Una Democracia Cristiana para todos. G.Ascencio
Aún en los momentos más difíciles del país, el Maestro Jaime Castillo creía posible hacer un llamado a construir Una Patria para Todos.
Hoy en la DC no logramos hacer posible esto al interior de nuestra organización
Un grupo sobre otro. Una tendencia que cree ganar y otra que…también cree ganar.
Ambas nos hacen perder a todos.
Desde el Evangelio aprendimos que no hay nada mas débil que una casa dividida. Y ambos grupos, que les gusta declararse “profundamente cristianos”, se empeñan no solo en dividir la casa, sino hacer de esta su campo de batalla, la que solo se puede resolver por la destrucción del “enemigo”, Es decir la destrucción del “camarada”.
Claro, todo ello “en la fraternidad democratacristiana”.
¿Que tiene que ver esto con el partido nacional y popular; el partido de la revolución en libertad de Frei Montalva?
¿O con el partido de la unidad política y social del pueblo, de Tomic?
¿O con la lucha ética permanente por alcanzar la Justicia Social, que tantas veces nos señalara Renán Fuentealba?
Sin duda esta rencilla de mal gusto, que solo representa lo más propio del egoísmo sectario no tiene nada, absolutamente nada que ver con los principios y aspiraciones que nos llevan a muchos a participar del partido y de la acción política.
Las aspiraciones personales, más allá de toda razón, han llegado a un nivel que no se puede seguir tolerando.
Una vez mas los chilenos observan un partido mucho mas preocupado de las disputas internas, irrespetuosas e irresponsables, que destruyen la casa que cobija a miles de chilenos, militantes libres, que seguimos pensando en una política al servicio de los demás, y no de nuestras pequeñeces, que se transforman en bastardas al querer imponerlas por la razón o la fuerza.
Lo mas impresentable, en este conflicto, es que para ello se ocupe la discusión sobre los efectos de la política pública mas irresponsable que conoce nuestra historia republicana, el Transantiago, respecto de la cual no presentamos, salvo el Senador Frei, ninguna alternativa que termine con el drama de mas de cinco millones de santiaguinos.
Esto debe terminar.
Nuestra preocupación debe volver a ser la enorme desigualdad en la distribución del ingreso en el país: la mala calidad de la educación que le entregamos a los mas pobres; la inequidad de desarrollo entre la metrópoli y las regiones; las condiciones de trabajo de cientos de miles de chilenos, que laboran en condiciones igual o peores que hace cincuenta años; la necesidad de desarrollar al país en términos energéticamente sustentables; la incorporación de los jóvenes a empleos dignos y permanentes, etc.
Es decir, la preocupación por los temas de las grandes mayorías y no de nuestras propias mezquindades.
Llegó el momento de terminar con esta situación.
Nadie en su sano juicio podrá pretender que esto debe terminar con la victoria de un grupo sobre otro. Eso ya ha sucedido por mucho tiempo y solo nos ha llevado a empequeñecernos, como personas y como partido. Y los chilenos nos han castigado por ello.
Es la hora de actuar.
Debemos ser capaces de encontrar hombres y mujeres capaces de ordenar la casa dividida. No a favor de unos en contra de otros, sino a favor de la tarea colectiva.
En estos días de reyerta minoritaria, son miles los democratacristianos que esperan palabras de cordura y sensatez. Ellas tendrán que venir de dirigentes responsables, que estén fuera del conflicto. Afortunadamente los hay. Y de gran calidad.
Solo así podremos reconcursar por el respeto y la adhesión de los ciudadanos.
En la víspera de iniciar los trabajos de la próxima elección municipal, donde los mas representativos de los nuestros, los Alcaldes y Concejales, saldarán por todos los rincones de la patria, a diseminar nuestras ideas y comprometerse a representarlas, estamos obligados a entregarles herramientas limpias de contaminación mezquina, que permita mostrarle a los chilenos los caminos que siempre la DC les ha invitado a transitar. La ruta hacia el progreso colectivo; a la tarea de todos y nunca a la tarea solo para algunos.
Hay que actuar ahora. Mañana puede ser demasiado tarde.
Que nadie sienta que este conflicto no le compete. Es la hora de los dirigentes responsables y con visión de grandeza.
Debe terminar el campo de batalla, para dar paso al espacio del entendimiento, la reflexión y la cordura.
Ya no mas palabras de descalificación ni lenguaje de guerra.
Ha llegado la hora de la construcción de Una Democracia Cristiana Para Todos
Fraternalmente,
GABRIEL ASCENCIO MANSILLA
Diputado
Hoy en la DC no logramos hacer posible esto al interior de nuestra organización
Un grupo sobre otro. Una tendencia que cree ganar y otra que…también cree ganar.
Ambas nos hacen perder a todos.
Desde el Evangelio aprendimos que no hay nada mas débil que una casa dividida. Y ambos grupos, que les gusta declararse “profundamente cristianos”, se empeñan no solo en dividir la casa, sino hacer de esta su campo de batalla, la que solo se puede resolver por la destrucción del “enemigo”, Es decir la destrucción del “camarada”.
Claro, todo ello “en la fraternidad democratacristiana”.
¿Que tiene que ver esto con el partido nacional y popular; el partido de la revolución en libertad de Frei Montalva?
¿O con el partido de la unidad política y social del pueblo, de Tomic?
¿O con la lucha ética permanente por alcanzar la Justicia Social, que tantas veces nos señalara Renán Fuentealba?
Sin duda esta rencilla de mal gusto, que solo representa lo más propio del egoísmo sectario no tiene nada, absolutamente nada que ver con los principios y aspiraciones que nos llevan a muchos a participar del partido y de la acción política.
Las aspiraciones personales, más allá de toda razón, han llegado a un nivel que no se puede seguir tolerando.
Una vez mas los chilenos observan un partido mucho mas preocupado de las disputas internas, irrespetuosas e irresponsables, que destruyen la casa que cobija a miles de chilenos, militantes libres, que seguimos pensando en una política al servicio de los demás, y no de nuestras pequeñeces, que se transforman en bastardas al querer imponerlas por la razón o la fuerza.
Lo mas impresentable, en este conflicto, es que para ello se ocupe la discusión sobre los efectos de la política pública mas irresponsable que conoce nuestra historia republicana, el Transantiago, respecto de la cual no presentamos, salvo el Senador Frei, ninguna alternativa que termine con el drama de mas de cinco millones de santiaguinos.
Esto debe terminar.
Nuestra preocupación debe volver a ser la enorme desigualdad en la distribución del ingreso en el país: la mala calidad de la educación que le entregamos a los mas pobres; la inequidad de desarrollo entre la metrópoli y las regiones; las condiciones de trabajo de cientos de miles de chilenos, que laboran en condiciones igual o peores que hace cincuenta años; la necesidad de desarrollar al país en términos energéticamente sustentables; la incorporación de los jóvenes a empleos dignos y permanentes, etc.
Es decir, la preocupación por los temas de las grandes mayorías y no de nuestras propias mezquindades.
Llegó el momento de terminar con esta situación.
Nadie en su sano juicio podrá pretender que esto debe terminar con la victoria de un grupo sobre otro. Eso ya ha sucedido por mucho tiempo y solo nos ha llevado a empequeñecernos, como personas y como partido. Y los chilenos nos han castigado por ello.
Es la hora de actuar.
Debemos ser capaces de encontrar hombres y mujeres capaces de ordenar la casa dividida. No a favor de unos en contra de otros, sino a favor de la tarea colectiva.
En estos días de reyerta minoritaria, son miles los democratacristianos que esperan palabras de cordura y sensatez. Ellas tendrán que venir de dirigentes responsables, que estén fuera del conflicto. Afortunadamente los hay. Y de gran calidad.
Solo así podremos reconcursar por el respeto y la adhesión de los ciudadanos.
En la víspera de iniciar los trabajos de la próxima elección municipal, donde los mas representativos de los nuestros, los Alcaldes y Concejales, saldarán por todos los rincones de la patria, a diseminar nuestras ideas y comprometerse a representarlas, estamos obligados a entregarles herramientas limpias de contaminación mezquina, que permita mostrarle a los chilenos los caminos que siempre la DC les ha invitado a transitar. La ruta hacia el progreso colectivo; a la tarea de todos y nunca a la tarea solo para algunos.
Hay que actuar ahora. Mañana puede ser demasiado tarde.
Que nadie sienta que este conflicto no le compete. Es la hora de los dirigentes responsables y con visión de grandeza.
Debe terminar el campo de batalla, para dar paso al espacio del entendimiento, la reflexión y la cordura.
Ya no mas palabras de descalificación ni lenguaje de guerra.
Ha llegado la hora de la construcción de Una Democracia Cristiana Para Todos
Fraternalmente,
GABRIEL ASCENCIO MANSILLA
Diputado
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