Gabinete: la gestión no basta. Andres Benitez
La instrucción de La Moneda fue clara: los ministros tienen que aparecer más en los medios, especialmente en la televisión y, dentro de ella, en los noticieros centrales. Incluso, se estaría pensando hacer una suerte de evaluación de los miembros de gabinete considerando su grado de exposición pública.......Claro, en el segundo piso del Palacio están preocupados de que una parte no menor de los ministros aparece en las encuestas con muy bajo nivel de conocimiento por parte de la gente. Y un gabinete sin "rostros", hace más compleja la tarea de comunicar las metas y logros.
Es sabido que el Presidente Piñera, al formar su equipo de colaboradores, hizo una apuesta eminentemente técnica, congregando a un grupo de personas que, más allá de sus habilidades políticas, tenía como aval un gran prestigio, ya sea en el mundo privado o académico. Así, el sello del gabinete sería la gestión y el eslogan el famoso "24 x 7", esto es, la idea de que se trabajaría sin descanso.
Pero al poco andar y con el terremoto fuera de la agenda noticiosa, quedó claro que la gestión como bandera de lucha es importante, pero no suficiente. En política, tan o más crucial que hacer cosas, es comunicarlas y de una manera clara y masiva. De ahí el famoso instructivo a los ministros para que aparezcan más, para que se conviertan en figuras.
La instrucción parece simple, pero se ha transformado en un dolor de cabeza para muchos ministros. La mayoría de ellos no está acostumbrada a tratar con la prensa, a hablar frente a las cámaras, ni siquiera a exponer frente a grandes audiencias, en seminarios o charlas. Es cierto que se trata de gente inteligente y preparada en sus ámbitos, pero ello no significa ser un buen comunicador.
Pensemos solamente en el grupo que viene de la academia, que no es menor, para los que la labor de comunicación masiva es una extravagancia. En las universidades, el éxito se mide por los famosos "papers" de investigación, documentos que están escritos para un grupo muy reducido de personas, generalmente colegas, que son finalmente los únicos que los entienden. Pasar de ello a las cámaras de la televisión, con discursos masivos, con un lenguaje doméstico, es algo que requiere muchas adaptaciones.
Los ministros que vienen del mundo privado, por su parte, podrían aparecer con una mayor ventaja a la hora de comunicarse, porque las empresas siempre están en contacto con sus clientes. Pero el consumidor del retail no se comporta como el consumidor político. La compra de bienes o servicios es impulsiva y sigue la mejor oferta. El cliente político, por su parte, es de una estabilidad que sorprende. Basta decir que en la pasada elección, la mayoría no cambió de voto.
Pero vengan de dónde vengan, a los ministros no les quedará otra que adaptarse a los requerimientos comunicacio-nales del cargo. Para que ello suceda, sin embargo, tienen que pasar dos cosas. Primero, que el propio gobierno tenga una política comunicacional clara al respecto. En esto, no basta mandar un instructivo. Hay que apoyar a los ministros en la forma -manejo frente a las cámaras- y en el fondo, que es establecer hitos para cada uno de ellos en el ámbito comunicacional, agenda que muchas veces es distinta a la de la gestión.
En segundo lugar, se requiere un cambio de estilo de trabajo: hay que terminar con el "24 x 7", que tiene a los ministros cansados, malhumorados y agobiados. Así nadie comunica bien. Hay que pensar que tanto el Presidente como los ministros deben representar formas de vida que la sociedad de alguna manera apoye y respete. Dedicar la vida al trabajo no es el ideal de nadie.
Algunos piensan que ello es muy complejo, considerando la personalidad del Mandatario. Pero en esto hay un error. Piñera siempre fue acelerado, pero nunca trabajólico. Conocidas eran sus escapadas para ir a ver los mundiales de fútbol o los Juegos Olímpicos, donde se pasaba semanas completas. Jugaba tenis, juntaba en su casa a los amigos y la familia. De hecho, era un personaje mucho más atractivo que en el que se ha convertido como Presidente.
Y el cargo no obliga a cambiar. Recordemos las fotos de Vladimir Putin cabalgando a torso desnudo; las de Nicolas Sarkozy, trotando o de paseo con la Bruni por Egipto; las de Barack Obama jugando básquetbol con sus hijas en la Casa Blanca. Todo esto es parte fundamental de la política comunicacional de un gobierno. Son imágenes que la gente retiene con mucho cariño. Mucho más que ver la luz prendida en La Moneda hasta altas horas de la madrugada. [+/-] Seguir Leyendo...
Es sabido que el Presidente Piñera, al formar su equipo de colaboradores, hizo una apuesta eminentemente técnica, congregando a un grupo de personas que, más allá de sus habilidades políticas, tenía como aval un gran prestigio, ya sea en el mundo privado o académico. Así, el sello del gabinete sería la gestión y el eslogan el famoso "24 x 7", esto es, la idea de que se trabajaría sin descanso.
Pero al poco andar y con el terremoto fuera de la agenda noticiosa, quedó claro que la gestión como bandera de lucha es importante, pero no suficiente. En política, tan o más crucial que hacer cosas, es comunicarlas y de una manera clara y masiva. De ahí el famoso instructivo a los ministros para que aparezcan más, para que se conviertan en figuras.
La instrucción parece simple, pero se ha transformado en un dolor de cabeza para muchos ministros. La mayoría de ellos no está acostumbrada a tratar con la prensa, a hablar frente a las cámaras, ni siquiera a exponer frente a grandes audiencias, en seminarios o charlas. Es cierto que se trata de gente inteligente y preparada en sus ámbitos, pero ello no significa ser un buen comunicador.
Pensemos solamente en el grupo que viene de la academia, que no es menor, para los que la labor de comunicación masiva es una extravagancia. En las universidades, el éxito se mide por los famosos "papers" de investigación, documentos que están escritos para un grupo muy reducido de personas, generalmente colegas, que son finalmente los únicos que los entienden. Pasar de ello a las cámaras de la televisión, con discursos masivos, con un lenguaje doméstico, es algo que requiere muchas adaptaciones.
Los ministros que vienen del mundo privado, por su parte, podrían aparecer con una mayor ventaja a la hora de comunicarse, porque las empresas siempre están en contacto con sus clientes. Pero el consumidor del retail no se comporta como el consumidor político. La compra de bienes o servicios es impulsiva y sigue la mejor oferta. El cliente político, por su parte, es de una estabilidad que sorprende. Basta decir que en la pasada elección, la mayoría no cambió de voto.
Pero vengan de dónde vengan, a los ministros no les quedará otra que adaptarse a los requerimientos comunicacio-nales del cargo. Para que ello suceda, sin embargo, tienen que pasar dos cosas. Primero, que el propio gobierno tenga una política comunicacional clara al respecto. En esto, no basta mandar un instructivo. Hay que apoyar a los ministros en la forma -manejo frente a las cámaras- y en el fondo, que es establecer hitos para cada uno de ellos en el ámbito comunicacional, agenda que muchas veces es distinta a la de la gestión.
En segundo lugar, se requiere un cambio de estilo de trabajo: hay que terminar con el "24 x 7", que tiene a los ministros cansados, malhumorados y agobiados. Así nadie comunica bien. Hay que pensar que tanto el Presidente como los ministros deben representar formas de vida que la sociedad de alguna manera apoye y respete. Dedicar la vida al trabajo no es el ideal de nadie.
Algunos piensan que ello es muy complejo, considerando la personalidad del Mandatario. Pero en esto hay un error. Piñera siempre fue acelerado, pero nunca trabajólico. Conocidas eran sus escapadas para ir a ver los mundiales de fútbol o los Juegos Olímpicos, donde se pasaba semanas completas. Jugaba tenis, juntaba en su casa a los amigos y la familia. De hecho, era un personaje mucho más atractivo que en el que se ha convertido como Presidente.
Y el cargo no obliga a cambiar. Recordemos las fotos de Vladimir Putin cabalgando a torso desnudo; las de Nicolas Sarkozy, trotando o de paseo con la Bruni por Egipto; las de Barack Obama jugando básquetbol con sus hijas en la Casa Blanca. Todo esto es parte fundamental de la política comunicacional de un gobierno. Son imágenes que la gente retiene con mucho cariño. Mucho más que ver la luz prendida en La Moneda hasta altas horas de la madrugada. [+/-] Seguir Leyendo...
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