Las “otras fuerzas” que unen la Concertación.Sergio Micco (LN)
Cuando el tema de las dos listas de concejales dejó fisuras en la coalición, el vicepresidente DC Sergio Micco constata que hay fuerzas que apuntan a dividirla, como el hecho de haber cumplido la misión para la cual se fundó. Sin embargo, destaca que otras fuerzas contribuyen a unirla, como la aspiración de lograr mayor igualdad así como una democracia más representativa y participativa.
-¿Qué le pasa a la Concertación hoy?
-Cuando la DC tomó la decisión de hacer una coalición, al igual que los otros partidos no sabía cuánto tiempo iba a durar. Esto partió con la Concertación de Partidos por el No y cuando se transformó en la Concertación de Partidos por la Democracia, nuestro objetivo fue estar juntos hasta que se consolidara la democracia. Ya hemos elegido cuatro presidentes de la República, el orden público está garantizado, no hay fuerzas políticas que cuestionen la democracia, las Fuerzas Armadas están subordinadas al poder civil y no hay grupos armados.
-¿Misión cumplida?
-Uno podría decir que la Concertación realizó su misión y que ahora viene un nuevo período. En la elección de Ricardo Lagos los democratacristianos votamos por el primer Presidente socialista que llegaba al poder después de (Salvador) Allende y no se alteró la estabilidad política del país. Ésa es la primera cuestión que hoy día se plantea en la DC y en los demás partidos de la Concertación: ¿si ya consolidamos la democracia, se justifica que sigamos juntos?
-¿Se ha escindido la coalición tras cumplir sus objetivos?
-En segundo lugar está la influencia exterior. Desde la Internacional Socialista se les dice a los socialistas chilenos, a los PPD y radicales, ¿hasta cuándo siguen en un Gobierno de coalición con la DC, administrando un modelo económico en que el 80% lo controlan los privados? En la nueva izquierda veo gente como Guido Girardi, que van a un encuentro en Europa y les preguntan cómo es posible que en Chile todavía no exista una ley de aborto o que tengamos una política ecológica tan permisiva con los grandes grupos económicos. Y muchas veces ellos van a decir que no pueden hacer mucho más porque están en un Gobierno con la DC.
-¿La DC también recibe esa influencia?
-Claro, desde Europa se cuestiona porque el equivalente a la DC chilena allá es oposición a los socialistas y, además, están ganando las elecciones, con Berlusconi, por ejemplo, en Italia, o en Francia. Allá están votando por lo que un cientista político definía como el sarkoberlusconismo, que son tipos conservadores católicos -o dicen serlo-, que admiran mucho a la Iglesia Católica y promueven la imagen del empresario exitoso; les gusta Estados Unidos, pero tampoco tienen problemas para intervenir la economía desde el Estado, protegiendo a grupos sociales, sectores agrícolas o la industria nacional. La gente que rodeó a Zaldívar está apuntando a refundar un movimiento con esas características que han tenido éxito en Francia o Italia.
-Hay desgaste además
-Estamos participando en una coalición que tiene un desgaste muy grande después de 20 años de democracia. Hemos de haber perdido 800 ó 900 mil votos en los últimos diez años, donde la pérdida más fuerte de votación se da en la DC. Entonces es obvio que las fuerzas centrífugas que están llevando a la división de la Concertación son muy fuertes.
-¿En esa perspectiva la solución es volver a los tres tercios o construir el megapartido de que habla Enrique Correa?
-A mí no me gusta la idea del megapartido, porque lejos de hacernos crecer nos va a achicar. Mucha gente va a decir que está de acuerdo en trabajar con los socialistas, con el humanismo más liberal del PPD, con el humanismo laico de los radicales, pero representamos subculturas políticas diferentes y los dirigentes de los partidos no podemos manipular eso. Va contra una realidad que es muy fuerte y terminaría por debilitar la Concertación. Precisamente la gracia de esta coalición es que en ella hay subculturas diferentes.
-¿Los tres tercios?
-La historia de Chile demostró que un sistema de tres tercios fracasó en construir una mayoría social y política para hacer cambios profundos.
-¿Una Concertación unida por el binominal?
-Yo agregaría que algunos comportamientos, como la acusación constitucional contra la ministra de Educación Yasna Provoste y la reacción que está teniendo la derecha contra la promoción de la educación pública, hacen que uno se pregunte qué van a hacer si llegan a controlar todo. Entonces, los partidos que integran la coalición podrán tener conflictos entre ellos, pero al final la pelea con la derecha sigue siendo mucho más marcadora dentro de la cultura política de la Concertación. Por esas razones no creo que se vaya a producir un quiebre de la Concertación, más bien lo que se está produciendo es un realineamiento en el cual hay gente que ya tomó la decisión -Chile Primero y el PRI con los colorines- de separarse de la coalición e iniciar un camino que por la ley de la polarización política los va a llevar directamente a la derecha. Hay que ver lo que ocurrió con la acusación constitucional y también ahora en el tema de la ley de amnistía, donde han actuado con la derecha.
-¿Hay otros aspectos que contribuyan a mantenerla unida?
-La democracia está consolidada, pero también es de muy baja calidad, con dos o hasta tres millones de jóvenes fuera del sistema político, con una institucionalidad política que reformada y todo sigue siendo completamente heredera de la guerra fría y de la Constitución del 80, sin mencionar el centralismo. Falta una democracia más representativa y participativa. En segundo lugar, persiste una gran desigualdad socioeconómica. Después de Brasil, Chile es el país más desigual de América Latina, que es el continente más desigual del mundo. Creo que tenemos un problema muy grave si creemos que vamos a lograr más igualdad rompiendo la Concertación, aliándonos con la derecha. De ahí que la Concertación no sólo se sostiene por un eje democracia-dictadura, sino también por un segundo eje de carácter socioeconómico, de igualdad versus privilegios. Esto constituye un punto de unidad muy fuerte. LN
-¿Qué le pasa a la Concertación hoy?
-Cuando la DC tomó la decisión de hacer una coalición, al igual que los otros partidos no sabía cuánto tiempo iba a durar. Esto partió con la Concertación de Partidos por el No y cuando se transformó en la Concertación de Partidos por la Democracia, nuestro objetivo fue estar juntos hasta que se consolidara la democracia. Ya hemos elegido cuatro presidentes de la República, el orden público está garantizado, no hay fuerzas políticas que cuestionen la democracia, las Fuerzas Armadas están subordinadas al poder civil y no hay grupos armados.
-¿Misión cumplida?
-Uno podría decir que la Concertación realizó su misión y que ahora viene un nuevo período. En la elección de Ricardo Lagos los democratacristianos votamos por el primer Presidente socialista que llegaba al poder después de (Salvador) Allende y no se alteró la estabilidad política del país. Ésa es la primera cuestión que hoy día se plantea en la DC y en los demás partidos de la Concertación: ¿si ya consolidamos la democracia, se justifica que sigamos juntos?
-¿Se ha escindido la coalición tras cumplir sus objetivos?
-En segundo lugar está la influencia exterior. Desde la Internacional Socialista se les dice a los socialistas chilenos, a los PPD y radicales, ¿hasta cuándo siguen en un Gobierno de coalición con la DC, administrando un modelo económico en que el 80% lo controlan los privados? En la nueva izquierda veo gente como Guido Girardi, que van a un encuentro en Europa y les preguntan cómo es posible que en Chile todavía no exista una ley de aborto o que tengamos una política ecológica tan permisiva con los grandes grupos económicos. Y muchas veces ellos van a decir que no pueden hacer mucho más porque están en un Gobierno con la DC.
-¿La DC también recibe esa influencia?
-Claro, desde Europa se cuestiona porque el equivalente a la DC chilena allá es oposición a los socialistas y, además, están ganando las elecciones, con Berlusconi, por ejemplo, en Italia, o en Francia. Allá están votando por lo que un cientista político definía como el sarkoberlusconismo, que son tipos conservadores católicos -o dicen serlo-, que admiran mucho a la Iglesia Católica y promueven la imagen del empresario exitoso; les gusta Estados Unidos, pero tampoco tienen problemas para intervenir la economía desde el Estado, protegiendo a grupos sociales, sectores agrícolas o la industria nacional. La gente que rodeó a Zaldívar está apuntando a refundar un movimiento con esas características que han tenido éxito en Francia o Italia.
-Hay desgaste además
-Estamos participando en una coalición que tiene un desgaste muy grande después de 20 años de democracia. Hemos de haber perdido 800 ó 900 mil votos en los últimos diez años, donde la pérdida más fuerte de votación se da en la DC. Entonces es obvio que las fuerzas centrífugas que están llevando a la división de la Concertación son muy fuertes.
-¿En esa perspectiva la solución es volver a los tres tercios o construir el megapartido de que habla Enrique Correa?
-A mí no me gusta la idea del megapartido, porque lejos de hacernos crecer nos va a achicar. Mucha gente va a decir que está de acuerdo en trabajar con los socialistas, con el humanismo más liberal del PPD, con el humanismo laico de los radicales, pero representamos subculturas políticas diferentes y los dirigentes de los partidos no podemos manipular eso. Va contra una realidad que es muy fuerte y terminaría por debilitar la Concertación. Precisamente la gracia de esta coalición es que en ella hay subculturas diferentes.
-¿Los tres tercios?
-La historia de Chile demostró que un sistema de tres tercios fracasó en construir una mayoría social y política para hacer cambios profundos.
-¿Una Concertación unida por el binominal?
-Yo agregaría que algunos comportamientos, como la acusación constitucional contra la ministra de Educación Yasna Provoste y la reacción que está teniendo la derecha contra la promoción de la educación pública, hacen que uno se pregunte qué van a hacer si llegan a controlar todo. Entonces, los partidos que integran la coalición podrán tener conflictos entre ellos, pero al final la pelea con la derecha sigue siendo mucho más marcadora dentro de la cultura política de la Concertación. Por esas razones no creo que se vaya a producir un quiebre de la Concertación, más bien lo que se está produciendo es un realineamiento en el cual hay gente que ya tomó la decisión -Chile Primero y el PRI con los colorines- de separarse de la coalición e iniciar un camino que por la ley de la polarización política los va a llevar directamente a la derecha. Hay que ver lo que ocurrió con la acusación constitucional y también ahora en el tema de la ley de amnistía, donde han actuado con la derecha.
-¿Hay otros aspectos que contribuyan a mantenerla unida?
-La democracia está consolidada, pero también es de muy baja calidad, con dos o hasta tres millones de jóvenes fuera del sistema político, con una institucionalidad política que reformada y todo sigue siendo completamente heredera de la guerra fría y de la Constitución del 80, sin mencionar el centralismo. Falta una democracia más representativa y participativa. En segundo lugar, persiste una gran desigualdad socioeconómica. Después de Brasil, Chile es el país más desigual de América Latina, que es el continente más desigual del mundo. Creo que tenemos un problema muy grave si creemos que vamos a lograr más igualdad rompiendo la Concertación, aliándonos con la derecha. De ahí que la Concertación no sólo se sostiene por un eje democracia-dictadura, sino también por un segundo eje de carácter socioeconómico, de igualdad versus privilegios. Esto constituye un punto de unidad muy fuerte. LN
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