lunes, marzo 01, 2010

Cataclismo de transición. Patricio Navia

Ningún gobierno aspira a enfrentar un desastre natural mientras está en el poder. Pero si se pudiese escoger el momento para un devastador terremoto, el comienzo del periodo -o justo antes de asumir- es preferible a los últimos días de mandato. En ese sentido, Piñera tiene mucho más que ganar políticamente que Bachelet. Aunque los errores que cometa Piñera en estos días también le pesarán más que los traspiés en que incurra el saliente gobierno.
El síndrome del pato cojo que golpea a los gobiernos en su ocaso había sido notorio con Bachelet. Y el terremoto pilló al gobierno con las maletas hechas y la guardia baja. ...A su vez, como no ha asumido el poder, a Piñera nadie lo hará responsable de los desaciertos, atrasos y errores de la respuesta estatal inmediata. Ya que la reconstrucción comenzará durante su mandato, él hará los anuncios de nuevas obras y también las inauguraciones posteriores. Es más, si combina una actitud constructiva de colaboración y apoyo al gobierno con llamados a asegurar el orden y llevar con celeridad la ayuda a los sectores más golpeados, Piñera potenciará un liderazgo presidencial y profundamente humano.

Los saqueos que se han comenzado a observar en las ciudades más golpeadas constituyen un síntoma de la lentitud de la respuesta estatal y una advertencia sobre dónde deben estar las prioridades del gobierno. Bachelet debe apresurar las medidas para que el gobierno tome el control de la situación. A su vez, Piñera debe evitar parecer más preocupado de defender la propiedad privada que del bienestar de un pueblo temeroso y golpeado.

Los presidentes saliente y entrante pueden potenciarse mutuamente. Bachelet debe incorporar a Piñera y demostrar magnanimidad y sabiduría para liderar una salida ordenada. Piñera debe mostrar paciencia y respeto por la autoridad, ofreciendo sus equipos para aminorar el sufrimiento de los más necesitados. Si colaboran, Bachelet cerrará su gobierno brillantemente y Piñera iniciará el suyo con el pie derecho. Si en cambio compiten por el liderazgo, ambos saldrán perjudicados
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