....AMOR. Lo prometido para los fines de semana...a proposito del dia del amor...cespinoza.
El sábado estuve comiendo en un restaurante de una conocida cadena de hamburgueserías. Aunque no empieza por Mac ni por Bur, también es un verdadero templo de las grasas polisaturadas. Ya se sabe, a veces el cuerpo te pide ciertas experiencias extremas y un buen chute de colesterol. Que tanta ensaladita y pescado azul cansa. El caso es que en el mantel de la mesa pude leer que ya están promocionando la jornada de San Valentín...
Llevar a tu churri a una hamburguesería en tan señalada fecha es una simpática manera de poner a prueba el amor, aunque la incertidumbre económica en la que se encuentran muchas parejas, no hace que resulte muy chocante. Tal y como están yendo las cosas, llegará el día en que tendrá visos de lujo asiático…
Sin embargo, como dice mi amigo el actor filósofo: "el amor no es un gasto continuo de dinero. Es un gasto continuo de atención". O sea, que el 'contigo pan y cebolla' cobra nueva vigencia gracias a las continuas erecciones del IPC y el dolar…
Hablar de la vertiente más mecánica y biológica de la sexualidad humana de forma habitual hace que, a veces, nos olvidemos del amor. Sí, tantos comunicados de la Conferencia Episcopal -estos son los del 'amor al prójimo', ¿no?- están consiguiendo que incluso yo invoque a Cupido, ahora que San Valentín ya asoma por el calendario.
Va siendo hora de reservar mesa en algún restaurante porque se ponen todos hasta arriba y no es cuestión de recurrir a improvisaciones de última hora, que queda feo. Como cuando alguien te regala algo comprado en esas tiendas que empiezan por V y acaban en S (sí, esas que son para gente importante) y que abren todos los días y hasta muy tarde…
Y si lo de la cena con velas y tal ya está muy visto, siempre se puede recurrir a renovar votos con originales declaraciones de amor. En esta web han organizado un concurso para elegir la mejor y la peor declaración de amor. Algunas son espantosas, otras de gusto dudoso, y también las hay imaginativas y emotivas…
El amor provoca que hagamos cosas muy raras, y no hablo de escuchar Kiss FM a todas horas. El amor. Estar enamorado es estar enfermo. Dicho así suena muy crudo, pero se han hecho estudios científicos que corroboran este hecho.
Los síntomas del enamoramiento son muy parecidos a los de algunos trastornos obsesivo-compulsivos descritos por la psiquiatria, como lavarse continuamente las manos o comprobar repetidamente que una puerta esté bien cerrada.
Por lo visto, los niveles de serotonina en una persona enamorada bajan en picado de la misma manera que en algunos cuadros depresivos. La serotonina es un neurotransmisor que tiene un efecto tranquilizante y optimista en nuestro cerebro. Además, también se encuentra en las plaquetas de la sangre, facilitando el coágulo. O sea, que si estás enamorado, además de estar raro puedes morir desangrado (es broma).
La psiquiatra italiana Donatella Marazzitti realizó unos estudios en 1990 que certificaron el desorden mental que conlleva colgarse de alguien. Organizó dos grupos de estudiantes, en función de su estado sentimental y tras tomar muestras de sangre comprobó que los enamorados tenían el nivel de serotonina por los suelos. Al cabo de un año, repitió los análisis y los niveles ya se habían normalizado. El cuerpo humano es así de inteligente y tras la tempestad siempre viene la calma. Y eso no quiere decir que el amor tenga fecha de caducidad.
Algunas hormonas como la oxitocina intervienen en la fidelidad, ese concepto tan cacareado y puesto a prueba a lo largo de una relación. Dicha hormona, liberada por el hipotálamo, se segrega durante el parto, la lactancia y, atención, el orgasmo. O sea, que cuanto más sexo tenemos con una persona más compromiso tenemos con ella.
En el cocktail molotov hormonal que provoca el amor también intervienen la testosterona, los estrógenos, la adrenalina, la dopamina…
Lo dicho, el amor: un auténtico retortijón a nivel neurofisiológico. Pero, bueno, cuando es correspondido te hace muy feliz, ¿no?. (EM).
Llevar a tu churri a una hamburguesería en tan señalada fecha es una simpática manera de poner a prueba el amor, aunque la incertidumbre económica en la que se encuentran muchas parejas, no hace que resulte muy chocante. Tal y como están yendo las cosas, llegará el día en que tendrá visos de lujo asiático…
Sin embargo, como dice mi amigo el actor filósofo: "el amor no es un gasto continuo de dinero. Es un gasto continuo de atención". O sea, que el 'contigo pan y cebolla' cobra nueva vigencia gracias a las continuas erecciones del IPC y el dolar…
Hablar de la vertiente más mecánica y biológica de la sexualidad humana de forma habitual hace que, a veces, nos olvidemos del amor. Sí, tantos comunicados de la Conferencia Episcopal -estos son los del 'amor al prójimo', ¿no?- están consiguiendo que incluso yo invoque a Cupido, ahora que San Valentín ya asoma por el calendario.
Va siendo hora de reservar mesa en algún restaurante porque se ponen todos hasta arriba y no es cuestión de recurrir a improvisaciones de última hora, que queda feo. Como cuando alguien te regala algo comprado en esas tiendas que empiezan por V y acaban en S (sí, esas que son para gente importante) y que abren todos los días y hasta muy tarde…
Y si lo de la cena con velas y tal ya está muy visto, siempre se puede recurrir a renovar votos con originales declaraciones de amor. En esta web han organizado un concurso para elegir la mejor y la peor declaración de amor. Algunas son espantosas, otras de gusto dudoso, y también las hay imaginativas y emotivas…
El amor provoca que hagamos cosas muy raras, y no hablo de escuchar Kiss FM a todas horas. El amor. Estar enamorado es estar enfermo. Dicho así suena muy crudo, pero se han hecho estudios científicos que corroboran este hecho.
Los síntomas del enamoramiento son muy parecidos a los de algunos trastornos obsesivo-compulsivos descritos por la psiquiatria, como lavarse continuamente las manos o comprobar repetidamente que una puerta esté bien cerrada.
Por lo visto, los niveles de serotonina en una persona enamorada bajan en picado de la misma manera que en algunos cuadros depresivos. La serotonina es un neurotransmisor que tiene un efecto tranquilizante y optimista en nuestro cerebro. Además, también se encuentra en las plaquetas de la sangre, facilitando el coágulo. O sea, que si estás enamorado, además de estar raro puedes morir desangrado (es broma).
La psiquiatra italiana Donatella Marazzitti realizó unos estudios en 1990 que certificaron el desorden mental que conlleva colgarse de alguien. Organizó dos grupos de estudiantes, en función de su estado sentimental y tras tomar muestras de sangre comprobó que los enamorados tenían el nivel de serotonina por los suelos. Al cabo de un año, repitió los análisis y los niveles ya se habían normalizado. El cuerpo humano es así de inteligente y tras la tempestad siempre viene la calma. Y eso no quiere decir que el amor tenga fecha de caducidad.
Algunas hormonas como la oxitocina intervienen en la fidelidad, ese concepto tan cacareado y puesto a prueba a lo largo de una relación. Dicha hormona, liberada por el hipotálamo, se segrega durante el parto, la lactancia y, atención, el orgasmo. O sea, que cuanto más sexo tenemos con una persona más compromiso tenemos con ella.
En el cocktail molotov hormonal que provoca el amor también intervienen la testosterona, los estrógenos, la adrenalina, la dopamina…
Lo dicho, el amor: un auténtico retortijón a nivel neurofisiológico. Pero, bueno, cuando es correspondido te hace muy feliz, ¿no?. (EM).
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