¿Crisis de los partidos o es tiempo de díscolos?. Cambio 21
Desde la irrupción de los díscolos han abandonado la Concertación Adolfo Zaldívar, Jaime Mulet, Alejandra Sepúlveda, Pedro Araya, Eduardo Díaz y Carlos Olivares provenientes de la DC; Fernando Flores, Jorge Schaulsohn y Esteban Valenzuela del PPD; y Alejandro Navarro, Jorge Arrate, Carlos Ominami y su hijo Marco del PS.
A este “selecto” listado hay que agregar a Marcelo Trivelli (DC) y Roberto Muñoz Barra (PPD), conspicuos militantes oficialistas que optaron por dar un paso al costado por el mismo motivo: desavenencias con sus respectivas mesas directivas.
Por cierto, se debe sumar a los centenares de dirigentes del PS, con integrantes del Comité Central incluidos, que se sumaron al Juntos Podemos en las últimas horas.
Ante las voces críticas que hablan de desmembramiento del arcoiris, el ex Presidente Ricardo Lagos puso sobre la mesa la idea de que “hay personas que ponen sus intereses personales por sobre los intereses colectivos”, visión que es respaldada en la coalición de Gobierno por una abrumadora mayoría. Era que no.
Sin embargo, desde las propias colectividades del conglomerado hay una clara intención de poner el dedo en la llaga y desentrañar los por qué de este problema, el cual ubicaría en franca caída libre la tan admirada “disciplina partidaria” que durante décadas predominó en la política chilena.
“Es como el ladrón que anda detrás del juez”
El jefe de los diputados de la Democracia Cristiana, Eduardo Saffirio, comentó a Cambio21 que lo que sucede en la actualidad es “un fenómeno cultural más general que la centro izquierda no ha sabido enfrentar, que es el de la privatización de la política, donde prima el subjetivismo individualista. O sea, a quien no se le da en el gusto en lugares de su conveniencia, incluso dándole muchos espacios, optan por tirar el mantel y se van. Para peor, lo hacen lanzando juicios morales. Es como el ladrón que anda detrás del juez”.
Más incisivo aún, el legislador admite que en la Concertación “hemos sido tolerantes con algunos micro-caudillos en los últimos quince años”, donde a su juicio “las peleas por el poder descontrolan a la gente y fortalecen a estos personajes que critican el sistema institucional”.
En su diagnóstico, este proceso no tiene vuelta atrás. “Va a tener que llegar un populismo total que desencadene una crisis para que se vuelva a echar de menos a los partidos políticos. Mientras no nos curemos de esa chichita populista este país no va a reaccionar… Desgraciadamente la gente se compra cuanta basura entregan los medios de comunicación, porque no tiene nociones básicas de educación cívica. De verdad, la cantidad de estupidez no tiene nombre”, alega Saffirio.
Fina selección
Por su parte, Ernesto Águila, director ejecutivo del Instituto Igualdad (entidad ligada al socialismo), llama a la autocrítica.
“No es posible que a un año de obtener mayoría en el Parlamento se haya pasado a ser minoría. Esto no puede repetirse”, manifestó a este portal.
Según el psicólogo, los motivos que han originado la aparición de los díscolos tienen relación con la plantilla parlamentaria de hace cuatro años. “No puede hacerse la misma selección de candidatos del 2005, donde se priorizó la cualidad personal y la viabilidad electoral del postulante en vez del proyecto colectivo y la adhesión que representa la Concertación. Ojalá se haya aprendido la lección”, explicó.
No obstante, Águila también responsabiliza al binominalismo. En su opinión, “esta fórmula no permite procesar las diferencias, porque se compite con el compañero de lista no con el rival de enfrente, lo cual habla de lo perverso que esto”.
El profesional añade que a partir del 2006 se ha desarrollado una “crisis de representación en los sectores que no se sienten cercanos a la centro-izquierda progresista, básicamente Zaldívar, Flores y Schaulsohn”.
Asimismo, “se han debilitado la institucionalidad política a través de las críticas al sistema, que es lo que ha hecho Enríquez-Ominami, por lo que será el resultado electoral de fin de año el que produzca el reordenamiento respectivo en los partidos. Será la ciudadanía la que premiará el proyecto colectivo que representa la Concertación, o por el contrario, la castigará dándole el voto a los proyectos personalistas”.
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