Jaime Guzmán, ¿el Schneider de la transición? Por Gabriel Ascencio, Diputado
Cuando el 19 de octubre de 1970 fue asesinado el General René Schneider, Comandante en Jefe del Ejército, lo último que se supuso fue que ello podría haber sido realizado por gente de derecha. Claro, para los medios de comunicación dominantes, los extremistas eran otros, los violentistas se situaban a la izquierda y la derecha no pensaría “jamás” en asesinar a un militar. Claro, no contábamos con que Schneider fuera un general de profundas convicciones democráticas cuestión que venía como anillo al dedo para los propósitos de aquellos que pretendiendo detener la historia intentaban frenar el andar de la democracia y no respetar el funcionamiento normal de sus instituciones.
Al final, se demostró que el asesinato de este General de la República fue una maniobra de la extrema derecha para impedir que Salvador Allende fuese declarado Presidente Constitucional por el Congreso Nacional. De allí en adelante seguirían conspirando, hasta encontrar generales dispuestos al golpe de estado de septiembre del 73.
Por estos días y luego de la reapertura comunicacional y judicial del caso por el asesinato del Senador Jaime Guzmán producto de declaraciones de un involucrado que cumple condenas por otros delitos gravísimos en Brasil, los dirigentes de la UDI pretendieron, ni cortos ni perezosos y a partir de las declaraciones de Hernandez Norambuena, involucrar a las autoridades del gobierno del Presidente Aylwin en la responsabilidad de este crimen. En menos de 24 horas la agenda comunicacional impuesta por ellos a través de sus medios intentaba ese objetivo.
Sin embargo, y como una de las reacciones que surgen a consecuencia de la reapertura comunicacional del tema y en un vuelco inesperado para la UDI, un ministro de Pinochet, Francisco Javier Cuadra, nos informa que el Ejército “sabía” que algún prominente dirigente del período de la dictadura sería asesinado, recién a pocos meses de asumir el gobierno don Patricio Aylwin luego de la lucha de todo un pueblo por recuperar su democracia.
Es más, el mismo ex ministro de Pinochet señala que era el general Ballerino, uno de los hombres más cercanos al ex dictador, quien tenía la misión de informar a los posibles personeros sobre los que se tenía información que podrían ser víctimas de atentados. A Guzmán solo se le informo pocas horas antes…y no se le otorgó ninguna protección.
A partir de ese momento calla la UDI. Se para la ofensiva comunicacional que pretendía enlodar al ex Presidente Aylwin y su gobierno y todo queda en manos judiciales.
Es muy obvio que uno debe tener dudas de todas estas declaraciones. Las de Hernández Norambuena que tienen un objetivo preciso, crear un ambiente que le permita salir de la cárcel brasileña, y las de Francisco Javier Cuadra, cuyos propósitos no son claros.
Pero una cosa es evidente, antes y después de estas declaraciones. Un acto de la naturaleza del asesinato del senador Guzmán no es más que el resultado de una confabulación para desestabilizar la incipiente democracia recuperada, propósito que no cabe duda alguna que tenían los dirigentes del Frente Manuel Rodríguez. El punto que se abre a la investigación es si, además de ellos, estaban entonces involucrados también ex personeros, civiles o militares, de la dictadura. En nuestra historia ello no sería raro y se sumaría a los otros intentos desestabilizadores que ya conocemos pensados y ejecutados por Pinochet como los llamados boinazo o ejercicio de enlace. Además, el mismo método que la derecha extremista pretendió aplicar para impedir la llegada de Allende a la Moneda.
Es más. Este asesinato se produjo a solo un mes de la aparición del Informe Rettig, que evidenció lo que muchos negaron por décadas, las atrocidades cometidas por militares y civiles, durante la dictadura, temas a los cuales, en algunas ocasiones, Jaime Guzmán se opuso, llegando, en su campaña a senador, a calificar al jefe de la DINA como inmoral
El Juez Carroza deberá ahora investigar, como él ha dicho “el asesinato del senador Guzmán”; es decir, se abre una investigación nueva, que esperemos, aporte información distinta a la sabida hasta aquí. Y todas las aristas posibles pudieran volver a ser investigadas. Nadie debe dudar de la participación directa de los integrantes del Frente Manuel Rodríguez en el atentado, varios de los cuales están confesos. Pero la investigación debiera determinar no solo cuan infiltrados estaban y por quién sino también, si en el caso que este asesinato hubiese sido digitado o inducido como se ha dicho, ¿Cómo, de qué forma y por quienes, pudieron haber sido instrumentalizados los integrantes del Frente?
Esperemos que el Juez logre determinar si es cierto y por qué el Ejército tuvo información previa de esta atentado; por qué no informó al gobierno; que rol jugaba el ex Ministro Cuadra, a quién Ballerino entrega la información con particular celo y empeño. Qué coordinación existió entre estos personeros; por qué, como ha señalado Cuadra, él y Ballerino preparaban “la declaración del Ejército” en la oficina del Hospital Militar.
Entonces el Juez Carroza deberá determinar por qué, las personas que sabían, varios días antes que ello ocurriera, no hicieron lo elemental en un caso como ese, avisar al gobierno y a las policías, de modo que las personas que podrían ser afectadas tuvieran la protección adecuada.
No es posible suponer que Cuadra y Ballerino ignoraran las consecuencias que podría tener un acto de esta naturaleza y, sin embargo, no hicieron lo que ellos sabían que era necesario hacer para evitarlo. ¿O ellos y otros no querían evitarlo?
Mientras tanto, la UDI que tan entusiastamente había iniciado la campaña comunicacional para enlodar a Aylwin, tendrá ahora que empezar a buscar la verdad también entre sus amistades y compañeros políticos y de armas pues, a pesar de reiterar que luego de las declaraciones del ex ministro de Pinochet, no se les ha escuchado opinión, algo tendrán que decir.
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