LA SUBJETIVIDAD DE LA OBJETIVIDAD. Andres Rojo.
La
visita de Camila Vallejo a Cuba dio para muchos comentarios en la prensa y las
redes sociales, pero como suele ocurrir en situaciones que dan para polémica
sirvió también para dejar en evidencia la subjetividad de las opiniones de unos
y otros.
Para cada uno de los que opinaron, se
trata de hechos o situaciones objetivas: Para unos, sus dichos sobre Fidel
Castro son correctos y certeros; para otros, demostraban su falta de
objetividad respecto al anciano dirigente y la situación cubana.
Al igual que ocurre con cualquier suceso debatible, los que intervienen
parten de su propia verdad, pero el contraste de las opiniones de todos los que
participan en la polémica confirma que no hay verdades únicas. La objetividad con la que se interpretan las
situaciones es, al final, subjetiva.
Algo similar ocurre con la manera
en la que la gente percibe las informaciones que recibe, tanto de los medios de
comunicación como de otras fuentes. Se
suele aceptar como cierto el mensaje que concuerda con nuestras propias
preconcepciones y desechar lo que las contradice. Es sobre la base de ese fenómeno que las
personas juzgan a la prensa como mentirosa o fidedigna, y lo mismo ocurre con
los políticos. Por muy desprestigiados
que estén, siempre cuentan con alguien que los apoya porque cree que dicen la
verdad, que en cada caso es la verdad compartida entre el político y su
adherente.
La realidad es la suma de todas
estas apreciaciones, pero la verdad es una cosa distinta y es importante no
confundir la verdad con las subjetividades personales, que son muy legítimas
pero no únicas, así como es importante aceptar que otros tienen verdades
propias y que en el contraste de esas verdades hay un avance para el conjunto
de la comunidad en la que se produce el debate.
No se puede exigir a nadie decir la
verdad por la sencilla razón de que nadie está autorizado para definir cuál es
esa verdad. Pero lo que sí es
importante, para los efectos de que haya un debate útil, es que todas las voces
puedan ejercer su derecho a la libre expresión y que toda la comunidad tenga
acceso a esas opiniones, con independencia de que las acepten o no.
La mentira, como denegación de la
posibilidad de contrastar verdades, nace cuando se cohíbe la manifestación de
cualquier parte de las subjetividades personales y en estos tiempos en que las
opiniones circulan con total libertad en la mayoría de las naciones a través de
los canales alternativos que ofrecen las redes sociales se va haciendo cada vez
más difícil tapar el sol con un dedo.
Pero eso tampoco renunciar a la obligación de los medios de comunicación
y de las instituciones republicanas a ejercer el pluralismo.
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