viernes, diciembre 01, 2006

....¿ HOJARASCAS?...H. BOSSELIN....MUY BUENO...

Valores, Cultura y Transparencia ¿Hojarascas?
No al cónclave de la Concertación; No a la simple y mera flexibilización laboral;
No al modelo Danés de desarrollo; Si al modelo nacional y popular de desarrollo humano, solidario; Si a una más justa distribución de la riqueza; Si al crecimiento de la economía; No a la destrucción de la naturaleza; Si a una política con contenido valórico; No a una política artificial y meramente mediática. Alguien ha dicho que las graves irregularidades, de todo orden y de las cuales se ha tomado conocimiento a través de los medios de comunicación, serían simplemente hojarascas. El diccionario de la Real Academia, que a veces conviene consultar para hablar en público, dice que hojarasca significa: Conjunto de las hojas que han caído de los árboles; demasiada e inútil frondosidad de algunos árboles o plantas; cosa inútil y de poca sustancia, especialmente en las palabras y promesas. Bajo esta definición, todos los escándalos públicos que se relacionan con el incorrecto uso de los recursos públicos que pertenecen a todos los chilenos, para alguno, que ha ocupado cargos de la más alta importancia en la República, serían simplemente hojas que han caído del árbol público, inútiles y de poca sustancia. Discrepamos de semejante apreciación, por cuanto lo que hemos venido leyendo en la prensa escrita y escuchando de boca de actores del mundo político y social, no son cosas sin importancia. Al contrario. Se trata de hechos, de fríos hechos, concretos y reales que prueban la existencia de indicios o de presunciones, graves, precisas y concordantes, en el sentido que las irregularidades o ilicitudes que aparecen difundidas en los medios de comunicación, son efectivas. Leonardo Boff, en Ética y Moral de Salterrae, año 2003, con singular precisión, refiriéndose a la época contemporánea dice magistralmente: “Hoy vivimos una grave crisis mundial de valores. A la inmensa mayoría de la humanidad le resulta difícil saber lo que es correcto y lo que no es. Ese oscurecimiento del horizonte ético redunda en una enorme inseguridad en la vida y en una permanente tensión en las relaciones sociales, que tienden a organizarse más alrededor de intereses particulares que entorno al derecho y la justicia. Este hecho se agrava aún más por causa de la propia lógica dominante de la economía y del mercado que se rige por la competencia, la cual crea oposiciones y exclusiones –y no por la cooperación-, que armoniza e incluye. Con ello se dificulta el encuentro de estrellas-guía y de puntos de referencia comunes, importantes para las conductas personales y sociales”. En este orden de consideraciones conviene traer al debate la forma como la Cámara de Diputados viene ejerciendo sus funciones fiscalizadoras. En días recientes se tomó conocimiento de algunos aspectos de la Comisión Investigadora de las irregularidades de los denominados PGE, o empleos brujos. Dicha Comisión entregará al plenario de la Cámara su informe durante la próxima semana. El problema surgió al interior de dicha Comisión cuando, al parecer , después de llegar a la conclusión de que se habrían desviado fondos públicos a determinadas campañas políticas electorales, la mayoría de dicho cuerpo habría acordado no incluir los nombres de las candidaturas a las cuales fluyeron los recursos públicos en forma, que a juicio de dicha mayoría, sería indebida. La opinión pública, y el propio Supremo Gobierno, como lo ha dicho la Presidenta Michelle Bachelet Jeria, están interesadas en un gran esfuerzo de transparencia. Si queremos que ésta efectivamente exista, la Cámara de Diputados tiene la obligación de dar a conocer al país el contenido completo de la Comisión Investigadora de los PGE o empleos brujos, a fin de que la ciudadanía se forme juicio sobre los hechos investigados y formule, libre y soberanamente, sus juicios o reproches Si como producto del análisis de ese informe se llegare a la conclusión que efectivamente recursos públicos, por diversas vías que no calificamos, llegaron a determinadas candidaturas, la Cámara de Diputados como cuerpo colegiado debiera adoptar una resolución firme y potente, y a su vez quienes hubieren sido elegidos mediante procedimientos objetados, debieran adoptar una resolución que otorgara al parlamento de Chile una salida: en la última reforma Constitucional, aprobada por la Ley 20050 del 26 de Agosto de 2005, se agregó un inciso final al artículo 60 de la Constitución Política en el sentido que, “los Diputados y Senadores podrán renunciar a sus cargos cuando les afecte una enfermedad grave que les impida desempeñarlos y así lo califique el Tribunal Constitucional”. Estamos ciertos que los redactores de dicha reforma Constitucional, cuando elaboraron dicho texto, tuvieron presente enfermedades físicas o psicológicas o psiquiátricas graves, y nunca pensaron en otro tipo de enfermedades de naturaleza meramente social. Si se aplica estrictamente el tenor literal del precepto referido los Diputados y Senadores sólo podrían renunciar cuando estuvieren afectados de enfermedades físicas, psíquicas o psiquiátricas. Por nuestra parte pensamos que debe hacerse una interpretación finalista o teleológica de la norma, y buscar la finalidad de ella. Así llegaríamos a la conclusión que, si se da el lamentable evento que Diputados o Senadores aparecieren de algún modo y en términos ciertos, efectivos, reales e indudables, vinculados con desviaciones de fondos a sus campañas, puedan renunciar a sus cargos. Como demócrata convencido hago votos para que una vez dado a conocer a la opinión pública el informe de la Comisión Investigadora sobre los PGE, no aparezcan antecedentes que vinculen a ningún Diputado o Senador con tales materias. Siempre hemos tenido la más alta valoración de la política. Esta, para los cristianos, es una expresión muy elevada de la caridad. Estoy cierto que el país sufriría moralmente si de dicho informe se dedujeran conclusiones negativas y se pudieran extraer reproches severos respecto de determinados políticos. Pero si se diere tan dolorosa situación, la Cámara de Diputados y los Diputados, como igualmente el Senado y los Senadores, debieran tomar decisiones vigorosas y las renuncias ya mencionadas es un camino lógico y natural. Si ella se produce, tan importantes cuerpos políticos saldrían fortalecidos y el país creería y seguiría a quienes gobiernan, mandan y hacen las leyes. Por otro lado, también la opinión pública ha tomado conocimiento que la Concertación habría decidido efectuar algo así como un conclave: “Después de una semana que muchos en el oficialismo evalúan como una de las peores que ha vivido la Concertación - con la explicitación de los riesgos de quiebre y fuertes escaramuzas entre los Diputados de la DC y el PS – PPD a raíz de temas como el aborto, Chiledeportes y PGE-, los presidente de la Concertación analizaron ayer la urgencia de buscar una instancia de unidad que ayude a limar asperezas. En ese contexto emergió la iniciativa de convocar a un cónclave de trabajo entre las directivas partidarias y los parlamentarios, al estilo del que se realizó en junio pasado en el Estadio San Jorge, pero esta vez sin la presencia de personeros de Gobierno” (Página C5 El Mercurio, edición 28 de noviembre de 2006).Volvamos al diccionario de la Real Academia. Cónclave, “del latín cónclave, lo que se cierra con llave significa: junta de los Cardenales de la Iglesia Católica, reunida para elegir Papa; lugar donde se reúnen los Cardenales para elegir Papa; junta o congreso de gente que se reúnen para trata un asunto”. Así, nos encontraríamos frente a una junta de Presidentes de los partidos de la Concertación y de parlamentarios que apoyan al gobierno, que se reunirían en un lugar determinado, en un cónclave, esto es, “cerrado con llave”. No deseamos que se efectúe un cónclave, ni el país espera reuniones a puerta cerrada, con llaves. El país quiere que sus dirigentes y sus autoridades, especialmente quienes han recibido un mandato público de representación popular, hablen al país con claridad meridiana, en forma transparente, sin vidrios oscuros o sin lugares cerrados con llave. Los miles y miles de chilenos y chilenas, adultos y adultas, jóvenes, niños y niñas que han apoyado a todos los gobiernos de la Concertación y que han votado y confiado en los partidos que la integran, quieren que sus representantes populares hablen de cara al país, para conocer la verdad de los hechos. La verdad siempre fortalece y hace libre a las personas y reafirma las confianzas. El país necesita que sus autoridades inspiren y den confianza. No basta tener el poder en una democracia, sino que es esencial y determinante que junto al poder, también se tenga la correspondiente autoridad: autoridad política, moral e histórica. Pedimos, y aún más rogamos a los Presidentes de los partidos de la Concertación y a sus Diputados y Senadores, que no efectúen cónclave de ninguna especie, sino que con la más absoluta claridad se dirijan al país. Las situaciones que afectan al sector público no son hojarascas, simples cosas inútiles, u hojas que han caído de los árboles, sino que se trata de hechos graves: los dirigentes políticos y las dirigentes políticas debieran ser modelos de conducta para las nuevas generaciones, para la juventud a la cual habrá que entregarle la antorcha para renovar en algún momento próximo, a todas sus autoridades.
Los modelos de conducta son consistentes, cuando hay transparencia. La Concertación de partidos por la Democracia, si aún desea seguir siendo una coalición gobernante, no necesita cónclaves sino que requiere que se repacten las condiciones de su propia existencia, que se refunda en sus cimientos. No se trata de un simple problema de ajustes o de meras coordinaciones o de reordenamientos administrativos o políticos entre los distintos partidos y entre éstos y el Gobierno. El problema es mucho más profundo: refundar es reconstruir los pilares básicos de una estructura; las fundaciones penetran en la tierra y afirman, dan equilibrio y consistencia al edificio. Si sólo se piensa que nos encontramos ante problemas menores, meramente transitorios, que ya pasarán y se solucionarán solos, se incurrirá en una gravísima equivocación: nos hallamos ante una crisis de valores y de convivencia. La semana recién pasada se publicaron antecedentes y encuestas relacionadas con la convivencia en los establecimientos educacionales, y en ellas se hacía alusión a los grados de violencia o de agresión que se está produciendo a su interior. Cuando dichas situaciones surgen en una sociedad nadie puede hablar de hojarascas, sino que se trata de temas relevantes que afectan a la familia chilena. Con certeza Leonardo Boff, en el trabajo que hemos citado afirma que: “la cultura dominante es culturalmente pluralista, políticamente democrática, económicamente capitalista y, al mismo tiempo, es materialista, individualista y competitiva, perjudica al capital social de los pueblos y torna precarias las razones de nuestra convivencia. Con mucho poder y poca sabiduría ha creado el principio de la autodestrucción. Por primera vez podemos eliminar las bases de la supervivencia de la especie, lo cual hace que la cuestión ética sea apremiante e inaplazable”. Citamos lo anterior, porque dentro de todo este contexto deben ubicarse los anuncios que trae la prensa, en el sentido que el Ministerio de Hacienda habría descubierto que el modelo Danés de flexibilización laboral, sería a juicio de esa autoridad, uno de los caminos más expeditos para hacer crecer la economía; olvidando que el modelo Danés se estructura en un país desarrollado, con altas tasas de crecimiento, con avances extraordinarios en tecnología, ciencia e innovación. La aplicación del modelo Danés, que en forma tan simple aparecen aplaudiendo desde el Ministerio de Hacienda, de aplicarse significará, en la práctica: disminución de remuneraciones para el sector laboral, esto es, un incremento de desigualdad en la distribución de los ingresos totales o de la renta nacional. Sectores empresariales influyentes e importantes vienen sosteniendo que la economía no crece a un ritmo adecuado, porque el mercado laboral sería inflexible o rígido. Porque no sería fácil despedir a los trabajadores. Sin embargo esos sectores no le han dicho al país, que uno de los factores más importantes que están retardando el crecimiento de la economía, es la extraordinaria concentración existente en la misma. Concentración en la producción y en la propiedad que no ha ido acompañada de un aumento en lo que se denomina la productividad total de los factores. Esa concentración que se da en todos los mercados, hace que virtualmente toda la economía gire en torno a determinados conglomerados que concentran el 95% de las ventas y que impiden el emprendimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas. Si las autoridades del gobierno quieren proponer el modelo Danés, otros, desde la perspectiva humanista y cristiana, del partido Demócrata Cristiano, queremos proponer un modelo chileno, nacional y popular; que desconcentre la economía y sus mercados; que disminuya la notable desigualdad en la distribución de los ingresos totales de la economía; que revolucione la educación tanto en su metodología como en sus textos de enseñanza, y que abra el país a un modelo de desarrollo humano y no meramente economicista. Un modelo que flexibilice las teorías monetarias y que no haga recaer en el sector laboral la falta de crecimiento de la economía; un modelo que le abra campo a la micro, pequeña y mediana empresa a fin de que éstas puedan efectivamente participar en el mercado y vender sus productos al mundo con valores incorporados; una economía en la cual las grandes compañías mineras del cobre, refinen esta riqueza nacional en Chile y no en la India o en China. Se requiere un golpe de timón, que llene de entusiasmo al país y que convoque espiritualmente a las grandes mayorías nacionales. Al país, no se le está diciendo la verdad, en cuanto a su efectivo crecimiento: Chile creció entre 1986 y 1997, sostenidamente a tasas de 7,6%. Desde la crisis asiática de 1999, nuestro país creció en promedio sólo marginalmente sobre 4%. La pregunta que con mucha inteligencia se hace Raphael Bergoeing, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, es la siguiente: ¿Por qué desde 1998 a la fecha sólo hemos crecido en torno a un 4%? ¿Por qué estamos creciendo hoy a tasas que incluso son de 2.9%? La respuesta que da y que compartimos es así: “Se puede crecer transpirando más o inspirándose más. Lo primero significa más máquinas (inversión) y horas de trabajo (empleo), es decir, más insumos productivos. Inspirarse es invertir y trabajar mejor, lo que nos pone frente a dos flancos: cantidad o calidad de factores. El diagnóstico demuestra que desde 1960 hasta el año 2005, más del 70% del crecimiento chileno acumulado se explica por eficiencia, es decir inspiración, una real mejora en la calidad de los factores productivos, lo que los economistas llaman productividad total de factores; el otro 25% corresponde a inversión y empleo. Además, casi 60% de nuestro actual menor nivel de ingresos con respecto a los países más ricos se explica por nuestra menor eficiencia” (Diario Estrategia, jueves 30 de noviembre de 2006). El Ministerio de Hacienda, tal vez ha viajado a Dinamarca, con el propósito de encontrar alguna fórmula de dar más eficiencia a la economía y esa fórmula sería una sola: flexibilizar el mercado laboral. Si eso es lo que se está haciendo, lo correcto es que las autoridades económicas reconozcan que han fracasado y se han equivocado en todos los diagnósticos y anuncios que han hecho a lo largo de todo este año. Nosotros, desde nuestra perspectiva, sostenemos que el país puede más, está en condiciones de crecer a tasas más elevadas y para ello debe hacerse cargo de los problemas que acarrea la concentración económica, que resta eficiencia a la economía y que impide que la productividad total de los factores arrastre las tasas de crecimiento hacía un 6% o 7%.. Pero esto es una decisión que no corresponde adoptar exclusivamente a los técnicos, sino que son los políticos o las políticas de verdad los que deben tomar resoluciones consistentes y maduras. Los problemas de Chile por cierto no son exclusivamente del sector público, sino que también del sector privado. Estamos ante un cambio cultural vertiginoso que ha producido modificaciones valóricas significativas, daños efectivos al tejido social y al sentido de comunidad, todo lo cual provoca desorientaciones en cuanto a los fines y valores y a los medios lícitos y morales para alcanzarlos. La Conferencia Episcopal de Chile, en su declaración del 17 de Noviembre de 2006, dijo: “Hemos visto y seguido atentamente los acontecimientos que han marcado los últimos meses de nuestra convivencia nacional: las manifestaciones estudiantiles que revelan el grave malestar que sufren nuestros jóvenes en su proceso educativo y los brotes de violencia que han surgido en diversos ámbitos de nuestra sociedad. En particular, nos asociamos a la conciencia nacional por los graves signos de corrupción que han aparecido en el horizonte de la vida política y social, puesto que la vocación política es una de las más altas formas del ejercicio de la caridad. No siguen preocupando los delitos consumados en el seno de la familia, los asaltos por motivo de dinero y los índices de drogadicción; todo esto, en un país donde crecen los bienes materiales y las posibilidades reales de una mejor vida social. Hemos levantado nuestra voz para defender el derecho y la dignidad de la vida humana, reiteradamente amenazada por proposiciones sobre el aborto. Hemos defendido también la belleza del amor y la vida familiar, ante intervenciones públicas que no respetan su sentido integral”; termina la declaración así: “Los actores, sociales, públicos y privados deben tener presente el bien común, en especial el bien de los pobres, y conocer las consecuencias que repercuten en la sociedad si se actúa al margen de la ética. Hay delitos graves en los que todos deben pagar por el abuso de unos pocos”. Corresponde en consecuencia actuar acorde con la situación descrita. Cada cual, según su propia competencia y según cual sea la función que desempeñe en la sociedad, bien sea en el ámbito público, político, privado, social o familiar, debe adoptar las medidas adecuadas y respaldar los proyectos responsables que vuelvan a despertar las esperanzas del país.





Hernán Bosselin Correa