lunes, septiembre 08, 2008

¡Política! Ese campo donde tarde o temprano se cosecha lo que se siembra. Jorge Navarrete P....muy bueno...cespinoza.

No soy un experto en transportes y, por lo mismo, varias veces me he sentido abrumado por las cifras o sobrepasado por las complejidades técnicas del debate. Sin embargo, no hay que ser un avezado especialista para notar que buena parte de los problemas que ha enfrentado el Transantiago tienen una raíz común: la ausencia de la política.
¡Política! Esa palabra maldita a ratos, tan vilipendiada y menospreciada por algunos, terminó por contagiar a quienes toman las decisiones en el gobierno. Sólo una importante cuota de voluntarismo puede explicar la peregrina idea de diseñar y ejecutar un plan maestro de tamañas dimensiones, soslayando evidentes consideraciones políticas. Sin más, se desconoció el impacto en los hábitos culturales de los usuarios, la indispensable participación social, la recomendable gradualidad o la necesidad de un acuerdo nacional acorde a las exigencias de un desafío de esta envergadura.
¡Política! Esa actividad que impone una lógica de naturaleza diferente a la del mercado y que posibilita se adopten decisiones que, aunque no siempre rentables del punto de vista económico, se justifican en aras de objetivos socialmente relevantes. Al igual que sucede en buena parte del mundo, la imposibilidad de autofinanciación del transporte público no es un pecado, pero sí lo es que el servicio no sea de excelencia. ¿En qué momento los operadores de buses y el administrador financiero pasaron a ser víctimas del problema y no corresponsables de su solución?
¡Política! Esa lógica implacable del arte de lo posible en ámbitos de decisión complejos. Aunque todos somos generales después de la batalla, hay preguntas que no han sido satisfactoriamente respondidas. ¿Por qué se puso en marcha este proyecto pese a no disponer de aquellos elementos indispensables para su razonable implementación (muchos, por cierto, ni siquiera contemplados en el diseño)? ¿Cómo opera la regla decisoria en el gobierno? ¿Cuál es la razón para que Espejo primero, y Cortazar después, sean percibidos como llaneros solitarios, como si este problema atingiera sólo a la autoridad sectorial?
¡Política! El espacio privilegiado para la negociación y la estrategia. Sólo cierto desprecio por la política puede explicar la ceguera de muchos que, incluso habiendo perdido la mayoría en el Congreso, persistieron en la idea de imponer los términos del debate. Todo lo cual, invariablemente siempre concluyó en el triste espectáculo de mendigar los votos del oportunista de turno.
¡Política! Esa actividad profesional que ordena nuestros anhelos y convicciones en un marco de costos de oportunidad. Finalmente el gobierno ha recurrido al 2% constitucional. ¿Cuánto valió la pena evitar los sinsabores de la discusión política —echando mano a los préstamos de instituciones públicas y privadas— si tarde o temprano, aunque ahora peor que antes, debemos enfrentar el mismo desenlace?
¡Política! Esa vocación pública que subordina los intereses personales o grupales al bienestar de la mayoría. Eso, precisamente, es lo más alejado de la conducta de la Alianza por Chile. Han demostrado que están dispuestos a cualquier cosa para acceder al poder, incluso prolongando el sufrimiento de aquellos que pretenden representar. En el camino, y mediado por la intransigencia, la irracionalidad y embriagados en el vértigo del desalojo, han también contribuido a dilapidar buena parte del capital político social que tanto pudieran echar de menos en el caso de que cumplan finalmente su objetivo.
¡Política! Ese campo donde tarde o temprano se cosecha lo que se siembra.