¿El pueblo unido avanza sin partidos?. Sergio Micco
La valorización de los partidos políticos está a la baja en muchas democracias contemporáneas. En Chile se encuentran entre los actores e instituciones en las que menos se confía. Solo un poco mejor evaluado está el Congreso Nacional. Por ello no es raro que el movimiento estudiantil no vea con buenos ojos que su demanda de cambio termine siendo negociada con Diputados y Senadores. Sin embargo, sin tal mediación institucional no habrá cambios constitucionales ni legales, ni nuevas políticas públicas. A menos a que se apueste por un cambio fuera de las instituciones. Pero no es fácil acumular fuerza social para ello. Tampoco plasmar una voluntad política mayoritaria en esa dirección. Finalmente, pese a la movilización masiva y a la protesta, no se percibe a la coalición gobernante que, amparada en la institucionalidad, rechaza frontalmente los aspectos más radicales de la demanda estudiantil, severamente debilitada. ¿Qué hacer? Partir por no caer en ilusiones, ponderando serenamente no sólo las debilidades de los partidos políticos, sino que también sus fortalezas, a fin de convocarlos a una cooperación con los movimientos sociales que puede ser oportunidad, y no sólo amenaza, para conseguir ahora la consagración institucional de una reforma educacional tan indispensable como urgente. Esa es la lección que se debería sacar del movimiento pingüino del 2006. Se trata de avanzar de la contestación al cambio.
La crítica a los partidos políticos
Durante décadas se ha teorizado sobre la disconformidad hacia los partidos. Se trata de ya un antiguo fenómeno que se replantea internacionalmente con renovadas fuerzas desde los años 80´.
Al analizar los sistemas democráticos contemporáneos, algunos de los indicadores que expresan el malestar con los partidos políticos son:
a) De acuerdo a las encuestas de opinión pública poca confianza en los partidos como herramienta para resolver problemas;
b) Decrecimiento de la votación de los grandes partidos;
c) Partidos pequeños ven aumentada su votación, particularmente los de protesta;
d) Erosión de las grandes identidades colectivas de base ideológica, pues las visiones omnicomprensivas han entrado en crisis. Este fenómeno ha afectado principalmente a los partidos políticos de base obrera y de inspiración cristiana;
e) Aumento de la volatilidad electoral, es decir de la fluctuación del voto intra o inter bloque entre una elección y otra. Esta situación es aún más compleja en los sistemas de partidos poco consolidados;
f) Aumento del abstencionismo. La cantidad de ciudadanos que participan en las elecciones es cada vez más baja; y
g) Disminución de las membresías partidarias (militancia) .
Detrás de estos siete indicadores se encuentran causas estructurales profundas. Anotemos las principales:
a) Se ha producido una heterogeneidad de los estilos de vida, la sociedad se ha fragmentado provocando una crisis de las identidades colectivas, entre ellas las de los partidos;
b) Vivimos en tiempos de individuación sociológica e individualismo cultural. La población cree que su felicidad y futuro dependen menos de la acción colectiva o cultural y más de la acción individual;
c) Ganan fuerzas conductas ligadas a la anti organización, principalmente en los segmentos jóvenes. Esta situación se acentúa producto de un sentimiento de sospecha y escepticismo hacia las instituciones;
d) La globalización e internacionalización de la economía. Estos cambios explican que muchos aspectos que antes eran parte del sistema político, ahora son parte de una economía de mercado global;
e) Se ha desarrollado una complejidad creciente de los problemas sociales y muchos de ellos se perciben como fuera del alcance del Estado Nacional. Por ejemplo, el tema del cambio climático;
f) El aumento de las desigualdades cuyas causas estructurales situadas en la economía no son resueltas por los partidos políticos, sobre todo en entornos neoliberales; y
g) Aumento de las expectativas de la población. El mejor nivel educacional o la influencia de los medios de comunicación provocan que la población espere mucho de los políticos o los partidos. Se ensancha crecientemente la brecha entre dichas expectativas y los logros del sistema político .
Las críticas a los partidos políticos: paradojas, contradicciones y ambigüedades.
Comprender las causas sociológicas que explican el cuestionamiento de los partidos políticos no supone dar por bueno ni inevitable tal fenómeno. Del mismo modo conocer las críticas no significa aceptarlas a fardo cerrado. En efecto, Juan J. Linz ha hecho ver que muchas de las críticas en contra de los partidos políticos son paradójicas o abiertamente contradictorias:
a) Se les critica porque son expresión de competencia y por lo tanto expresión de división y de conflicto. Estas dimensiones están potenciadas por la política - espectáculo en donde los medios de comunicación muestran lo más llamativo de la actividad y ellos son los conflictos entre personalidades o grupos. Se contrapone a lo anterior una valoración de la unidad nacional y de la armonía social, que supuestamente los partidos políticos impiden. Pero luego, a los partidos también se les acusa de ser todos iguales y que se coluden para defender sus intereses.
b) Se les critica porque que cada ciudadano individual quiere que exprese sus intereses. Pero después se les denuncia porque representan intereses particulares y no promueven los intereses de la comunidad;
c) Se les critica porque por que están solo preocupados de conseguir el mayor número de votos. Pero ello es obvio y positivo pues en la competencia democrática el poder político depende del apoyo popular;
d) También se les critica porque no poseen diferencias programáticas significativas. Las elecciones no recaerían sobre opciones reales. Serían todos lo mismo. Pero se olvida que diferenciación ideológica y programática supone la expresión política de conflictos sociales preexistentes y por lo tanto división política entre alternativas.
e) Los partidos hoy son sancionados porque hay más transparencia. Y por lo tanto, los actos delictuales o inmorales simplemente ahora son conocidos y no ocultados. La antipolítica simplifica los déficits éticos de las sociedades contemporáneas pues oculta los severos problemas que también se vive en las empresas y en el ejercicio de las profesiones. Expresión de lo anterior es la proliferación de cursos sobre ética y deontología. Tampoco se destaca que normalmente detrás de un político corrupto hay un privado corruptor.
Especialmente exigir pureza para el total del personal político es irreal, si se considera que los partidos son organizaciones obligadas a reclutar a miles de personas a fin de proveer miles de cargos públicos y donde inevitablemente un número de ellos ejercerán el poder indebidamente. Normalmente se generaliza y se habla de corrupción sistémica, aún cuando sean casos particulares y aislados. No se ven los matices, que normalmente se hacen cuando los mismos hechos ocurren en instituciones privadas, particularmente en la esfera de la economía.
f) Se les critica porque expresan la profesionalización de la política. Pero luego se les pide que gobiernen en forma eficiente, construyan consenso y den gobernabilidad. Lo cual supone que el gobierno los realice personas con experiencia y no aficionados. Tampoco se reacciona contra campañas difamatorias de lo público, que terminan ahuyentando los talentos hacia otras actividades. Y luego se reclaman que la política sólo atrae a los mismos de siempre, que no hay renovación y que son mediocres
Los partidos desafiados pero vigentes
Pese a los cambios sociales y a las críticas, las tareas de los partidos aun no han encontrado sustitutos. Las funciones sociales que ellos desarrollan no son fácilmente fungibles; sustituibles por otros actores. Es así como estos:
• Los partidos sirven para mantener un consenso básico sobre el acceso al poder en democracia: los conflictos sociales son institucionalizados, la competencia por el poder es pacífica y este depende del número de votos conseguidos en elecciones periódicas.
• Sondean la opinión ciudadana y la representan responsablemente. La continuidad política supone competencia relativamente estable entre partidos. Como ellos aspiran a tener vigencia más allá de un mandato electoral, están sistémicamente obligados a practicar un gobierno responsable y que responde a las preferencias ciudadanas. De lo contrario perderán apoyo, votos y cargos.
• Las tareas de agregación de intereses particularistas es esencial para tomar decisiones colectivas, socialmente justas y que apunten eficientemente al interés general. En toda sociedad es necesario ordenar las preferencias, jerarquizarlas, adecuarlas a un ritmo temporal, desechar las que no correspondan al nivel de desarrollo existente y armonizarlas; en suma, atender a las partes mirando el todo. Así los partidos reducen la complejidad de la sociedad, tanto desde las demandas hacia el sistema político como de los productos de este.
• Los partidos reclutan a los candidatos a representar al pueblo o a conducir el Gobierno. Si esta función la hacen mal, todo el sistema político democrático se resiente. Ellos garantizan la coordinación del personal político. Esta tarea no es baladí, pues cuando el personal político es reclutado desde la esfera privada, normalmente la empresa, lo que surge son los conflictos de intereses.
• Aunque con más problemas y dificultades que en otros momentos históricos, los partidos movilizan al electorado, estructuran parte de la agenda pública y socializan políticamente a los ciudadanos.
Los movimientos sociales y los partidos políticos: un breve contrapunto
Donatella Della Porta, Profesora de la Universidad de Florencia y especialista en movimientos sociales señala varias consideraciones que ningún partidario de los movimientos sociales y detractor de los partidos políticos debiera olvidar, si es que se pretende hacer juicios ponderados:
• Los partidos políticos, sobre todo el ideológico de masas, han sido capaces de construir identidades colectivas en donde el particularismo ha quedado regulado por intereses más generales. En las sociedades actuales hay desafíos muy grandes, para crear relaciones solidarias. Hay necesidades de solidaridad, lo que en gran parte, los partidos políticos que expresan identidades colectivas han llenado. Los partidos políticos deben integrar a la pluralidad social mirando el todo, el conjunto. Si no lo hacen pierden representatividad y por lo tanto poder.
• Las identidades particularistas que pasan a copar la cancha cuando los partidos se debilitan o no existen, no tienen capacidad de construir esos niveles de solidaridad y de agregar intereses. Por lo mismo, les cuesta mucho ir más allá de la protesta o de la denuncia.
• La otra capacidad que tienen los movimientos sociales es de bloquear decisiones, de impedir que ellas se tomen. Pero dicha capacidad no va acompañada necesariamente de la capacidad de proponer ni ejecutar nuevas políticas.
• Cuando el conflicto social solo es mediado por grupos de presión y/o por movimientos sociales predominan los más fuertes. Esto debido a que las posibilidades y los incentivos para la acción colectiva, es mucho más alta cuando los intereses no son difusos, ni generales, si no que específicos, sectoriales y concretos. El juego de los intereses sin mediación institucional ni de los partidos provoca el llamado “pretorianismo de masas”. La acción directa, normalmente violenta y, muchas veces, antesala del golpe militar.
• Cuando en una sociedad solo se movilizan los grupos que, legítimamente, se basan predominantemente en incentivos materiales, al final tenemos solo una especie de libre concurrencia de dichos intereses, muchas veces devienen en egoístas e incívicos, pues no consideran las necesidades generales ni el largo plazo, tornándose inviable la existencia de un proyecto compartido, base de la ciudadanía y de la vida en común. Además, muchas veces, los métodos de acción no se basan en la persuasión ni en la negociación, sino en la capacidad de intimidación y de chantaje.
• Para que la representación política sea eficiente, se deben agregar intereses, porque de lo contrario, sin esta mediación, se facilita la toma de decisiones que no miran al óptimo social. Esta es la razón por la cual los mecanismos de agregación que hacen los partidos son tan importantes. La competencia electoral periódica es la que posibilita una representación socialmente responsable
• Los partidos políticos son fundamentales mirados desde el ángulo de la ejecución de políticas públicas, desde el ángulo de la salida, de los productos del sistema político. Desde el punto de vista de las entradas, de las demandas que se hacen al sistema, los partidos políticos nunca han tenido el monopolio, ya que siempre han debido competir con el circuito neo corporativo y con los grupos de presión. El dato nuevo es que la sociedad contemporánea está más fragmentada y es más plural valóricamente. Por lo que hay más actores que hacen presión. Por ejemplos los movimientos sociales. Hoy los partidos deben interactuar también con ellos, colaborando en la institucionalización política de la contestación, la protesta y la reivindicación de los intereses sociales emergentes.
• Quizás la complejidad social ha debilitado la capacidad de representación de los partidos - que nunca fue monopólica -, pero lo que no puede debilitarse sin que surjan problemas graves, es la capacidad para elaborar y ejecutar políticas públicas, ya que los partidos defienden a los sectores más débiles y menos organizados de la sociedad, cuyo único o principal recurso es el voto.
• Agreguemos a lo anterior lo siguiente. ¿Cómo se trasciende la demanda y la necesidad de corto plazo sin los partidos políticos? Pensemos simplemente en el problema del cambio climático. No hay mucha presión particularista ni urgencia por enfrentarlo. Sin embargo si el tema no se soluciona las consecuencias serán catastróficas para la humanidad.
Si lo que se busca es una democracia que responda a las preferencias ciudadanas, parece del todo imprudente el entregar totalmente las tareas de agregación de intereses solo a burocracias públicas que no responden periódicamente ante el electorado. Ello significa que la ciudadanía enajena en manos de estos actores el proceso el control final de las decisiones. Ello se agrava si los cuadros administrativos están “colonizados” por grupos de presión e intereses económicos.
Conclusiones
Los partidos políticos viven, en los hechos, un fuerte cuestionamiento en el mundo entero; incluso en aquellas sociedades donde se consolidó la democracia;
Las causas del cuestionamiento de los partidos políticos son muy profundas y afectan, en general, a todas las formas de acción colectiva. Por eso el asociativismo está a la baja en muchas sociedades;
Las críticas que se les dirigen no siempre son coherentes. Sobre todo no se hacen cargo que sin partidos políticos no hay democracia y que ella supone la canalización pacífica del conflicto social a través de la competencia por el voto del ciudadano.
Los movimientos sociales han sido un poderoso motor de cambio político y social pues expresan muchas veces lo emergente y lo dinámico de las sociedades y/o la falta de sensibilidad de las instituciones y de las prácticas políticas . Sin embargo, el hecho que son de accionar esporádico, unidos por un solo tema o de fronteras difusas y reacios en involucrarse en las dinámicas de la institucionalización del cambio, hacen que ellos sean complementos y no sustitutos de los partidos políticos; y
La experiencia europea y norteamericana induce a promover una relación sinérgica entre ambos actores políticos. Lo contrario puede llevar a hacer fracasar el cambio como ocurrió con las protestas de 1968 que terminaron fortaleciendo un modelo político conservador y liberal en lo económico en Estados Unidos, Francia e Inglaterra.
Como se ve, sin partidos, sin representación político-electoral y sin Parlamento, no hay democracia. Paul Ricoeur, reiteradamente ha señalado la importancia de las instituciones. Nos recuerda las reflexiones de Hegel sobre el Terror (“el furor de destrucción”) cuando la libertad renuncia a los procedimientos y busca ejercerse fuera de ellos: ella tiende a convertirse salvajismo y el modo como tal o cual grupo lucha por el poder permite suponer con claridad el modo como lo ejercerá. Lucidamente, Ricoeur ha señalado, que una democracia de calidad no será más simple que la representativa, será más compleja tanto en lo administrativo como en lo político .
Ello es concordante con reflexiones anteriores de Ortega y Gasset, quiena al hablar de la decadencia de España denunciaba el particularismo y la acción directa. La esencia del primero es “que cada grupo deja de sentirse a sí mismo como parte, y en consecuencia deja de compartir los sentimientos del los demás. No le importan las esperanzas o necesidades de los demás y no se solidarizará con ellos para auxiliarlos en su afán”. Perdemos la conciencia de nuestros límites y cada uno se cree independiente. Cuando este estado de ánimo se apodera del cuerpo social se cree que podemos prescindir de los demás y sortear la acción indirecta del parlamento en que todos confluyen en la lenta deliberación y compleja elaboración de la legislación general. La acción directa es el desprecio contra la legalidad que nos impone el contar con los demás, con el diálogo, el acuerdo o la decisión mayoritaria conseguida en buena lid. Los partidos políticos y los congresistas saben que deben que deben contar con los otros, renunciar a la acción directa y a la imposición unilateral de sus designios. Para evitar eso Chile requiere de partidos y congreso nacional legitimados. No los tenemos y comenzamos a vivir sus consecuencias.
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