Messi es mejor que Ronaldo. John Biehl del Río
Puede ser apropiado utilizar una analogía del balompié para referirse a hechos de política nacional que deberían superarse. Son varias las altas autoridades del Gobierno que han mostrado su cariño por ese deporte. El Presidente ha asomado su periscopio y el ministro de Educación muestra su apoyo por el querido Wanderers de Valparaíso.
Hace unos días Ronaldo, jugador estelar del Real Madrid, declaró que Mourinho, técnico del Inter de Milán, era un ganador y que él lo recibiría con los brazos abiertos en su actual equipo. ¿Se imaginan ustedes qué hubiese sucedido si Pellegrini, que entrena al club madrileño, le hubiese contestado que si él contara con Messi y no con Ronaldo estaría ya celebrando varios títulos anticipadamente? Las consecuencias habrían sido destructivas para todo el club. Pellegrini supo callar. Mientras más poder se tiene, más cauto hay que ser en las declaraciones que se hagan y es preciso saber utilizar el silencio para dejar pasar los continuos arranques de farándula que alejan de lo principal..... En Chile la campaña política terminó hace largo rato. El cambio en la conducción de la Presidencia quedó también marcado por un cruel desmán de la naturaleza, donde se aliaron la tierra y el mar para causarnos daño y dolores, que han generado angustias profundas.
Es preciso dejar atrás el lenguaje de campaña. No tiene sentido que quienes han asumido las más altas responsabilidades continúen, en demasiadas ocasiones, utilizando expresiones que ya no les están permitidas. Tienen una responsabilidad que los obliga, antes que nada, a superar los obstáculos del momento difícil e inesperado que vive el país.
No vale la pena tampoco detenerse en este juego de errores en declaraciones precipitadas, tanto en el Gobierno como en la oposición. Hay un deber central del que nadie debería apartar sus esfuerzos.
Pienso que si el Gobierno ha sido capaz de hacer lo más difícil, no debería tener problemas en ordenar a su gente para respetar la prudencia a que están obligados. Cuando me refiero a que se ha hecho lo más, quiero decir que el Presidente Piñera y su coalición ganaron las elecciones con una filosofía de tener un Estado menor, aunque más eficiente, y aumentar significativamente el papel del sector privado en el desarrollo económico. Esto implicaba probablemente bajar la carga tributaria como incentivo a una mayor inversión y por tanto más plazas de trabajo, lo que completa las líneas gruesas de la filosofía en que ellos creen.
Al afrontar la magnitud del terremoto y su maremoto han aceptado, valerosamente, que su modelo no tiene respuestas para obtener los recursos y generar el empleo que el corto plazo demanda. No han titubeado entonces en propiciar una reforma impositiva que logre respuestas con prontitud a los que sufren. Es razonable que pretendan que esta reforma tributaria sea temporal y se utilice para los objetivos centrales de enfrentar daños y quizás permitir, al mismo tiempo, que el programa original de gobierno pueda despegar en materias sociales.
Cuando algunos políticos opositores, atontados por esta decisión, sólo atinan a pedir que los impuestos sean permanentes y quizás mayores están revelando el peor de los populismos y una falta de respeto a la democracia. Esta decisión tomada por la coalición gobernante tiene para ellos que ser necesariamente temporal, pues no han cambiado de ideología, sino tomado una decisión política en el sentido de que, en circunstancias adversas no esperadas, su modelo no es el más adecuado.
Cuando estas circunstancias sean superadas, nadie tiene derecho a pedirles que no continúen pensando en la validez de cómo desean hacer las cosas y por las cuales ganaron la elección. Me quedo con los políticos de oposición que, entendiendo seriamente este profundo realineamiento político ordenado por las circunstancias, buscan apoyar y si es posible mejorar las medidas, sin alterar su sentido de temporalidad y cambio para atender lo más sensible. Aunque la noticia política siga estando mayoritariamente con las disputas pequeñas, confío en que prevalecerá ante este reto singular una gesta de mucha grandeza en la política nacional. [+/-] Seguir Leyendo...
Hace unos días Ronaldo, jugador estelar del Real Madrid, declaró que Mourinho, técnico del Inter de Milán, era un ganador y que él lo recibiría con los brazos abiertos en su actual equipo. ¿Se imaginan ustedes qué hubiese sucedido si Pellegrini, que entrena al club madrileño, le hubiese contestado que si él contara con Messi y no con Ronaldo estaría ya celebrando varios títulos anticipadamente? Las consecuencias habrían sido destructivas para todo el club. Pellegrini supo callar. Mientras más poder se tiene, más cauto hay que ser en las declaraciones que se hagan y es preciso saber utilizar el silencio para dejar pasar los continuos arranques de farándula que alejan de lo principal..... En Chile la campaña política terminó hace largo rato. El cambio en la conducción de la Presidencia quedó también marcado por un cruel desmán de la naturaleza, donde se aliaron la tierra y el mar para causarnos daño y dolores, que han generado angustias profundas.
Es preciso dejar atrás el lenguaje de campaña. No tiene sentido que quienes han asumido las más altas responsabilidades continúen, en demasiadas ocasiones, utilizando expresiones que ya no les están permitidas. Tienen una responsabilidad que los obliga, antes que nada, a superar los obstáculos del momento difícil e inesperado que vive el país.
No vale la pena tampoco detenerse en este juego de errores en declaraciones precipitadas, tanto en el Gobierno como en la oposición. Hay un deber central del que nadie debería apartar sus esfuerzos.
Pienso que si el Gobierno ha sido capaz de hacer lo más difícil, no debería tener problemas en ordenar a su gente para respetar la prudencia a que están obligados. Cuando me refiero a que se ha hecho lo más, quiero decir que el Presidente Piñera y su coalición ganaron las elecciones con una filosofía de tener un Estado menor, aunque más eficiente, y aumentar significativamente el papel del sector privado en el desarrollo económico. Esto implicaba probablemente bajar la carga tributaria como incentivo a una mayor inversión y por tanto más plazas de trabajo, lo que completa las líneas gruesas de la filosofía en que ellos creen.
Al afrontar la magnitud del terremoto y su maremoto han aceptado, valerosamente, que su modelo no tiene respuestas para obtener los recursos y generar el empleo que el corto plazo demanda. No han titubeado entonces en propiciar una reforma impositiva que logre respuestas con prontitud a los que sufren. Es razonable que pretendan que esta reforma tributaria sea temporal y se utilice para los objetivos centrales de enfrentar daños y quizás permitir, al mismo tiempo, que el programa original de gobierno pueda despegar en materias sociales.
Cuando algunos políticos opositores, atontados por esta decisión, sólo atinan a pedir que los impuestos sean permanentes y quizás mayores están revelando el peor de los populismos y una falta de respeto a la democracia. Esta decisión tomada por la coalición gobernante tiene para ellos que ser necesariamente temporal, pues no han cambiado de ideología, sino tomado una decisión política en el sentido de que, en circunstancias adversas no esperadas, su modelo no es el más adecuado.
Cuando estas circunstancias sean superadas, nadie tiene derecho a pedirles que no continúen pensando en la validez de cómo desean hacer las cosas y por las cuales ganaron la elección. Me quedo con los políticos de oposición que, entendiendo seriamente este profundo realineamiento político ordenado por las circunstancias, buscan apoyar y si es posible mejorar las medidas, sin alterar su sentido de temporalidad y cambio para atender lo más sensible. Aunque la noticia política siga estando mayoritariamente con las disputas pequeñas, confío en que prevalecerá ante este reto singular una gesta de mucha grandeza en la política nacional. [+/-] Seguir Leyendo...
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