POR UNA POLITICA EXITOSA PARA LA DEMOCRACIA CRISTIANA. Daniel Verdessi Belemmi
Aún cuando las últimas elecciones territoriales nos mostraron una Democracia Cristiana vital, ya que el resultado fue una movilización de mas de 20000 personas a nivel país, con escenarios de integración en Tarapacá, Maule Norte, Bio Bio Costa y Cordillera, Los Ríos, y la aparición de nuevos dirigentes y una mujer como Yasna Provoste en Atacama, y la aparición de nuevos dirigentes en varias regiones, no es menos cierto que existen estilos que no se hacen cargos de las nuevas realidades sociales del país, de la necesidad de integrar los liderazgos y no abolirlos o anexarlos. Se dilapidan capitales políticos muy importantes, a mi juicio, por una mirada en ocasiones sectaria y de exclusión que sólo es modificada por la obligación estatutaria de integrar por obligación otras listas.
El fondo del asunto es que se hace necesario determinar cuales son las conductas, que aunque están en el alma del quehacer político actual de la DC, deberían modificarse en beneficio del bien común partidario.
Quisiera señalar cuales son esas conductas que creo yo que deben hacer evolucionar el alma de la DC para que crezcamos en las próximas elecciones.
La ética del carácter, es decir un actuar en base a principios y valores, genera una confianza en nuestros directivos que hará que se produzcan grandes sinergias que son las que movilizan a las masas populares.
Creo que una gran conducta que crear es el principio de trabajar cotidianamente, ser proactivo, ser responsable del rol que se asume dentro de la DC, y tomarlos con la misma responsabilidad como el trabajo propio. Ello nos conducirá hacia una producción efectiva, hacia la libertad de alcanzar las metas que nos proponemos. Debe haber mucho trabajo real, en horas hombre de dedicación, de amor al partido para lograr los resultados que queremos.
Pero el gran fin de ese trabajo no puede ser otra que el proyecto colectivo versus el proyecto personal. Sólo si todos los directivos de la DC tienen ese fin en la mente, de anteponer a su proyecto personal, y el de las individualidades que pueden respaldar un liderazgo, logrará que al final nuestros candidatos sean realmente los mejores y no los que Integren un sector o un grupo, sin considerar los méritos del otro que no conforma parte de ese grupo.
Cuan necesario es priorizar las acciones. El desarrollar un trabajo en terreno, el atender las preocupaciones y las necesidades de la gente. Y también es indispensable el comunicar, el mantener una relación interactiva con nuestro pueblo, a través de los escasos medios que podemos tener, como las radios, las cartas, las visitas en terreno. Cada líder debería tener un mapa de sus juntas de vecinos, los clubes deportivos, los clubes de ancianos, la sociedad civil organizada.
Un elemento central es aprender que siempre es posible conversar con nuestro adversario interno. Que la estrategia de integrar y no anexar al adversario enriquece y potencia al partido. El buscar el beneficio mutuo puede provocar insospechadas sinergias que nos lleven a la equidad y al bien común partidario. Un acto de consideración y respeto hacia el adversario produce un equilibrio, equidad en las relaciones partidarias que se potencia hacia una intervención efectiva en la comunidad.
La conducta de un líder de escuchar los planteamientos del adversario, de entenderlos, de acogerlos y más aún de comunicarse genera una convivencia que fortalece la institucionalidad partidaria. Es central que el presidente escuche y fraternice con sus adversarios. Nada genera más adhesión, a la postre, que el respeto mutuo.
El permitir que en el partido florezcan posturas con matices ideológicos, que exista una independencia virtuosa (Interindependencia), siendo no obstante parte del gran cuerpo de la DC , permite la renovación, la discusión de ideas, la mejora de los conceptos y el innovar y tener nuevos logros y posiciones.
Y muy importante también, es necesario cultivarse, disfrutar de los buenos momentos, reírse y disfrutar de nuestra camaradería.
Estamos en el partido para disfrutarlo, para compartir, para fraternizar, para mejorar nuestra vida, no para sufrir, ni odiar. Para llamarnos camaradas y hermanos en esta pasión por una Democracia Cristiana mejor.
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