¿En el pedir no hay engaño? . Jorge Navarrete P.
En una columna publicada en La Tercera el 30 de julio del año en curso, me referí al pacto por omisión entre la Concertación y el PC para los próximos comicios municipales. Junto con celebrar la posibilidad de que se viabilizara la representación electoral de una fuerza política excluida de otros importantes foros republicanos, también llame la atención sobre otros factores políticos relevantes. En particular, hice referencia al escaso poder vinculante que estos acuerdos pudieran tener para los electores y, a continuación, también reparé en el efecto negativo de largo plazo que sobre la DC podría producir una perpetuación de esta alianza electoral.
La política tiene muchas vueltas y nadie sabe para quien trabaja. A la luz de varios antecedentes aparecidos en la prensa, es la propia falange la que mayor urgencia tiene por sumar aquella porción de votos que hoy detenta uno de sus históricos y más tradicionales adversarios.
Pese a ello, persisten las voces al interior de la DC, que más allá de las ventajas electorales de corto plazo, alertan sobre la incoherencia política y valórica de profundizar los términos del actual acuerdo. Argumentos tienen, que duda cabe. Sin embargo, me parece que las razones expuestas apuntan a la inconveniencia misma de haber suscrito un pacto de tal naturaleza, pero no son –una vez ya acordado— demasiado sólidas como para negarse a su eventual ampliación.
Si en los hechos se trata de un acuerdo estrictamente electoral, lo relevante es indagar si efectivamente éste cumplirá su propósito. Detrás de ambas partes, sospecho, está el ánimo de rentabilizar sus posibilidades electorales. En el caso del PC, lo que se busca es poder aumentar su actual número de alcaldes elegidos. Mientras que la DC intenta, por una parte, asegurar su liderazgo en ciertas comunas emblemáticas y, por la otra, sumar los votos necesarios para usurpar otras tantas a la oposición. Puesto de esta forma, son cuatro las comunas que decidirán esta cuestión. En efecto, la decisión dependerá del escenario de riesgo que se haga en Estación Central, Santiago Centro, Valparaíso y Recoleta.
Vamos por partes. En el caso de Estación Central, pareciera existir la convicción de que la única forma de arrebatar ese municipio de manos de la oposición, es sumando la votación que actualmente dispone el candidato de la Concertación (DC) y el aspirante del PC. Ninguno de los dos, por si mismos, podría superar la votación del candidato de la UDI.
Ahora bien. Según las informaciones de prensa, la contienda electoral estará muy reñida en otras tres comunas donde compite la DC: me refiero a Ravinet en Santiago, Cornejo en Valparaíso y Zaldívar en Recoleta. Se trata de tres municipios, y muy especialmente los primeros dos, que resultan prioritarios para la falange. En efecto, una probable merma electoral de la votación nacional de la DC sólo podrá ser simbólicamente contrarrestada por la victoria en estas comunas consideradas emblemáticas.
Puestas así las cosas, parece razonable sacrificar las remotas posibilidades del candidato DC en Estación Central, si –mediando una ampliación del acuerdo con el PC— se asegura, o al menos se optimizan, las posibilidades de un triunfo electoral de la falange en las otras tres comunas mencionadas.
Aunque todo suena bien en el papel, persisten mis dudas iniciales. La política y las matemáticas no siempre han ido de la mano. Menos todavía cuando por primera vez en la historia de Chile asistimos a un acuerdo electoral explícito entre los hijos de Recabarren y Frei Montalva.
La política tiene muchas vueltas y nadie sabe para quien trabaja. A la luz de varios antecedentes aparecidos en la prensa, es la propia falange la que mayor urgencia tiene por sumar aquella porción de votos que hoy detenta uno de sus históricos y más tradicionales adversarios.
Pese a ello, persisten las voces al interior de la DC, que más allá de las ventajas electorales de corto plazo, alertan sobre la incoherencia política y valórica de profundizar los términos del actual acuerdo. Argumentos tienen, que duda cabe. Sin embargo, me parece que las razones expuestas apuntan a la inconveniencia misma de haber suscrito un pacto de tal naturaleza, pero no son –una vez ya acordado— demasiado sólidas como para negarse a su eventual ampliación.
Si en los hechos se trata de un acuerdo estrictamente electoral, lo relevante es indagar si efectivamente éste cumplirá su propósito. Detrás de ambas partes, sospecho, está el ánimo de rentabilizar sus posibilidades electorales. En el caso del PC, lo que se busca es poder aumentar su actual número de alcaldes elegidos. Mientras que la DC intenta, por una parte, asegurar su liderazgo en ciertas comunas emblemáticas y, por la otra, sumar los votos necesarios para usurpar otras tantas a la oposición. Puesto de esta forma, son cuatro las comunas que decidirán esta cuestión. En efecto, la decisión dependerá del escenario de riesgo que se haga en Estación Central, Santiago Centro, Valparaíso y Recoleta.
Vamos por partes. En el caso de Estación Central, pareciera existir la convicción de que la única forma de arrebatar ese municipio de manos de la oposición, es sumando la votación que actualmente dispone el candidato de la Concertación (DC) y el aspirante del PC. Ninguno de los dos, por si mismos, podría superar la votación del candidato de la UDI.
Ahora bien. Según las informaciones de prensa, la contienda electoral estará muy reñida en otras tres comunas donde compite la DC: me refiero a Ravinet en Santiago, Cornejo en Valparaíso y Zaldívar en Recoleta. Se trata de tres municipios, y muy especialmente los primeros dos, que resultan prioritarios para la falange. En efecto, una probable merma electoral de la votación nacional de la DC sólo podrá ser simbólicamente contrarrestada por la victoria en estas comunas consideradas emblemáticas.
Puestas así las cosas, parece razonable sacrificar las remotas posibilidades del candidato DC en Estación Central, si –mediando una ampliación del acuerdo con el PC— se asegura, o al menos se optimizan, las posibilidades de un triunfo electoral de la falange en las otras tres comunas mencionadas.
Aunque todo suena bien en el papel, persisten mis dudas iniciales. La política y las matemáticas no siempre han ido de la mano. Menos todavía cuando por primera vez en la historia de Chile asistimos a un acuerdo electoral explícito entre los hijos de Recabarren y Frei Montalva.
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