Biorrítmicos y dirigentes. Victor Maldonado
Comparar las reacciones antes y después
Las encuestas sólo conducen a los que no tienen rumbo; los demás, las toman como lo que son: valiosos antecedentes para el análisis. Lo que cualquier estudio de opinión puede entregar son elementos de juicio que permitan perfilar mejor una estrategia electoral. Pero ellos no definen la estrategia misma, simplemente porque los datos no hablan por sí solos y requieren de interpretación, de definición de contexto y de sabiduría política para ser bien empleados.
Si uno desea evaluar la calidad de un político, de lo primero que tiene que tomar nota es de cuáles son sus opiniones antes de que se den a conocer los datos de una encuesta y, en comparación, qué opina después de que se conoce el sondeo de opinión. A veces las diferencias son asombrosas.
Hay que desconfiar de cualquier personaje que sufre fuertes diferencias de apreciación política, según cómo sople el viento. O, más certeramente, cómo el mencionado personaje entiende que está soplando el viento.
Hay que recordar las reacciones de los dirigentes, en especial las que han tenido inmediatamente antes de la presentación de la información del CEP. Creo que se puede decir que la comparación es notable. Al fin y al cabo, nunca hay que olvidar que el diccionario define el término "dirigente" como aquel que "lleva directamente algo hacia un término o lugar señalado". O sea, alude a alguien que se comporta todo lo contrario de un despistado.
Miradas desde este punto de vista, las reacciones de los más conspicuos personajes se dividieron en dos: los que se dejaron llevar por su biorritmo y los que se ocuparon en dar conducción serena.
Por una parte, hay quienes se especializan en analizar la situación política desde su estado de ánimo. Si están deprimidos lo ven todo negro, y cuando se alegran pasan a la política su euforia personal en redondo y sin escalas. Y, por supuesto, pasan de un estado al otro a la menor señal. De manera que quienes conectan rápidamente sus vísceras con su lengua, creían tener bien claro lo que venía con la encuesta más prestigiosa del país: era simplemente la catástrofe.
Piñera estaría ganando posiciones y Frei habría perdido todas sus ventajas. Más todavía. La verdadera incógnita de los biorrítmicos a la baja estaba en saber si, en esta ocasión, los dos candidatos de centroizquierda estarían pegados uno junto al otro en las cifras o, incluso, si el senador DC era superado por MEO.
Para terminar de deprimirse, los más emotivos aseguraban que sabían "de buena fuente" que los oponentes a Piñera lograban igual desempeño en segunda vuelta frente al empresario.
De allí al pánico había un solo paso y los más emotivos daban dos o tres: cambiemos candidato, cambiemos comando y cambiemos estrategia, era lo que se les ocurría con mayor frecuencia.
A todo esto, lo que más sorprende de este tipo de "análisis" es la distancia con la cual se aprecia la situación política. Adoptan la actitud del espectador externo, que ve cómo se desarrollan los acontecimientos, tal como si no les fuera posible cambiar nada. Sólo atinan a padecer o apenarse por lo triste de la situación.
El que lee los datos
Por fortuna se hicieron presentes a tiempo los dirigentes para atemperar los ánimos. Ejemplos hay varios. Uno puede encontrar la notable entrevista de Enrique Correa hace unos días en un vespertino. La solidez de la argumentación es notable y se puede seguir sin dificultad.
Parte por declarar que el dato político fundamental es la dificultad de Sebastián Piñera de aumentar su votación. Su tendencia a estancarse en el mismo lugar. Es esta dificultad la que le da su oportunidad a la Concertación.
Enseguida Correa identifica las fortalezas de Frei para posicionarse en el segundo lugar y desde allí despegar. Esto es, de competir con la derecha y de vencerla.
Muy francamente, nos dice que la fortaleza de Frei corresponde exactamente a las de la Concertación. Esto quiere decir que el destino de su candidatura tiene que ver con el convencimiento que logre la centroizquierda de la necesidad de mantener la conducción del país en sus manos y no dejar que la derecha llegue a La Moneda. No es un liderazgo que se imponga por carisma, sino por representación de un conglomerado capaz de dar gobernabilidad a la nación. Esto no lo dice el ex ministro, pero -en mi opinión- igual lo deja claro sin emplear estas palabras.
Luego despeja el punto que preocupaba más a la Concertación y que influye en su estado de ánimo: el fenómeno de Enríquez-Ominami. En el fondo, lo que hace Correa es decir que la Presidenta Bachelet apoya a Frei con la razón y el corazón. Que tiene un solo candidato y no uno por compromiso y otro por cercanía. Lo cierto es que Bachelet quiere la continuidad de la Concertación en cuerpo y alma, sin dobleces y sin dudas. Luego de dejar esta constancia, deja caer el dato más puro y simple del mundo, pero del que pocos se terminaban por convencer: que Marco Enríquez-Ominami no pasaba a segunda vuelta. Que no había ningún dato que diera sustento a esta idea.
Para terminar su argumentación, Correa tendía un puente entre las candidaturas que enfrentan a Piñera. Y es abogar porque estas candidaturas no se dediquen de preferencia a enfrentarse entre ellas, sino que pongan cara frente al candidato de la Alianza. Se trata de convertirlo en una prioridad compartida.
Por si alguien tenía alguna duda, Enrique Correa fijaba un punto de corroboración: en un mes los datos terminarán por despejar las dudas del momento. Es decir que, por el momento, las encuestas no registraran grandes cambios pero que pronto se decantará la tendencia principal.
En otras palabras, para que la Concertación gane la presidencial se requiere que no se hayan generado diferencias insalvables entre Frei y Marco Enríquez-Ominami, y esto es algo que no dicen los números, sino la sensatez política.
Piñera no crece, MEO no llega, Frei tiene una chance
Pues bien, se puede decir que tenía la razón Correa y los emotivos estaban completamente en las nubes. Queda toda la campaña por delante, pero los datos fundamentales no han cambiado y no dan sustento a la alarma, sino que impelen al trabajo tesonero.
Las conclusiones para la candidatura de la Concertación están harto claras y, tal vez, éste sea el momento en que se pueda prestar atención a ellas.
Primero, dado que Piñera no crece y que MEO no llega, es obvio que se abre la chance del triunfo de Frei. Si ha llegado hasta aquí con un trabajo deficiente de comando, hay que ver a dónde podría llegar si las deficiencias se subsanan.
Segundo, la mayoría del país no quiere votar por la derecha y hay que darle razones para apoyar una candidatura que ha de mostrarse generosa, abierta y dispuesta a acoger a quienes critican defectos reales, pero que entienden dónde está la verdadera frontera política en Chile.
Tercero, no se puede oscilar entre alejarse de la Concertación y acercarse a ella. Frei ganará en Concertación y por la Concertación. Sin eso no se gana, porque éste es el verdadero vínculo con Bachelet y el gobierno. Claro que se percibe desgaste, pero también capacidad de regeneración.
Cuarto, el tiempo hay que aprovecharlo. Y en lo que hay que emplearlo es en nivelar el desempeño del comando en todas sus facetas. Hay áreas deficitarias y mantenerlas así no tiene justificación posible.
Quinto, hay que tender puentes con todos los que se necesitan para ganar, para dar gobernabilidad y renovarse. Lo que no puede dar la arrogancia mutua, lo puede alcanzar el diálogo cívico.
Víctor Maldonado
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Las encuestas sólo conducen a los que no tienen rumbo; los demás, las toman como lo que son: valiosos antecedentes para el análisis. Lo que cualquier estudio de opinión puede entregar son elementos de juicio que permitan perfilar mejor una estrategia electoral. Pero ellos no definen la estrategia misma, simplemente porque los datos no hablan por sí solos y requieren de interpretación, de definición de contexto y de sabiduría política para ser bien empleados.
Si uno desea evaluar la calidad de un político, de lo primero que tiene que tomar nota es de cuáles son sus opiniones antes de que se den a conocer los datos de una encuesta y, en comparación, qué opina después de que se conoce el sondeo de opinión. A veces las diferencias son asombrosas.
Hay que desconfiar de cualquier personaje que sufre fuertes diferencias de apreciación política, según cómo sople el viento. O, más certeramente, cómo el mencionado personaje entiende que está soplando el viento.
Hay que recordar las reacciones de los dirigentes, en especial las que han tenido inmediatamente antes de la presentación de la información del CEP. Creo que se puede decir que la comparación es notable. Al fin y al cabo, nunca hay que olvidar que el diccionario define el término "dirigente" como aquel que "lleva directamente algo hacia un término o lugar señalado". O sea, alude a alguien que se comporta todo lo contrario de un despistado.
Miradas desde este punto de vista, las reacciones de los más conspicuos personajes se dividieron en dos: los que se dejaron llevar por su biorritmo y los que se ocuparon en dar conducción serena.
Por una parte, hay quienes se especializan en analizar la situación política desde su estado de ánimo. Si están deprimidos lo ven todo negro, y cuando se alegran pasan a la política su euforia personal en redondo y sin escalas. Y, por supuesto, pasan de un estado al otro a la menor señal. De manera que quienes conectan rápidamente sus vísceras con su lengua, creían tener bien claro lo que venía con la encuesta más prestigiosa del país: era simplemente la catástrofe.
Piñera estaría ganando posiciones y Frei habría perdido todas sus ventajas. Más todavía. La verdadera incógnita de los biorrítmicos a la baja estaba en saber si, en esta ocasión, los dos candidatos de centroizquierda estarían pegados uno junto al otro en las cifras o, incluso, si el senador DC era superado por MEO.
Para terminar de deprimirse, los más emotivos aseguraban que sabían "de buena fuente" que los oponentes a Piñera lograban igual desempeño en segunda vuelta frente al empresario.
De allí al pánico había un solo paso y los más emotivos daban dos o tres: cambiemos candidato, cambiemos comando y cambiemos estrategia, era lo que se les ocurría con mayor frecuencia.
A todo esto, lo que más sorprende de este tipo de "análisis" es la distancia con la cual se aprecia la situación política. Adoptan la actitud del espectador externo, que ve cómo se desarrollan los acontecimientos, tal como si no les fuera posible cambiar nada. Sólo atinan a padecer o apenarse por lo triste de la situación.
El que lee los datos
Por fortuna se hicieron presentes a tiempo los dirigentes para atemperar los ánimos. Ejemplos hay varios. Uno puede encontrar la notable entrevista de Enrique Correa hace unos días en un vespertino. La solidez de la argumentación es notable y se puede seguir sin dificultad.
Parte por declarar que el dato político fundamental es la dificultad de Sebastián Piñera de aumentar su votación. Su tendencia a estancarse en el mismo lugar. Es esta dificultad la que le da su oportunidad a la Concertación.
Enseguida Correa identifica las fortalezas de Frei para posicionarse en el segundo lugar y desde allí despegar. Esto es, de competir con la derecha y de vencerla.
Muy francamente, nos dice que la fortaleza de Frei corresponde exactamente a las de la Concertación. Esto quiere decir que el destino de su candidatura tiene que ver con el convencimiento que logre la centroizquierda de la necesidad de mantener la conducción del país en sus manos y no dejar que la derecha llegue a La Moneda. No es un liderazgo que se imponga por carisma, sino por representación de un conglomerado capaz de dar gobernabilidad a la nación. Esto no lo dice el ex ministro, pero -en mi opinión- igual lo deja claro sin emplear estas palabras.
Luego despeja el punto que preocupaba más a la Concertación y que influye en su estado de ánimo: el fenómeno de Enríquez-Ominami. En el fondo, lo que hace Correa es decir que la Presidenta Bachelet apoya a Frei con la razón y el corazón. Que tiene un solo candidato y no uno por compromiso y otro por cercanía. Lo cierto es que Bachelet quiere la continuidad de la Concertación en cuerpo y alma, sin dobleces y sin dudas. Luego de dejar esta constancia, deja caer el dato más puro y simple del mundo, pero del que pocos se terminaban por convencer: que Marco Enríquez-Ominami no pasaba a segunda vuelta. Que no había ningún dato que diera sustento a esta idea.
Para terminar su argumentación, Correa tendía un puente entre las candidaturas que enfrentan a Piñera. Y es abogar porque estas candidaturas no se dediquen de preferencia a enfrentarse entre ellas, sino que pongan cara frente al candidato de la Alianza. Se trata de convertirlo en una prioridad compartida.
Por si alguien tenía alguna duda, Enrique Correa fijaba un punto de corroboración: en un mes los datos terminarán por despejar las dudas del momento. Es decir que, por el momento, las encuestas no registraran grandes cambios pero que pronto se decantará la tendencia principal.
En otras palabras, para que la Concertación gane la presidencial se requiere que no se hayan generado diferencias insalvables entre Frei y Marco Enríquez-Ominami, y esto es algo que no dicen los números, sino la sensatez política.
Piñera no crece, MEO no llega, Frei tiene una chance
Pues bien, se puede decir que tenía la razón Correa y los emotivos estaban completamente en las nubes. Queda toda la campaña por delante, pero los datos fundamentales no han cambiado y no dan sustento a la alarma, sino que impelen al trabajo tesonero.
Las conclusiones para la candidatura de la Concertación están harto claras y, tal vez, éste sea el momento en que se pueda prestar atención a ellas.
Primero, dado que Piñera no crece y que MEO no llega, es obvio que se abre la chance del triunfo de Frei. Si ha llegado hasta aquí con un trabajo deficiente de comando, hay que ver a dónde podría llegar si las deficiencias se subsanan.
Segundo, la mayoría del país no quiere votar por la derecha y hay que darle razones para apoyar una candidatura que ha de mostrarse generosa, abierta y dispuesta a acoger a quienes critican defectos reales, pero que entienden dónde está la verdadera frontera política en Chile.
Tercero, no se puede oscilar entre alejarse de la Concertación y acercarse a ella. Frei ganará en Concertación y por la Concertación. Sin eso no se gana, porque éste es el verdadero vínculo con Bachelet y el gobierno. Claro que se percibe desgaste, pero también capacidad de regeneración.
Cuarto, el tiempo hay que aprovecharlo. Y en lo que hay que emplearlo es en nivelar el desempeño del comando en todas sus facetas. Hay áreas deficitarias y mantenerlas así no tiene justificación posible.
Quinto, hay que tender puentes con todos los que se necesitan para ganar, para dar gobernabilidad y renovarse. Lo que no puede dar la arrogancia mutua, lo puede alcanzar el diálogo cívico.
Víctor Maldonado
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