miércoles, octubre 15, 2008

¿CONOCÍ A JAIME GUZMÁN?. Andres Rojo

Se ha producido una gran batahola por la posible asistencia de la Presidenta Bachelet a la inauguración de un monumento en homenaje al asesinado dirigente de la UDI Jaime Guzmán, y algunos piensan que su concurrencia es un gesto de nobleza hacia un adversario político que implica avanzar en el camino de la reconciliación, mientras otros consideran que en su rol de ideólogo de la dictadura Guzmán no merece un monumento siquiera o, al menos, que en su inauguración no se encuentren presentes las máximas figuras del país porque ello significaría darle patente de demócrata a alguien al que se le acusa de cómplice del dictador.
Como en todas las cosas, ambas posturas tienen argumentos a favor y pueden ser criticadas, pero a estas alturas es conveniente preguntarse quién conoció a Jaime Guzmán, el sujeto de toda esta controversia. Aunque me encuentro entre quienes sí lo conocieron, no puedo dar fe de su convicción democrática ni de su compromiso con la dictadura porque ambas actitudes pertenecen al fuero íntimo. Sí puedo decir que era un hombre inteligente y que fue asesinado, así como que tuvo actitudes que sirven tanto para fortalecer como para destruir su imagen. Estas circunstancias justifican el homenaje de sus adherentes y no justifican que sus adversarios estén obligados a reconocer sus méritos si no lo desean.
Cada sector político tiene sus figuras y es justo respetar que cada cual pueda hacerles los homenajes que estime prudentes porque, a fin de cuentas, el rol de las figuras ya desaparecidas es servir como factores de unidad e inspiración, y esa responsabilidad la cumple sin dudas Jaime Guzmán para la UDI. ¿Significa ese respeto que la Presidenta tenga que apersonarse en el acto de inauguración del memorial? No, como tampoco significa que pueda concurrir con total libertad a actos en los que se sienta cómoda por afinidad doctrinario con los organizadores.
La Presidenta es el Estado y, por lo tanto, no se manda sola y no se puede dar gustos personales. Ella representa a todos los chilenos, tanto cuando hace un chiste malo en los foros internacionales como cuando respalda a los candidatos de su bloque político o cuando asiste a una ceremonia en un jardín infantil o en un encuentro empresarial. Lo que es un error que no se repetir es que haya dicho primero que sí iba para después echar pié atrás. Eso no se hace y no por razones políticas, sino por simple buena educación: Hay que tener claridad siempre sobre lo que se está dispuesto a hacer.
Pero también hay que reconocer cuál es el país en el que se producen estos debates. Al margen de que la asistencia de la Presidenta al homenaje a Jaime Guzmán es asunto de interés para la gente que adhirió a la Unidad Popular y a la UDI -quedan fuera los demás partidos y la inmensa masa de independientes- hay que recordar que en Chile los jóvenes tienen un profundo desinterés por la política y las discusiones que se arrastran por décadas. Para ellos, Jaime Guzmán es una imagen de la época de la televisión en blanco y negro y no les dice mucho más que eso.