Sebastián se fue a los “suelos”. Rafael Gumucio.
En estos días se estrenará en las salas de cine la película Violeta se fue a los cielos. El espíritu de Violeta Parra es la antípoda del Presidente derechista: nuestra cantautora dedicó a los estudiantes bellos versos, como aquel:
Que vivan los estudiantes
Porque son levadura
Del pan que saldrá del horno
En toda su sabrosura
Violeta viaja a las alturas, mientras el Presidente lo hace a los suelos.
Desde agosto de 2010, fecha en que el presidente Sebastián Piñera alcanzó el cénit de la popularidad, especialmente debido a la afortunada maniobra para la salvación de los 33 mineros de San José, comenzó su camino hacia los suelos- como buen accionista, debiera haber sabido que toda lo que sube, luego baja en la bolsa-; nada más efímero que esos pocos días de gloria de nuestro rey empresario. En esos momentos de triunfo repitió lugares comunes por Europa, eufórico, mostrando urbi et orbi (para la ciudad y el mundo), un papelillo salido de las entrañas de la tierra, (pido perdón al lector por lo siútico de la frase).
El camino a los suelos, en poco más de un año de gobierno, ha sido intenso y vertiginoso: comenzó con llamada exprés para suspender la instalación de la termoeléctrica en Barrancones; siguió con la rebelión de los magallánicos, a causa del alza en el precio del gas; continuó con la movilización para defender la Patagonia y el rechazo a la instalación de HidroAysén; ahora, la lucha de los estudiantes por una educación gratuita y de calidad y el término del lucro, especialmente.
En el plano político, el presidente intentó, en un comienzo, gobernar sin los partidos de derecha, tal como lo hizo, en el pasado, Napoleón III; la clave explicativa del bonapartismoes el embotamiento de todo conflicto social en base a la conquista de la popularidad, que pretende idiotizar a los ciudadanos. En el caso de Sebastián Piñera, el intento de gobierno de gerente provocó “el golpe de estado” de los coroneles capellanes militares de los falangistas, tipo español, que profesan el corporativismo autoritario, mezclado con un populismo clientelista. A partir de ese fatídico día, en el cónclave de Termas de Cauquenes, el Presidente
está supeditado a los muchachos de Chacarillas.
Según el rector de la U. Diego Portales, Sebastián Piñera profesa un tipo especial de “nihilismo” - que nada tiene que ver con el brillante sofista Gorgias o el escritor ruso Iván Turgueniev – sino que es el culto a la nada de un empresario exitoso, cuyo único fin consiste en ser amado por sus súbditos, aun cuando eso le signifique la ausencia de convicciones, razón por la cual es muy difícil saber si es un democratacristiano, un RN o, simplemente una persona a quien lo único que le interesa es quedar bien con Dios y con el diablo.
Si el único objetivo el presidente Piñera es la popularidad, podemos afirmar que ha fracaso completamente. En la encuesta CEP, obtiene la peor evaluación de presidentes en los últimos veinte años, con un 26% de aprobación, superando al mal gobierno de Eduardo Frei, que terminó con un 28%. En todos los atributos, el prestigio del presidente se fue al suelo: firmeza, -25%; confianza, -16%; cercanía, -12%.
En la misma encuesta CEP, la Concertación obtiene apenas un 17% de aprobación y la Alianza, un 24%; es decir, un 59% de los chilenos rechaza al duopolio. El contraste entre el anémico apoyo al Presidente y su gobierno, el 80% de aprobación a la lucha de los estudiantes y su reivindicación por educación gratuita y de calidad y de rechazo al lucro, permite visualizar con claridad cuál de los dos sectores posee la legitimidad del apoyo popular, si se tiene en cuenta que ésta emana del soberano (el pueblo).
Este viaje a los suelos el actual Presidente nos ha conducido a tres crisis sucesivas: de representación, tanto las autoridades unipersonales del Ejecutivo, como las pluripersonales del Parlamento, han dejado de representar a quienes los eligieron; de credibilidad, pues la sociedad civil no sólo rechaza a los políticos, sino ya no les cree nada; esto hace imposible cualquier intento de diálogo; de legitimidad, ya que toda la construcción institucional de la dictadura - apenas reencauchada por Ricardo Lagos y sus ministros de entonces – ha demostrado ser la “jaula de hierro” weberiana -. La única salida ante esta situación de crisis es
convocar a una Asamblea Constituyente, que devuelva el poder a la soberanía popular.
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