miércoles, diciembre 20, 2006

...JORGE NAVARRETE P...DEMOCRACIA CRISTIANA Y CENTRO POLÍTICO..

A diferencia de lo que suele entenederse del debate público, el centro político no existe. Por definición, “el centro” es un concepto relacional, cuya noción hace referencia a la equidistancia teórica de los extremos que dominan un particular y específico escenario político. Ahora bien, cuando se lee con más cuidado la historia de Chile, se notará que las diferencias entre las posiciones políticas-léase ser de derecha o de izquierda- tiene mucho más que ver con cuestiones sociales o económicas, que con temas valóricos o culturales. Puesto así, no creo que sea temerario afirmar que muchos militantes y simpatizantes de la DC se miran a sí mismo como parte de un movimiento de centro izquierda.
Incluso en el nivel más alto de la crispación política, cuando la DC fue oposición al gobierno de la UP, las querellas no estaban centradas en las cuestiones económicas sociales- basta mirar el programa de gobierno de R. Tomic para la campaña presidencial de 1970-. Por el contrario, las diferencias se manifestaron en torno a la escasa importancia que el gobierno de Salvador Allende atribuyó a la libertad, los derechos y la democracia misma.
Sin ir más lejos, el considerar la libertad, los derechos y la democracia como un valor fundamental, fue la razón que distanció muy tempranamente a la DC del régimen militar y permitió que está volviera a constituirse en alianza con la izquierda; pero no con cualquier izquierda, sino sólo con aquella parte que había explícitamente renunciado a la violencia como método de acción política.
Pero más allá de esta coyuntura específica, la larga historia de la DC muestra una trayectoria similar. Fueron profundas diferencias en torno a cómo abordar la cuestión social las que motivaron la separación de la Falange del P. Conservador. Desde esa fecha la DC optó por un camino que estuvo marcado por iniciativas como la nacionalización del cobre, la reforma agraria o la promoción popular. Incluso hoy la actual directiva de ese partido, como también la anterior, ha manifestado la necesidad de introducir medidas que puedan acelerar y profundizar la lucha contra la desigualdad y la pobreza.
En nuestro país la derecha siempre ha manifestado su extrañeza por el hecho de que, a diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo, la DC sea parte de una coalición de centro izquierda. Más allá de las razones dadas, se suma el evidente hecho de que tampoco en Chile la derecha es como en otras partes del mundo. Los llamados temas valóricos y culturales, que podrían potencialmente provocar un quiebre al interior de la concertación, siguen siendo significativamente menos relevantes que los desacuerdos éticos que la DC mantiene con la oposición. A diferencia de lo que se suele decirse, la distancia con la derecha – o con buena parte de ella-, con motivo a su silencio y complicidades en las graves violaciones de los derechos humanos, sigue siendo una cuestión gravitante para el electorado DC, incluso para todos aquellos que ni siquiera teníamos edad suficiente para votar en el plebiscito del 89.
En definitiva, no se advierten razones políticas, morales o económicas para que la DC sucumba a los reiterados llamados de la derecha para abandonar la coalición de gobierno.