miércoles, junio 11, 2008

CUENTAS QUE NO CALZAN. Andres Rojo

Entre tanta polémica por la Ley General de Educación (que parece tener pocas probabilidades de pasar la valla parlamentaria), el impuesto a los combustibles (respecto al cual, tras la rebaja para los camiones, se abre el campo para las protestas de las Pymes, la locomoción colectiva, los colectivos y eventualmente los particulares, si logran organizarse), las previsibles movilizaciones sindicales previas a la negociación del próximo ingreso mínimo y las eventuales candidaturas de cada bando para las municipales, hay una noticia que pasó desapercibida para los dirigentes políticos del país.
El pasado jueves el director del Servicio de Impuestos Internos Ricardo Escobar informó que la recaudación al término de la Operación Renta muestra que, frente a un crecimiento de la economía nacional del 5,1 por ciento, los impuestos declarados se redujeron en un 6,7 por ciento, con una menor recaudación de mil 112 millones de dólares, es decir poco más de lo que el Ejecutivo pretende inyectar al Fondo de Estabilización del Petróleo.
Escobar no acusó a nadie explícitamente de evasión, pero adelantó que su servicio va a fiscalizar a las grandes empresas mineras privadas. Para cualquiera que sume dos más dos, hay una responsabilidad endosada a las mineras por un daño incuestionable al interés fiscal, pero nadie ha reaccionado a lo que debería haber producido un escándalo de proporciones.
Ya hace unos años, y gracias a la porfía del ex-senador Jorge Lavandero, se estableció un royalty a la minería como compensación por la explotación de recursos naturales no renovables y se acordó que esos dineros irían a un fondo para promover el desarrollo y la investigación, parte del cual estaría reservado para las regiones. El royalty no fue de la magnitud que se pedía y, hasta ahora, no se ven mayores resultados de los dineros que se invertirían.
Para que los países funcionen y aprovechen al máximo sus posibilidades, no basta con proponer buenas ideas sino que además deben implementarse y, sobre todo, estar sometidas a permanente evaluación. Eso no se está logrando en Chile, en donde la clase política -moros y cristianos- parecen estar más preocupados de acomodarse para la siguiente elección, apostando a la inmediatez de las impresiones generadas en la gente a través de los medios de comunicación. Así, llega a ser más importante la frase impactante o la foto de portada que los resultados del trabajo bien hecho, y esa es una conducta que se extiende por toda la sociedad
Siguiéndose este camino, Chile difícilmente podrá competir con las demás naciones latinoamericanas a las que, hasta hace poco tiempo, veía por sobre el hombro y cuando llegue ese momento no habrá nadie a quien culpar porque será resultado de una responsabilidad colectiva.