....LA NUEVA REPÚBLICA ?.....
Por Alejandro Salas
Me convoca Eduardo, mi hermano, cuando se refiere a la “Nueva República”, aunque él es más complaciente que yo con la imperante cultura, moral o como quiera llamársele a la cosa valórica actual; aquella en la que la solución de los males pasa por la descomposición social, donde, por ejemplo, el ejercicio del aborto clandestino sólo tiene solución desde su permisividad, aunque se tenga que trocar en eufemismos lo que de suyo es corrupto.
Con esta premisa modernista de “ante los males dar permiso”, liberales de todos lados sustancian, por ejemplo, resolver los problemas del empleo con eufemísticas “flexibilizaciones” que, a la postre, terminarán por “quitarle al trabajador su derecho a indemnización”. Premisa coherente cuando se trata de exigir responsabilidad penal a los jóvenes, al tiempo que se les permisa el uso indiscriminado de “píldoras del día después” a adolescentes, pero que, en ningún caso, considera que con esos afanes se descompone la confianza y la fe de todos en la sociedad en que vivimos.
Majadero sería si repitiera aquí todo lo que explica por qué subsistimos en uno de los mundos más infelices, que baste insinuar las altas tazas de estrés y depresión para exponer que la Era ha llegado a su fin y que ella por si sola no tiene como responderle al ser humano.
Estoy convencido de que asistimos a tiempos similares a los de Calvino y Lutero, cuando el poder feudal y de la Iglesia se mantenía inmutable con su dogmática, que la historia se encargó de guillotinar. Hoy el dogma es otro, pero su religión es tan funcional a los monstruos del poder, como otrora lo fue el catolicismo. Al final vino, por fin, La República que se expresó en cada una de las independencias americanas. La Nueva República no sólo es una visión del problema económico, sino una visión de mundo, una respuesta que construye un bien colectivo con el que se identifique cada persona, donde los frutos del esfuerzo de todos sea para todos, donde haya fe en lo que la autoridad y el poder persiguen, pues estarían íntegramente ligados al afán individual. La Nueva República es un desafío intelectual y emocional, cuya misión inmediata es democratizar la economía, para poner el dedo en la yaga y, así, concentrar aquí la cuestión ética y no dejar que se nos cuele la vacua discusión “valórica de matrimonios más o menos” En este sentido misionero, el ejercicio de la generosidad es un deber, para todos los que, de algún modo, venimos cuestionando el modelo social y económico imperante. La misión, supone pujar por un Estado que participa más directamente de la cuestión productiva, garantizando en los mercados equilibrios en la competencia, pero también pasa por entender que, junto con penas severas para los “servidores públicos” ladrones, es menester señalar que la sociedad toda se corrompe cuan los intereses privados de los concentradores de la economía controlan la acción política.
Con cariño.
Alejandro Salas
Me convoca Eduardo, mi hermano, cuando se refiere a la “Nueva República”, aunque él es más complaciente que yo con la imperante cultura, moral o como quiera llamársele a la cosa valórica actual; aquella en la que la solución de los males pasa por la descomposición social, donde, por ejemplo, el ejercicio del aborto clandestino sólo tiene solución desde su permisividad, aunque se tenga que trocar en eufemismos lo que de suyo es corrupto.
Con esta premisa modernista de “ante los males dar permiso”, liberales de todos lados sustancian, por ejemplo, resolver los problemas del empleo con eufemísticas “flexibilizaciones” que, a la postre, terminarán por “quitarle al trabajador su derecho a indemnización”. Premisa coherente cuando se trata de exigir responsabilidad penal a los jóvenes, al tiempo que se les permisa el uso indiscriminado de “píldoras del día después” a adolescentes, pero que, en ningún caso, considera que con esos afanes se descompone la confianza y la fe de todos en la sociedad en que vivimos.
Majadero sería si repitiera aquí todo lo que explica por qué subsistimos en uno de los mundos más infelices, que baste insinuar las altas tazas de estrés y depresión para exponer que la Era ha llegado a su fin y que ella por si sola no tiene como responderle al ser humano.
Estoy convencido de que asistimos a tiempos similares a los de Calvino y Lutero, cuando el poder feudal y de la Iglesia se mantenía inmutable con su dogmática, que la historia se encargó de guillotinar. Hoy el dogma es otro, pero su religión es tan funcional a los monstruos del poder, como otrora lo fue el catolicismo. Al final vino, por fin, La República que se expresó en cada una de las independencias americanas. La Nueva República no sólo es una visión del problema económico, sino una visión de mundo, una respuesta que construye un bien colectivo con el que se identifique cada persona, donde los frutos del esfuerzo de todos sea para todos, donde haya fe en lo que la autoridad y el poder persiguen, pues estarían íntegramente ligados al afán individual. La Nueva República es un desafío intelectual y emocional, cuya misión inmediata es democratizar la economía, para poner el dedo en la yaga y, así, concentrar aquí la cuestión ética y no dejar que se nos cuele la vacua discusión “valórica de matrimonios más o menos” En este sentido misionero, el ejercicio de la generosidad es un deber, para todos los que, de algún modo, venimos cuestionando el modelo social y económico imperante. La misión, supone pujar por un Estado que participa más directamente de la cuestión productiva, garantizando en los mercados equilibrios en la competencia, pero también pasa por entender que, junto con penas severas para los “servidores públicos” ladrones, es menester señalar que la sociedad toda se corrompe cuan los intereses privados de los concentradores de la economía controlan la acción política.
Con cariño.
Alejandro Salas
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