¿Puede la Concertación ganar las elecciones presidenciales del 2009?
Para que la Concertación derrote a Piñera, se requiere que los partidos no sigan cometiendo errores y el gobierno resuelva los problemas pendientes, comenzando por el Transantiago. Y tiene que involucrarse en el desorden de los partidos. La presidenta Bachelet no ha tenido una relación fácil con estos, pues el carácter ciudadano que le quiso dar a su administración no lo ha abandonado enteramente. Su gestión también se medirá por la forma que ella se involucre en el tema sucesorio, con o sin éxito.
Carlos Huneeus*
A raíz de la encuesta CEP de Junio y CERC de Julio de 2008, se me ha preguntado si acaso la Concertación puede derrotar a Sebastián Piñera en las presidenciales del 2009. Respondo que sí, pero para fundamentar la respuesta no basta mirar los resultados de las encuestas, sino que también se debe analizar la realidad política, muy adversa para una quinta victoria del oficialismo. Los cambios de gobierno en democracia se producen por la derrota de la administración que termina y no por un triunfo de la oposición. La pelota del partido la tiene el gobierno de Michelle Bachelet y el desenlace electoral dependerá de cómo haga su trabajo en los próximos meses. Su aporte a favorecer la postulación de un abanderado de la Concertación es muy difícil porque se encuentra en el peor escenario desde 1990: perdió la mayoría en ambas cámaras. Para sacar los proyectos de leyes que le interesen deberá entenderse –le guste o no- con la derecha, la cual mirará sus intereses políticos para decidir qué hacer. Eso es realpolitik y ocurre en todas las democracias. Esto quiere decir que es el gobierno más débil desde 1990. Recordemos que las pérdidas de la mayoría en ambas cámaras se debió a decisiones de los partidos, primero el PPD, con la renuncia del senador Fernando Flores por el conflicto producido como consecuencia de las elecciones internas del 2006 y la expulsión de Jorge Schaulsohn, uno de los fundadores de la colectividad. Fue seguido por la decisión de la directiva del PDC, que encabeza la senadora Soledad Alvear, de expulsar al senador Adolfo Zaldívar, a quien le siguieron cinco diputados. Y el PS está en un estado de pánico por la “indisciplina” del senador Alejandro Navarro, que declara actuará de acuerdo a su conciencia. Se privilegió tener bancadas más cohesionadas, pero con el altísimo costo de perder la mayoría del congreso. Los partidos están más débiles que nunca. Enfrentar las elecciones del 2009 por parte de la Concertación significa definir cómo se quiere lograr y ahí siguen los problemas. Desde el 2006 se ha personalizado el tema, comenzando por la proclamación de José Miguel Insulza por Camilo Escalona, presidente del PS. Después se sumaron otros nombres, que parece se incrementarán aún más. Hace recordar a la derecha de 1958, que recurrió a Jorge Alessandri porque liberales y conservadores no tenían un buen candidato propio. La personalización del tema va acompañada de la ausencia de ideas, de un proyecto que tome en cuenta los logros, las debilidades y errores. Más de lo mismo implica un regalo a la derecha, que dice que lo puede hacer mejor. Ignorar el fracaso del Transantiago o de la educación municipalizada es inviable en la campaña electoral. La personalización del tema presidencial y la ausencia de ideas han tenido graves consecuencias, pues la decisión del PPD y el PRSD de romper la Concertación para llevar una lista propia de concejales se entiende en ese escenario. Esta decisión tiene el doble carácter de mostrar el mal estado en que se encuentra la coalición y prioridad dada a los intereses de esos partidos, por encima de los de la Concertación. Por ende, se trata de una decisión estratégica y no de una táctica electoral como lo han explicado. Para que la Concertación derrote a Piñera, se requiere que los partidos no sigan cometiendo errores y el gobierno resuelva los problemas pendientes, comenzando por el Transantiago. Y tiene que involucrarse en el desorden de los partidos. La presidenta Bachelet no ha tenido una relación fácil con los partidos, pues el carácter ciudadano que le quiso dar a su administración no lo ha abandonado enteramente. Debe hacerlo porque es un paso indispensable para que termine bien su mandato. Su gestión también se medirá por la forma que ella se involucre en el tema sucesorio, con o sin éxito. *Carlos Huneeus es director del CERC.
Carlos Huneeus*
A raíz de la encuesta CEP de Junio y CERC de Julio de 2008, se me ha preguntado si acaso la Concertación puede derrotar a Sebastián Piñera en las presidenciales del 2009. Respondo que sí, pero para fundamentar la respuesta no basta mirar los resultados de las encuestas, sino que también se debe analizar la realidad política, muy adversa para una quinta victoria del oficialismo. Los cambios de gobierno en democracia se producen por la derrota de la administración que termina y no por un triunfo de la oposición. La pelota del partido la tiene el gobierno de Michelle Bachelet y el desenlace electoral dependerá de cómo haga su trabajo en los próximos meses. Su aporte a favorecer la postulación de un abanderado de la Concertación es muy difícil porque se encuentra en el peor escenario desde 1990: perdió la mayoría en ambas cámaras. Para sacar los proyectos de leyes que le interesen deberá entenderse –le guste o no- con la derecha, la cual mirará sus intereses políticos para decidir qué hacer. Eso es realpolitik y ocurre en todas las democracias. Esto quiere decir que es el gobierno más débil desde 1990. Recordemos que las pérdidas de la mayoría en ambas cámaras se debió a decisiones de los partidos, primero el PPD, con la renuncia del senador Fernando Flores por el conflicto producido como consecuencia de las elecciones internas del 2006 y la expulsión de Jorge Schaulsohn, uno de los fundadores de la colectividad. Fue seguido por la decisión de la directiva del PDC, que encabeza la senadora Soledad Alvear, de expulsar al senador Adolfo Zaldívar, a quien le siguieron cinco diputados. Y el PS está en un estado de pánico por la “indisciplina” del senador Alejandro Navarro, que declara actuará de acuerdo a su conciencia. Se privilegió tener bancadas más cohesionadas, pero con el altísimo costo de perder la mayoría del congreso. Los partidos están más débiles que nunca. Enfrentar las elecciones del 2009 por parte de la Concertación significa definir cómo se quiere lograr y ahí siguen los problemas. Desde el 2006 se ha personalizado el tema, comenzando por la proclamación de José Miguel Insulza por Camilo Escalona, presidente del PS. Después se sumaron otros nombres, que parece se incrementarán aún más. Hace recordar a la derecha de 1958, que recurrió a Jorge Alessandri porque liberales y conservadores no tenían un buen candidato propio. La personalización del tema va acompañada de la ausencia de ideas, de un proyecto que tome en cuenta los logros, las debilidades y errores. Más de lo mismo implica un regalo a la derecha, que dice que lo puede hacer mejor. Ignorar el fracaso del Transantiago o de la educación municipalizada es inviable en la campaña electoral. La personalización del tema presidencial y la ausencia de ideas han tenido graves consecuencias, pues la decisión del PPD y el PRSD de romper la Concertación para llevar una lista propia de concejales se entiende en ese escenario. Esta decisión tiene el doble carácter de mostrar el mal estado en que se encuentra la coalición y prioridad dada a los intereses de esos partidos, por encima de los de la Concertación. Por ende, se trata de una decisión estratégica y no de una táctica electoral como lo han explicado. Para que la Concertación derrote a Piñera, se requiere que los partidos no sigan cometiendo errores y el gobierno resuelva los problemas pendientes, comenzando por el Transantiago. Y tiene que involucrarse en el desorden de los partidos. La presidenta Bachelet no ha tenido una relación fácil con los partidos, pues el carácter ciudadano que le quiso dar a su administración no lo ha abandonado enteramente. Debe hacerlo porque es un paso indispensable para que termine bien su mandato. Su gestión también se medirá por la forma que ella se involucre en el tema sucesorio, con o sin éxito. *Carlos Huneeus es director del CERC.
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