Declaración Vanguardia Socialcomunitaria Unidad Política y Social del Pueblo: la única posibilidad. G Wielandt
Estimados Camaradas:
Al experimentar ya casi 20 años de gobiernos de la concertación y apreciar de que el desamparo social de millones de chilenos aún se acrecienta sin límites, que el desamparo de dirigentes sociales, comunitarios y estudiantiles de la democracia cristiana también se vive profundamente. Es preciso crear una conciencia crítica de los nuevos desafíos políticos y sociales de la democracia cristiana. No se trata de desconocer lo bueno, ya que nunca ha sido la intención, sino que de poner luces en aquello que urge al bien común nacional y partidario. No consiste sólo por las dos listas a concejales, ya que incluso podría ser hasta bueno en términos de perfilar las identidades partidarias particulares, sino que fundamentalmente por la necesidad de cambio político y social que requiere nuestra patria. La democracia cristiana más que nunca debe entregar el mensaje de que democracia sólo es posible mientras exista más comunidad, comunidad la cual sea una auténtica autoridad. Sin embargo, vemos que la cada vez mayor frágil civilidad y ciudadanía hiere aún más esta insuficiente democracia que tenemos. Sabemos, por ejemplo, que la Ley General de Educación no es lo queremos, sabemos que no representa en lo absoluto lo establecido en nuestro V Congreso, sin embargo, es de reconocer que las actores lucharon por aquello y ahí está. No se trata de desmerecer la lucha social de los estudiantes y de los profesores, sino que de reorientarla en pos del correcto fin. El correcto fin de la lucha revolucionaria de la democracia cristiana es la nueva constitución. Toda movilización debe ser en búsqueda de la nueva constitución. Ni la mejor ley que se redacte bajo la actual constitución de Pinochet, podrá garantizar el verdadero bien común. Camaradas, el Partido Demócrata Cristiano debe, a la luz de su V Congreso, encauzar la lucha de clases que actualmente debe ser representada a través de un “Gran Movimiento Nacional de Participación comunitaria” capaz de llevar a cabo la movilización social que consagre como resultado de la consolidación democrática socialcomunitaria, una nueva constitución.
La democracia cristiana es un partido que ha servido a Chile, pero por sí sola no es Chile. La democracia cristiana para tan noble tarea debe convocar a todos los partidos, organizaciones sociales y movimientos de todo carácter que estén por darle a Chile una democracia integral, representada por una nueva constitución. Es ahí la necesidad de una “Unidad Política y Social del Pueblo”, que a partir de la superación de la concertación, logré configurar un referente político y social, que respetando las identidades partidarias y organizacionales, inicie la gran revolución comunitaria que el Chile democrático anhela con esperanza.
Al experimentar ya casi 20 años de gobiernos de la concertación y apreciar de que el desamparo social de millones de chilenos aún se acrecienta sin límites, que el desamparo de dirigentes sociales, comunitarios y estudiantiles de la democracia cristiana también se vive profundamente. Es preciso crear una conciencia crítica de los nuevos desafíos políticos y sociales de la democracia cristiana. No se trata de desconocer lo bueno, ya que nunca ha sido la intención, sino que de poner luces en aquello que urge al bien común nacional y partidario. No consiste sólo por las dos listas a concejales, ya que incluso podría ser hasta bueno en términos de perfilar las identidades partidarias particulares, sino que fundamentalmente por la necesidad de cambio político y social que requiere nuestra patria. La democracia cristiana más que nunca debe entregar el mensaje de que democracia sólo es posible mientras exista más comunidad, comunidad la cual sea una auténtica autoridad. Sin embargo, vemos que la cada vez mayor frágil civilidad y ciudadanía hiere aún más esta insuficiente democracia que tenemos. Sabemos, por ejemplo, que la Ley General de Educación no es lo queremos, sabemos que no representa en lo absoluto lo establecido en nuestro V Congreso, sin embargo, es de reconocer que las actores lucharon por aquello y ahí está. No se trata de desmerecer la lucha social de los estudiantes y de los profesores, sino que de reorientarla en pos del correcto fin. El correcto fin de la lucha revolucionaria de la democracia cristiana es la nueva constitución. Toda movilización debe ser en búsqueda de la nueva constitución. Ni la mejor ley que se redacte bajo la actual constitución de Pinochet, podrá garantizar el verdadero bien común. Camaradas, el Partido Demócrata Cristiano debe, a la luz de su V Congreso, encauzar la lucha de clases que actualmente debe ser representada a través de un “Gran Movimiento Nacional de Participación comunitaria” capaz de llevar a cabo la movilización social que consagre como resultado de la consolidación democrática socialcomunitaria, una nueva constitución.
La democracia cristiana es un partido que ha servido a Chile, pero por sí sola no es Chile. La democracia cristiana para tan noble tarea debe convocar a todos los partidos, organizaciones sociales y movimientos de todo carácter que estén por darle a Chile una democracia integral, representada por una nueva constitución. Es ahí la necesidad de una “Unidad Política y Social del Pueblo”, que a partir de la superación de la concertación, logré configurar un referente político y social, que respetando las identidades partidarias y organizacionales, inicie la gran revolución comunitaria que el Chile democrático anhela con esperanza.
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