..TEMA DE LOS FINES DE SEMANA...RELACIONES SEXUALES SEGURAS...
Hoy, primero de diciembre, se celebra el Día Mundial del SIDA. Veinticinco años después del descubrimiento de esta enfermedad, la lucha para controlarla, prevenirla o erradicarla es tremenda. Lamentablemente, cada día sigue cayendo gente enferma de SIDA. Y pareciera que poco se puede hacer al respecto.
Desde una perspectiva sexológica, la clave está en la educación. Nos preocupa sobremanera que la persona que establece relaciones sexuales sea consciente de la responsabilidad que ello conlleva y que entienda a qué se refieren las relaciones sexuales protegidas y sin riesgo. Es nuestra prioridad contribuir a que las relaciones sexuales sean responsables.
En otra ocasión ya hablamos de los derechos sexuales, recogidos por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud. Creemos que para el tema de hoy es pertinente recordar los dos últimos derechos de la lista, el noveno y el décimo:
El derecho a información basada en el conocimiento científico. Este derecho implica que la información sexual debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética, así como el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales.
El derecho a la educación sexual integral. Este es un proceso que se inicia con el nacimiento y dura toda la vida y que debería involucrar a todas las instituciones sociales.
Por lo tanto, es nuestra obligación informar y educar sobre la importancia de realizar prácticas sexuales protegidas y que garanticen la salud de la persona. A estas alturas, muchas personas tienen claras cuáles son las prácticas sexuales de riego en teoría, pero en la práctica, esta comprensión no está suficientemente arraigada.
Es imprescindible realizar prácticas sexuales seguras siempre que no se conozca el estado serológico de la otra persona. Es decir, si no se sabe si la otra persona es portadora del virus del VIH. Contar con esta información no es fácil, algunas veces porque ni la persona misma lo sabe.
La transmisión del VIH sólo puede producirse cuando una cantidad suficiente del virus −que se halla principalmente en la sangre, el semen, las secreciones vaginales, preseminales y la leche materna de las personas infectadas− penetra en la sangre de otra persona a través de heridas, pinchazos o lesiones en la piel, en la mucosa vaginal o en la anal. El coito y el sexo oral sin protección son actividades de alto riesgo.
Está comprobado que el preservativo es capaz de ofrecer la protección suficiente contra embarazos no deseados, el contagio del virus VIH y cualquiera de las infecciones por transmisión sexual. Sigue habiendo una reticencia por parte de algunas personas al uso del preservativo. Las razones y las excusas que se ofrecen para no emplearlo son de lo más variadas, pero sin ninguna consciencia de la responsabilidad y las consecuencias de ese pequeño acto.
¿Vale la pena arriesgarse? ¿Cuál es tu excusa? ¿Te preocupa contraer enfermedades por la vía sexual? ¿Eres de las personas que piensa que no te puede pasar a ti?
Desde una perspectiva sexológica, la clave está en la educación. Nos preocupa sobremanera que la persona que establece relaciones sexuales sea consciente de la responsabilidad que ello conlleva y que entienda a qué se refieren las relaciones sexuales protegidas y sin riesgo. Es nuestra prioridad contribuir a que las relaciones sexuales sean responsables.
En otra ocasión ya hablamos de los derechos sexuales, recogidos por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud. Creemos que para el tema de hoy es pertinente recordar los dos últimos derechos de la lista, el noveno y el décimo:
El derecho a información basada en el conocimiento científico. Este derecho implica que la información sexual debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética, así como el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales.
El derecho a la educación sexual integral. Este es un proceso que se inicia con el nacimiento y dura toda la vida y que debería involucrar a todas las instituciones sociales.
Por lo tanto, es nuestra obligación informar y educar sobre la importancia de realizar prácticas sexuales protegidas y que garanticen la salud de la persona. A estas alturas, muchas personas tienen claras cuáles son las prácticas sexuales de riego en teoría, pero en la práctica, esta comprensión no está suficientemente arraigada.
Es imprescindible realizar prácticas sexuales seguras siempre que no se conozca el estado serológico de la otra persona. Es decir, si no se sabe si la otra persona es portadora del virus del VIH. Contar con esta información no es fácil, algunas veces porque ni la persona misma lo sabe.
La transmisión del VIH sólo puede producirse cuando una cantidad suficiente del virus −que se halla principalmente en la sangre, el semen, las secreciones vaginales, preseminales y la leche materna de las personas infectadas− penetra en la sangre de otra persona a través de heridas, pinchazos o lesiones en la piel, en la mucosa vaginal o en la anal. El coito y el sexo oral sin protección son actividades de alto riesgo.
Está comprobado que el preservativo es capaz de ofrecer la protección suficiente contra embarazos no deseados, el contagio del virus VIH y cualquiera de las infecciones por transmisión sexual. Sigue habiendo una reticencia por parte de algunas personas al uso del preservativo. Las razones y las excusas que se ofrecen para no emplearlo son de lo más variadas, pero sin ninguna consciencia de la responsabilidad y las consecuencias de ese pequeño acto.
¿Vale la pena arriesgarse? ¿Cuál es tu excusa? ¿Te preocupa contraer enfermedades por la vía sexual? ¿Eres de las personas que piensa que no te puede pasar a ti?
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