...EDIT.REVISTA IMPACTO...
¡Discutámoslo!
Y los empresarios ganaron. Se puso en el tapete el tema de la flexibilidad laboral. ¡Como si no existiera en el país una flexibilidad no reglada, desde hace años! Los trabajadores enfrentan el tema desde dos perspectivas totalmente opuestas. La CUT en un rechazo frontal de algo que ya existe sin ningún tipo de controles ni protección. La UNT dispuesta a discutir el tema, con todas las variables en la mesa. Pero, como la gran mayoría de los chilenos no se encuentran organizados (un poco más del 10 % (669.000) está sindicalizado) y de ellos sólo el 8% negocian colectivamente, la voz mayoritaria se encuentra excluida de cualquier discusión.
Sin embargo, la participación en la toma de decisión sobre un tema de tanta relevancia como este, no es tema que preocupe a nuestras actuales autoridades. El ministro de Hacienda, Andrés Velasco (o presidente de la República en las sombras) partió en periplo a Europa, más específicamente a Dinamarca, para conocer in situ el modelo danés de “flexiseguridad” laboral. Por supuesto que el anuncio el secretario de Estado lo hizo en la última ENADE, (reunión top del empresariado nacional donde llevan todos los años a quienes dirigen el país para que rindan prueba) no en una fábrica o industria, menos ante un grupo de sacrificados obreros, o esforzados empleados, pulcros en su presencia, pero desbordados en sus angustias diarias para hacer alcanzar todo el mes un escaso ingreso. Velasco, cuando finalmente parece asumir que la economía está trabada, determina que la forma de solucionar el mediocre crecimiento es introducir la gran demanda de los empresarios: introducir la flexibilidad laboral, es decir culminar el proceso de desintegración laboral y sindical. Hay contumacia en no reconocer lo mal que se ha dirigido la economía nacional. Desde marzo se insistió en un discurso optimista que chocó contra la realidad y las frías cifras. Así, nuestro ministro salió en busca de ideas. Incomprensible que haya incurrido en un gasto para el país del tenor de un viaje a Europa, con lo que significa el pago en primera clase, hoteles de buen nivel, gastos de representación, si en Internet podría hacer encontrado la misma información y, si requería aclaraciones, bastaba con una video conferencia. Nos encontramos así ante una definición política, que si bien correspondía al ministro del Trabajo toma el ministro de Hacienda que desde hace una décadas es el que realmente manda en el país. Ante este hecho nuestra posición es la de discutir la flexiseguridad de los daneses. Pero discutir todas las aristas que conforman nuestra realidad. Entre ellas, por ejemplo y en primer lugar, discutiríamos la situación del mundo laboral, acorralado, indefenso, atomizado, sin fuerza para discutir de igual a igual; discutiríamos los efectos perversos de la alta concentración económica; la concentración de la propiedad; discutiríamos la aberrante desigualdad en la concentración del ingreso; llevaríamos a análisis si efectivamente los conglomerados están aportando a la modernidad, fomentando la tecnología y la innovación. ¡Discutámoslo!
Pero discutámoslo todos los actores sociales. No queremos una comisión como las anteriormente nombradas por la presidenta. Tampoco queremos discutirlo en un cónclave, ni en las comisiones del parlamento. Queremos una discusión frente al país, y en la que enfrentemos todos los temas vinculados a la mediocre economía nacional. El FMI en su boletín de noviembre comenta el tema de la flexibilidad laboral. Al respeto dice: “la flexiseguridad se está poniendo de moda. Se refiere al modelo social danés que combina flexibilidad para contratar y despedir empleados con una generosa red de protección social y programas para conseguir empleo. Esta singular combinación ha reducido el desempleo a su nivel más bajo en 30 años y ha despertado la atención de otros países europeos”, también del nuestro. El modelo danés, dice el boletín del FMI, conocido como flexiseguridad “por su capacidad de proporcionar a la vez flexibilidad laboral y seguridad social. Los empleadores tienen libertad para contratar y despedir, lo cual ha estimulado las contrataciones hasta niveles sin procedentes. A cambio, los trabajadores gozan de prestaciones sociales generosas si pierden sus empleos. Al mismo tiempo, unas políticas activas del mercado laboral garantizan que nadie permanezca desempleado más de seis meses seguidos sin que se le ofrezca empleo o formación”. Las principales características del sistema son: flexibilidad del mercado laboral; fuerte red de protección social (la tasa de reposición neta media está en torno al 80% de las más altas de Europa) y, políticas activas de mercado laboral. Pero el FMI se pregunta ¿es posible exportar el modelo? La respuesta no es fácil. Aplicar esta solución tiene un costo alto. La carga impositiva es relativamente alta, “lo cual es necesario para que Dinamarca financie su elevado gasto en programas laborales y prestaciones de desempleo (los dos programas cuestan más del 5% del PIB)”. Como la mayoría de los países que quieren imitar el modelo parten de una alta cesantía, “su adopción provocaría a corto plazo un fuerte incremento del costo de las prestaciones de desempleo y los programas laborales. Esto, a su vez, elevaría la cuña impositiva con un efecto negativo sobre la demanda y oferta de trabajo.” No obstante, ciertos elementos del modelo danés podrían ser tenidos en cuenta en otros países. La idea de una solución de compromiso entre la disposición de la población a aceptar la flexibilidad laboral y la existencia de una red de protección social eficiente es digna de estudio, lo mismo que la necesidad de adoptar políticas laborales eficaces que eviten costos elevados e incentivos perversos”. Otro hecho digno de destacar cuando se estudia la situación de Dinamarca dice relación con los actores involucrados. En ese país existe una cultura de respeto, de integración, de entendimiento entre gobierno, empresarios y trabajadores. Con instancias de diálogo. Además en ese país el 77% de los trabajadores está sindicalizado.
Todos estos datos los conseguimos en los medios de comunicación y a través de Internet. ¿Era necesario subirse a un avión para conocer en detalle el sistema? ¡Discutámoslo!Revista Impacto.
Y los empresarios ganaron. Se puso en el tapete el tema de la flexibilidad laboral. ¡Como si no existiera en el país una flexibilidad no reglada, desde hace años! Los trabajadores enfrentan el tema desde dos perspectivas totalmente opuestas. La CUT en un rechazo frontal de algo que ya existe sin ningún tipo de controles ni protección. La UNT dispuesta a discutir el tema, con todas las variables en la mesa. Pero, como la gran mayoría de los chilenos no se encuentran organizados (un poco más del 10 % (669.000) está sindicalizado) y de ellos sólo el 8% negocian colectivamente, la voz mayoritaria se encuentra excluida de cualquier discusión.
Sin embargo, la participación en la toma de decisión sobre un tema de tanta relevancia como este, no es tema que preocupe a nuestras actuales autoridades. El ministro de Hacienda, Andrés Velasco (o presidente de la República en las sombras) partió en periplo a Europa, más específicamente a Dinamarca, para conocer in situ el modelo danés de “flexiseguridad” laboral. Por supuesto que el anuncio el secretario de Estado lo hizo en la última ENADE, (reunión top del empresariado nacional donde llevan todos los años a quienes dirigen el país para que rindan prueba) no en una fábrica o industria, menos ante un grupo de sacrificados obreros, o esforzados empleados, pulcros en su presencia, pero desbordados en sus angustias diarias para hacer alcanzar todo el mes un escaso ingreso. Velasco, cuando finalmente parece asumir que la economía está trabada, determina que la forma de solucionar el mediocre crecimiento es introducir la gran demanda de los empresarios: introducir la flexibilidad laboral, es decir culminar el proceso de desintegración laboral y sindical. Hay contumacia en no reconocer lo mal que se ha dirigido la economía nacional. Desde marzo se insistió en un discurso optimista que chocó contra la realidad y las frías cifras. Así, nuestro ministro salió en busca de ideas. Incomprensible que haya incurrido en un gasto para el país del tenor de un viaje a Europa, con lo que significa el pago en primera clase, hoteles de buen nivel, gastos de representación, si en Internet podría hacer encontrado la misma información y, si requería aclaraciones, bastaba con una video conferencia. Nos encontramos así ante una definición política, que si bien correspondía al ministro del Trabajo toma el ministro de Hacienda que desde hace una décadas es el que realmente manda en el país. Ante este hecho nuestra posición es la de discutir la flexiseguridad de los daneses. Pero discutir todas las aristas que conforman nuestra realidad. Entre ellas, por ejemplo y en primer lugar, discutiríamos la situación del mundo laboral, acorralado, indefenso, atomizado, sin fuerza para discutir de igual a igual; discutiríamos los efectos perversos de la alta concentración económica; la concentración de la propiedad; discutiríamos la aberrante desigualdad en la concentración del ingreso; llevaríamos a análisis si efectivamente los conglomerados están aportando a la modernidad, fomentando la tecnología y la innovación. ¡Discutámoslo!
Pero discutámoslo todos los actores sociales. No queremos una comisión como las anteriormente nombradas por la presidenta. Tampoco queremos discutirlo en un cónclave, ni en las comisiones del parlamento. Queremos una discusión frente al país, y en la que enfrentemos todos los temas vinculados a la mediocre economía nacional. El FMI en su boletín de noviembre comenta el tema de la flexibilidad laboral. Al respeto dice: “la flexiseguridad se está poniendo de moda. Se refiere al modelo social danés que combina flexibilidad para contratar y despedir empleados con una generosa red de protección social y programas para conseguir empleo. Esta singular combinación ha reducido el desempleo a su nivel más bajo en 30 años y ha despertado la atención de otros países europeos”, también del nuestro. El modelo danés, dice el boletín del FMI, conocido como flexiseguridad “por su capacidad de proporcionar a la vez flexibilidad laboral y seguridad social. Los empleadores tienen libertad para contratar y despedir, lo cual ha estimulado las contrataciones hasta niveles sin procedentes. A cambio, los trabajadores gozan de prestaciones sociales generosas si pierden sus empleos. Al mismo tiempo, unas políticas activas del mercado laboral garantizan que nadie permanezca desempleado más de seis meses seguidos sin que se le ofrezca empleo o formación”. Las principales características del sistema son: flexibilidad del mercado laboral; fuerte red de protección social (la tasa de reposición neta media está en torno al 80% de las más altas de Europa) y, políticas activas de mercado laboral. Pero el FMI se pregunta ¿es posible exportar el modelo? La respuesta no es fácil. Aplicar esta solución tiene un costo alto. La carga impositiva es relativamente alta, “lo cual es necesario para que Dinamarca financie su elevado gasto en programas laborales y prestaciones de desempleo (los dos programas cuestan más del 5% del PIB)”. Como la mayoría de los países que quieren imitar el modelo parten de una alta cesantía, “su adopción provocaría a corto plazo un fuerte incremento del costo de las prestaciones de desempleo y los programas laborales. Esto, a su vez, elevaría la cuña impositiva con un efecto negativo sobre la demanda y oferta de trabajo.” No obstante, ciertos elementos del modelo danés podrían ser tenidos en cuenta en otros países. La idea de una solución de compromiso entre la disposición de la población a aceptar la flexibilidad laboral y la existencia de una red de protección social eficiente es digna de estudio, lo mismo que la necesidad de adoptar políticas laborales eficaces que eviten costos elevados e incentivos perversos”. Otro hecho digno de destacar cuando se estudia la situación de Dinamarca dice relación con los actores involucrados. En ese país existe una cultura de respeto, de integración, de entendimiento entre gobierno, empresarios y trabajadores. Con instancias de diálogo. Además en ese país el 77% de los trabajadores está sindicalizado.
Todos estos datos los conseguimos en los medios de comunicación y a través de Internet. ¿Era necesario subirse a un avión para conocer en detalle el sistema? ¡Discutámoslo!Revista Impacto.
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