martes, abril 27, 2010

Los primeros 45 días de Piñera: Realidades que inquietan . Eduardo Frei

El nuevo escenario político que se ha generado tras la llegada de la derecha al poder, le abre a la Concertación nuevos desafíos. En este sentido, lo primero que debemos tener claro es que hoy representamos a más del 48% de la ciudadanía. Ello nos exige defender nuestra obra y la voluntad de esos millones de chilenos que votaron por nosotros, pero también atender su llamado a hacer una oposición democrática, responsable y constructiva que fiscalice rigurosamente la acción del Ejecutivo. No debemos salirnos de ese camino ni tampoco abandonar nuestras convicciones, pues de todas formas encarnamos una visión de Chile que vive independientemente de que estemos en el gobierno o no......Teniendo claro el nuevo rol que nos toca jugar en la vida del país, creo que los 45 días transcurridos desde el cambio de mando son un tiempo prudente para entregar una opinión acerca del momento político que estamos viviendo. Ciertamente, el estreno ha sido complejo. Por un lado, hay una razón muy atendible derivada del terremoto que afectó a la zona central del país el 27 de febrero pasado. Pero, por otra parte, en este mes y medio se han ido evidenciando ciertas actitudes y estilos de la “nueva forma de gobernar” que me inquietan. La primera de ellas es que estamos frente a la mayor concentración del poder político, económico y comunicacional de los últimos cien años. Sin exagerar, estamos frente a un hecho esencialmente negativo, pues el país corre el riesgo de sufrir una grave involución en el amplio proceso de democratización, justicia e inclusión social que marcó la historia de Chile en el siglo XX y que precisamente tuvieron como finalidad contrarrestar y combatir las nefastas consecuencias que trae consigo la concentración del poder para las sociedades y las personas. Nuestro país no merece vivir un retroceso de esa magnitud.
Los síntomas de este fenómeno ya se manifiestan. Lo hemos visto, por ejemplo, en los nombramientos de ministros, intendentes y otras autoridades. La mayoría de los elegidos están relacionados con las empresas y los grupos económicos. Lo que tantas veces señalamos en la campaña se da todos los días: los conflictos de interés están muy presentes y no hay una separación clara y transparente entre los negocios y la política. Cuando así lo dijimos fuimos duramente criticados. Nos acusaron de hacer una “campaña sucia”, pero el tiempo nos dio la razón. El Gobierno actúa como si no le interesara y ni siquiera escucha los cuestionamientos que en tal sentido le han hecho sus propios adherentes.
El caso de Chilevisión es muy ilustrativo. El entonces candidato se comprometió ante el país a desprenderse de la propiedad de dicho canal antes del 11 de marzo y no cumplió. Resulta evidente que está en presencia de un conflicto de interés al tener el control de una estación privada de televisión y a la vez tener que nombrar a los directores de una empresa competidora y portadora de la responsabilidad pública de la industria televisiva. Lo mismo sucederá cuando deba enviar a trámite legislativo el proyecto de ley que regulará el modelo de negocios para la televisión digital, que es un tema vital para el desarrollo de ese sector. No tratemos de explicar lo inexplicable. Son sólo excusas para una situación impresentable.
Gobernar exige cuidados especiales y predicar con el ejemplo. Simplemente, se trata de que las autoridades puedan dirimir con absoluta independencia los asuntos que le competen en el ejercicio de su función pública. Y aquí, esto no se cumple en muchos casos.
Otro aspecto que considero preocupante, a propósito de la emergencia que vivimos por el terremoto, es la impronta patronal con que se adoptan algunas decisiones. Así lo vimos, por ejemplo, cuando unilateralmente se asignaron varios miles de millones de pesos a tres grandes empresas para la compra de materiales de construcción. O más aún, cuando se recortaron recursos destinados a las regiones, postergándose así importantes obras para cada una de ellas. Nos pasamos meses en la pasada campaña hablando de la necesidad de descentralizar y resulta que en nombre de una urgencia a las primeras que se perjudica es precisamente a las regiones, sin ninguna consulta previa a las autoridades regionales y muy especialmente a los alcaldes, que son los que están enfrentando directamente y todos los días las consecuencias de esta tragedia.
A pesar de estas observaciones, una vez más reitero mi voluntad de apoyar las iniciativas del Ejecutivo relativas a la reconstrucción. Así lo estamos haciendo. Analizaremos cada proyecto en su mérito, perfeccionando cada uno de ellos y buscando los acuerdos que se requieran. Ese es el camino que Chile necesita. No estamos pidiendo mucho. Sólo queremos que se actúe sin soberbia, que haya transparencia, que se escuchen nuestros planteamientos, especialmente el de los verdaderamente afectados con esta catástrofe, porque hoy se habla mucho de cifras, pero poco de las personas.
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