La primera vuelta es crucial. Carlos Huneeus
En el escenario actual, la Concertación no puede actuar como en 1999 y 2005,
pensando qué hacer en la segunda vuelta, porque será muy tarde. Debe buscar
obtener la mayor votación en la primera vuelta.
Eduardo Frei sigue segundo en las preferencias de los chilenos y esa situación no cambiará hasta la primera vuelta. Ello es así porque la Concertación se ve cansada y enfrenta una competencia bilateral sin ofrecer una buena estrategia: por la derecha, representada por Sebastián Piñera, y desde la izquierda, por Marco Enríquez-Ominami, quien impulsa una feroz campaña contra el senador DC. La elección de diciembre es la más difícil que ha enfrentado la Concertación. Es la quinta desde el plebiscito de 1988, con el consiguiente desgaste de la prolongada permanencia en el gobierno y porque los partidos están muy debilitados. Esto se expresa en su escasa influencia en las organizaciones sociales y en el desvanecimiento de sus organizaciones territoriales, con un desplome de la militancia, constituida por quienes se integraron durante la oposición al régimen militar. Además, está dominada por los funcionarios públicos, un hecho recurrente en partidos de gobierno, como la UCD en Alemania y el PSOE en España después de la dictadura de Franco.
La organización superior de los partidos oficialistas se ha desvanecido por renuncias y expulsiones de parlamentarios, dos de los cuales son candidatos presidenciales. El PS, el partido de la Presidenta Bachelet, es el que está más en entredicho en su electorado, con cuatro postulantes al
sillón de O´Higgins. El PPD nunca ha sido un partido de afiliados y su "organización" está controlada por el único senador que le queda. Anunciar fortalecer la candidatura presidencial por la acción de la "infantería" -su organización territorial- es peligroso, porque no ha demostrado tener esa capacidad. Tampoco las elecciones se ganan con pirotécnia comunicacional, carteles en las calles, y debates en televisión. Kennedy no derrotó a Nixon en 1960 por su desempeño en el primer foro de TV, al contrario de lo que afirma la leyenda construida por ese medio.
Las elecciones no las ganan (o pierden) sus candidatos, sino sus partidos, sus gobiernos y lo que ellos representan en términos de alternativas de futuro para el país. De las 44 elecciones de la posguerra en seis países desarrollados estudiadas por los principales especialistas, se consideró que sólo cuatro fueron definidas por el liderazgo del candidato, ni siquiera las cuatro ganadas por Margaret Thatcher, la de Tony Blair y la de John F. Kennedy.
En este escenario, la Concertación no puede actuar como en 1999 y 2005, pensando qué hacer en la segunda vuelta, porque será muy tarde. Debe buscar la mayor votación en la primera vuelta, pues ahí se juega la presidencia. Como es evidente que MEO no derrota a Frei en diciembre -apenas 5% cree que será Presidente-, hay un espacio de crecimiento.
No se puede impulsar la campaña presidencial como si fueran años de "vacas gordas" de la Concertación, cuando era mayoría y sus partidos tenían buena implantación territorial y social, con presidentes de federaciones estudiantiles, hoy flamantes alcaldes y personeros de gobierno.
Ahora son años de "vacas flacas", es minoría y sin dirigentes estudiantiles, muchos de los cuales apoyan a Jorge Arrate.
Con partidos débiles y activistas desencantados, la única manera de vitalizar la campaña presidencial es llevando ministros a trabajar en ella, comenzando por el de Hacienda, Andrés Velasco. Es el camino que se ha seguido para ganar la segunda vuelta. Los dirigentes de los partidos podrán resistirse, pero tendrán que reconocer que la falta de realismo es la antesala de la derrota. [+/-] Seguir Leyendo...
pensando qué hacer en la segunda vuelta, porque será muy tarde. Debe buscar
obtener la mayor votación en la primera vuelta.
Eduardo Frei sigue segundo en las preferencias de los chilenos y esa situación no cambiará hasta la primera vuelta. Ello es así porque la Concertación se ve cansada y enfrenta una competencia bilateral sin ofrecer una buena estrategia: por la derecha, representada por Sebastián Piñera, y desde la izquierda, por Marco Enríquez-Ominami, quien impulsa una feroz campaña contra el senador DC. La elección de diciembre es la más difícil que ha enfrentado la Concertación. Es la quinta desde el plebiscito de 1988, con el consiguiente desgaste de la prolongada permanencia en el gobierno y porque los partidos están muy debilitados. Esto se expresa en su escasa influencia en las organizaciones sociales y en el desvanecimiento de sus organizaciones territoriales, con un desplome de la militancia, constituida por quienes se integraron durante la oposición al régimen militar. Además, está dominada por los funcionarios públicos, un hecho recurrente en partidos de gobierno, como la UCD en Alemania y el PSOE en España después de la dictadura de Franco.
La organización superior de los partidos oficialistas se ha desvanecido por renuncias y expulsiones de parlamentarios, dos de los cuales son candidatos presidenciales. El PS, el partido de la Presidenta Bachelet, es el que está más en entredicho en su electorado, con cuatro postulantes al
sillón de O´Higgins. El PPD nunca ha sido un partido de afiliados y su "organización" está controlada por el único senador que le queda. Anunciar fortalecer la candidatura presidencial por la acción de la "infantería" -su organización territorial- es peligroso, porque no ha demostrado tener esa capacidad. Tampoco las elecciones se ganan con pirotécnia comunicacional, carteles en las calles, y debates en televisión. Kennedy no derrotó a Nixon en 1960 por su desempeño en el primer foro de TV, al contrario de lo que afirma la leyenda construida por ese medio.
Las elecciones no las ganan (o pierden) sus candidatos, sino sus partidos, sus gobiernos y lo que ellos representan en términos de alternativas de futuro para el país. De las 44 elecciones de la posguerra en seis países desarrollados estudiadas por los principales especialistas, se consideró que sólo cuatro fueron definidas por el liderazgo del candidato, ni siquiera las cuatro ganadas por Margaret Thatcher, la de Tony Blair y la de John F. Kennedy.
En este escenario, la Concertación no puede actuar como en 1999 y 2005, pensando qué hacer en la segunda vuelta, porque será muy tarde. Debe buscar la mayor votación en la primera vuelta, pues ahí se juega la presidencia. Como es evidente que MEO no derrota a Frei en diciembre -apenas 5% cree que será Presidente-, hay un espacio de crecimiento.
No se puede impulsar la campaña presidencial como si fueran años de "vacas gordas" de la Concertación, cuando era mayoría y sus partidos tenían buena implantación territorial y social, con presidentes de federaciones estudiantiles, hoy flamantes alcaldes y personeros de gobierno.
Ahora son años de "vacas flacas", es minoría y sin dirigentes estudiantiles, muchos de los cuales apoyan a Jorge Arrate.
Con partidos débiles y activistas desencantados, la única manera de vitalizar la campaña presidencial es llevando ministros a trabajar en ella, comenzando por el de Hacienda, Andrés Velasco. Es el camino que se ha seguido para ganar la segunda vuelta. Los dirigentes de los partidos podrán resistirse, pero tendrán que reconocer que la falta de realismo es la antesala de la derrota. [+/-] Seguir Leyendo...
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