación de equilibrios en la representación del poder parlamentario. Se puede seguir discutiendo, pero el rumbo privilegiado es el convergente. Lo importante es que se consideró que estos tres elementos son "vinculantes entre sí". No se puede dar los unos sin los otros. No obstante, si hubiera que leer el subtexto, debería concluirse que es evidente para todos que el acuerdo parlamentario es unificador de la Concertación y ayuda a despejar el resto. Aquí está el punto en que se cerrará o despejará el camino.
Es un típico esfuerzo político de esos que son más fecundos: un concienzudo trabajo previo; pocas filtraciones de entretelones en los diarios; acuerdos precisos con capacidad de llevarse a la práctica; superación de problemas acumulados; mejoramiento del clima interno; e identificar tareas con un propósito específico en un diseño general. Si se analiza el procedimiento, se verá que la prensa se enteró de las decisiones cuando ya están maduras y no de las sugerencias en verde. Eso ha tenido la ventaja de no debatir en público cualquier propuesta antes de saber si tiene apoyo, fundamento y proyecciones. En esta ocasión se ha empleado la forma ordenada de proceder.
Lo que se abre son tareas de gran magnitud. Habrá equipos trabajando en forma paralela. Obliga a velar porque sus conclusiones sean compatibles entre sí y converjan, en tiempo oportuno, a la unidad de propósitos. Son esfuerzos muy importantes, que requieren dedicación pero no son desgastadores. Es una diferencia con la conducta hasta la elección municipal, cuando primaron criterios de sobrevivencia y rendimiento partidario, incluso traspasando costos al vecino. El resultado, en relación con la derecha, fue el de una transferencia neta de poder. Se pueden seguir sacando cuentas particulares alegres pero no quita lo central.
Se acercan las definiciones presidencial y parlamentaria. Si se reincide, el resultado será una catástrofe. La clave son los acuerdos y ello se consigue cuidando que los socios vean salvaguardados sus intereses. La lógica se invierte: si no lo cuido a él, no me va bien a mí. Se ha llegado a reconocer que en la Concertación todos se necesitan. No es que se quieran con igual intensidad, pero nadie puede prescindir del otro. Es la lógica más elemental, pero nadie dijo que ella sea respetada en la vida pública. La exacerbación de intereses particulares ha sido cegadora y no siempre el campeón de la nanopolítica se maneja igual en la política grande. Hasta que acontece un percance y se recupera la compostura. No parece haber muchos dispuestos a cometer errores gruesos. Lo sorprendente es que la posibilidad de meterse en problemas no ha venido de debates relevantes sino de disputas nimias. Interesados en causar reyertas hay siempre y se debe ser precavido.
Los diarios de derecha parecen dedicados a generar literatura de intrigas destinada a la Concertación. El título común parece arrancado del horóscopo: "Alguien cercano está tratando de perjudicarte". Los autores de estos opúsculos esperan que en las maniobras se enreden y se inicie una reacción en cadena.
Está claro que hasta el más lúcido puede ser tomado desprevenido. Sinceramente, no se ve la necesidad de hacer caso de interpretaciones interesadas e inverificables. Cuando se empieza una guerra cruzada de declaraciones, alguien debe guardar silencio cuando le toque. Siempre habrá razones para contestar un ataque pero se ha de llegar a un punto en que hay más razones para detenerse que para seguir. Nada más fácil que caer en el paleteo de descalificaciones. Eso no quita que lo mejor que se puede hacer con un artículo malintencionado es responder con silencio bienintencionado. Anécdotas aparte, hay que decir que la Concertación parece capaz de superar los problemas grandes y pequeños que se le presentan. Ahora se ha de pasar a la etapa que sigue, donde todos dan un paso atrás para que las estrellas del espectáculo sean los candidatos presidenciales. Los dirigentes han de entender que lo que importa no son los entretelones de la decisión presidencial, sino la decisión presidencial misma. En última instancia, no los conflictos entre dirigentes, sino destacar las cualidades de los candidatos a dirigir a la nación. Procedimiento de definición presidencial, bases programáticas y acuerdo parlamentario son útiles si se encarnan en un candidato. Son las personas las que encantan, no la técnica política para llegar a acuerdos.
Sobre el mejor mecanismo para el candidato se llegó a una convicción amplia. El objetivo de un procedimiento como las primarias es captar el interés de la mayor parte de la ciudadanía. No hay modo de saltarse a la gente. Por eso es tan importante despejar la incógnita de entre quienes se ha de elegir. Los riesgos crecen cuando las figuras no están en primer plano porque se quedaron reflexionando si debieran participar o no. Con ello, de seguro, no trabajan para el entusiasmo generalizado.
Hay que tener un programa de Gobierno. Pero no son los programas los que gobiernan. Un mismo conjunto de ideas y políticas compartidas, pueden ser implementadas con diferencias apreciables por parte de los presidenciables más nombrados. Candidatos al Parlamento van a existir a todo evento. Pero la suma de individualidades no hace una apuesta política de fondo. El punto en común de cada uno de los aspirantes al Congreso es el candidato presidencial.
La definición del abanderado tiene que ver con las potencialidades futuras de un líder, sus posibilidades de crecer en apoyo. Hoy no hay apuestas seguras, conocidas con anticipación. Habrá que decidir contando con cierta incertidumbre, que no se disolverá sola. Nada de esto puede ser detectado por encuestas ni por acuerdos de cúpulas. El protagonismo a los protagonistas, que todo lo demás quede en un segundo plano.
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