DOCUMENTO:Después de 20 años elaborado por Myriam Verdugo y Marta Canto
Queridos amigas y amigos
En el marco del debate politico nacional,nos permitimos hacer llegar a Uds., , una reflexión sobre el país en el marco de los 20 años de Gobiernos de la Concertación,y de la conmemoracion del próximo aniversario del Cardenal Raul Silva H.
Fraternalmente,
Myriam y Martita
DOCUMENTO:Después de 20 años ….Por los caminos de la Paz…Un saludo de Paz.
Después de 20 años de gobierno, que se miden -a través de los fervorosos que piensan que “jamás una coalición política en Chile tuvo mayor éxito en gobernar” y los que clamamos por cambios en el sistema económico, político, social y cultural-, nos enfrentamos a un nuevo proceso eleccionario en el cual uno de nuestra filas, Un Demócrata Cristiano Eduardo Frei Ruiz Tagle, compite por la primera magistratura del país.
El Frente de Profesionales de la DC decidió enfrentar esta situación haciendo un trabajo que busca aportar a la candidatura, en el aspecto programático. Antes de referirnos a los aportes que como profesionales DC podemos hacer a la campaña de Frei Ruiz Tagle, es bueno analizar la forma en que esta candidatura se ha iniciado.Claramente existen líneas paralelas de trabajo que no sólo no se intersectan en ningún punto, sino que muestran tendencia a la divergencia total. El partido, la Concertación, Océanos Azules, los asesores directos del candidato parecen no hablar el mismo idioma, así la impresión que da a quienes quieren aportar a esta candidatura es la de caos total, de impericia, de no haber iniciado todavía una campaña en serio. Quizás quienes aconsejan a Frei estén en lo correcto, pero eso no se nota todavía. Hay desequilibrios que se manifiestan en la falta de sutilezas propias del devenir político.
El Frente de Profesionales del PDC decidió hacer sus aportes definiendo cinco grandes líneas de trabajo, todas ellas interesantes y relevantes. Pero, faltó, a nuestro juicio, establecer una línea de trabajo que haga la vinculación entre lo político y lo económico de forma más clara, ya que las propuestas que se están trabajando deben responder a un todo social, que las origina.
Es indudable que la arquitectura política, esto es la Constitución de 1980, responde a la necesidad de consagrar un modelo económico excluyente y depredador. Así de claro.
Muchas son las voces que se han levantado para demandar una nueva Constitución Política de Chile o, han solicitado reformas más contundentes. De hecho el V Congreso ideológico de la DC, del cual quienes adscribimos al Instituto Jorge Ahumada nos sentimos casi ganadores al ser incluidas la mayor parte de nuestras propuestas en los acuerdos, aboga también por una nueva Carta Fundamental.
El tema es ¿cómo hacerlo? Algunos insisten en seguir poniendo parches a un traje que ni para payaso. Otros proponen ligar los procesos eleccionarios a una nueva Constitución. El tema sería que los candidatos no sólo deberían realizar las eternas promesas de siempre, sino que también deberían pronunciarse respecto a este tema fundamental. ¿No será mucho para algunos?
Y otros, derechamente hemos apoyado la formación de una Asamblea Constituyente. Desde hace años, una persona muy querida por nosotros como el abogado Roberto Garretón, junto a otros representantes del humanismo cristiano y laico, trabaja en reuniones, seminarios, jornadas, convenciendo uno a uno de la necesidad de empujar esta asamblea constituyente. Nosotras no sólo adherimos a la idea, sino que en la municipal pasada marcamos nuestros votos con la frase “Asamblea Constituyente”, pero la idea es rechazada por la mayoría de los políticos tradicionales. ¿Qué pasa con nuestra audacia?, ¿Por qué la rechazan? Múltiples excusas, pero ninguna tan clara como la explicación dada por el ex ministro de Justicia en el gobierno de Patricio Aylwin, el abogado constitucionalista Francisco Cumplido, quien durante una exposición ante el Frente de Profesionales dijo respecto de la Asamblea Constituyente lo siguiente: Que tiene de bueno un ente como el descrito según el jurista: “desvincula la aprobación de la Constitución del poder presidencial y del parlamentario; lo desvincula de los intereses del momento”.
Específicamente la propuesta indica la elección de un parlamento o asamblea constituyente, previa decisión directa de la ciudadanía convocada a referéndum por el Presidente de la República, en una decisión que participe más de la mitad de los ciudadanos que integran el cuerpo político de la sociedad.
¿Cual es el temor de empoderar a la ciudadanía como actor fundamental de las transformaciones sociales? muchos lo tildan de aventureros de buenas a primeras, pero saben que no es así. Los grandes proyectos sociales y sus transformaciones demuestran que personajes como: Don Raúl Silva H, Eduardo Frei Montalva ,Bernardo Leigthon, Radomiro Tomic, Gabriela Mistral, Manuel Bustos y muchos otros, que cambiaron el rostro de nuestra historia, fueron audaces en su tiempo y también más de alguno los tildó de irresponsables,¡Gracias por sus irresponsabilidades!,.Bien la historia los juzga, como grandes transformadores de la sociedad, en la cual hoy nos mantenemos insertos y de los cuales estamos seguras, ellos no estarían conformes. Los Ciudadanos quieren líderes que recojan sus anhelos, con participación de todos como actores fundamentales de los cambios y las transformaciones que Chile requiere ¡ahora!.
¿Por qué creemos que una iniciativa de este tipo no tendrá acogida por la elite política?
Fácil, porque pone en peligro aquello en que han trabajado y tejido una malla férrea en los últimos años: seguir reeditándose, autogenerándose, asumiendo que las diputaciones, senadurías o cargos –en el ministerio o servicio público que sea- es “su pega” y, por lo tanto, nadie pueda “sacarlo” de ahí y si no es hereditario.
Impresionan imágenes de la asunción al poder de Patricio Aylwin y cómo muchos de los rostros que lo acompañaron, hoy siguen en alguna de las cámaras con hartos años, kilos y canas más y quieren seguir estando y, si no es así, que alguno de sus familiares postule para asegurar a la dinastía.
Por eso el camino de la Asamblea Constituyente no encuentra acogida. La elite política ve en ella un peligro a la administración del poder que hace 20 años manejan. Otro peligro que ven en una instancia de este tipo, es que finalmente los partidos políticos no serán los dueños de la llave de la participación. Por primera vez la gente, a través de las instancias que ella misma se da no pasaría por el cedazo de tener que pronunciarse, necesariamente, a través de los partidos. También se impediría que algún senador, como el senador UDI Almirante ® Arancibia, diga muy suelto de cuerpo que “cede su circunscripción” a Joaquín Lavín.
Después de 20 años hacen falta cambios de verdad, aquellos que la Concertación por temor no se atrevió a plantear con fuerza. Dejemos de afirmar que, con la eliminación de algunos enclaves autoritarios de la Constitución, esta puede ser definida como democrática, ¡no!, esta sigue siendo la Constitución de Pinochet.
Además, la práctica política ha permitido dejar más que claro que el diseño aplicado en el país no da para más. Tenemos un sistema presidencialista dañino; tenemos un parlamento que se ha convertido en un buzón receptor de las iniciativas del ejecutivo, aunque algunos –sólo algunos- de sus integrantes expresen su descontento por ello; tenemos a la gente sin reales canales de participación con lo que se genera una frustración, que se traduce en la lejanía de ésta con los partidos y las instituciones; tenemos un padrón y una clase política envejecida y, tenemos a millones de jóvenes autoexcluidos porque no creen en el sistema. No sólo seguimos con una Constitución de origen dictatorial, sino que mantenemos las anquilosadas estructuras de participación que nos condenan a la tiranía de partidos políticos cada día más desprestigiados, ensimismados en aferrarse al poder a toda costa, “para que no llegue la derecha” al gobierno, pero sin propuestas que interpreten lo que el chileno y chilena quieran. ¿Cómo será lo alejado que estamos del sentir ciudadano que ya estamos aplicando la letanía “del que tiene mantiene”, a pesar de la mediocridad rampante en nuestro partidos y en los de los “socios”.
El momento constitucional que vivimos es una oportunidad y una urgencia para tener una Nueva Constitución Política, la del Bicentenario. Creemos en la participación de los Ciudadanos y por eso consideramos que el mecanismo de elegir una asamblea constituyente se hace hoy, más urgente que nunca. Para los cristianos en política, esto es una tarea convocante: creemos en la participación real, pero sobre la base de una sociedad basada en la persona humana y sus núcleos básicos. Hoy, nuestra sociedad empieza a dar señales de descontento, y paradójicamente, aunque nunca tuvimos tanta democracia, tampoco nunca hubo tanta desafección frente a ella. El electorado, juicioso como es, está consciente de este juego inútil, que una constitución peligrosamente inservible está provocando, y manifiesta en las encuestas su opinión muy desfavorable a la participación política. Motivación que si hoy puede resultar de interés para quienes han hecho del discurso de la apoliticidad una categoría, pudiera resultar excesivamente costoso para el desarrollo futuro del país. Sumado a que esta desafección sean la subordinación de la actividad política a los poderes fácticos; la carencia de una sólida cultura democrática; la crisis y desprestigio del Estado y de lo público; las dificultades en la relación entre los partidos políticos y el resto de la sociedad civil, entre otras. Variados estudios demuestran que la relación entre democracia y bienestar económico es una relación muy directa. Las condiciones de desigualdad de los ingresos en la distribución de los productos de la democracia, materiales, intelectuales o simbólicos, unido a un sistema que privilegia la decisión política entre cuatro paredes, y con un ciudadano convertido sólo en consumidor o cliente, que ha visto enajenada su soberanía por una trampa en el sistema, que hay que desmontar, puede ser fatal en momentos futuros de crisis o de polarización política que el presidencialismo chileno, no está en condiciones de resolver. Sólo de ese modo, y no a través de un constitucionalismo de parche, ni una dogmática imposible, el país podrá levantar el vuelo hacia una democracia avanzada que nos permita a todos prosperar en libertad, justicia, seguridad en las reglas del juego (incluidas las económicas),con creatividad e innovación.
Por eso creemos, firmemente en la necesidad de entregarle a Chile camino al Bicentenario Una Nueva Constitución Política, fruto fundamental de la Democracia, ya que el desprestigio de lo público invita al individualismo y a la corrupción en la vida política, a una suerte de suave despotismo del que resulta necesario protegerse.
Después de 20 años antes que reconocer las infinitas deudas que tenemos con los pobres y la clase media chilena, seguimos viviendo de glorias pasadas y reiterando que “somos la coalición política” más exitosa de la historia del país.
¿Pero basta con lo obrado, o aún le debemos al pueblo de Chile claras, rotundas y contundentes transformaciones en lo político, económico, social y cultural?
En lo económico nada decimos de un sistema que cada 20 o 30 años entra en crisis, afectando como siempre a los pobres y golpeando a la clase media; nada de la exacerbada concentración económica, de la imposibilidad de los trabajadores de influir en el manejo de sus ahorros mensuales obligados; del papel de co gobernantes de las organizaciones empresariales; del arrinconamiento del mundo laboral en pleno, de la mantención de normas de negociación colectiva que son “chiste” a la luz de los fundamentos del derecho laboral; de la persistencia de normas ambientales que sirven el modelo económico depredador; de la mantención de una educación superior que margina a la clase media o la obliga a endeudarse brutalmente (recordar que Frei, Lagos, Bachelet, estudiaron gratis); de la persistencia de una política social asistencialista, que premia en las encuestas, pero mantiene un círculo de marginación, etc., etc., etc.
Después de 20 años, la ciudadanía clama por un servicio público eficiente del cual se destierren para siempre prácticas opacas. El Frente de Profesionales de la DC, está proponiendo ideas, en torno a dicho tema. Pero, ¿que es lo fundamental? Vienen a la memoria las palabras de Don Eduardo Frei Montalva, “En esta hora el país requiere de una alta moral en lo privado y en lo público”.Así, no podemos tener dirigentes que pregonan la Ética del Servicio Público, y un rato más tarde son accionistas de empresas, integrantes de directorios de las AFP, tienen tres o cuatro honorarios en el Estado y así suma y sigue. No da para más….!
Sentimos, que iniciativas como la entrada en Vigencia de la Ley de Transparencia, haya sido en esta etapa de término de gobierno, y qué, por ejemplo, la implementación de los Tribunales de lo Contencioso Administrativo, todavía duerma el sueño de los justos en el Congreso, al igual que algunas materias impulsadas en este sentido en el Primer Gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle y que, aún no se han implementado.
Un servicio público eficiente, tiene un componente esencial que es su cuerpo normativo y es áhí donde existe un problema de asimilación y vigencia de la Ética del Servicio Público. Viene al caso preguntarse ¿Qué significa, ser servidor Publico?, ¿Quiénes son sus funcionarios? ¿Cómo se estructura su dotación en cada servicio público? Creemos, que deben existir tres espectros de funcionario: Político, Político-Técnico y Técnico. No nos avergonzamos de decir que hay cargos que son políticos y responden al Presidente de la República, para llevar adelante y concretar su Programa de Gobierno. Eso es Gobernar, y en cualquier democracia avanzada, los cargos políticos, son nombrados por el Presidente de la República.
Lo anterior, es re-legitimar el Papel del Estado, y esto significa darle el sentido de actor social fundamental, lo cual debe ir acompañado del papel que cumple la inversión social, para sustituir el criterio tradicional del “gasto público”. La confusión entre gasto e inversión social ha permitido que los grandes recortes presupuestarios realizados en épocas de ajustes hayan golpeado a los sectores más pobres de la sociedad en aras de unos ”recortes burocráticos” celebrados mediáticamente.
Los recursos que se canalizan hacia la educación a través del pago de profesores y hacia la salud, no se pueden considerar “gasto” sino una “inversión” cuyos rendimientos, por difíciles de precisar que resulten, contribuyan a un mejoramiento significativo de las condiciones generales de equidad y productividad en el largo plazo.
Una segunda revisión tiene que ver con el viejo concepto del ofertismo social (la famosa lista de supermercado); la fijación de metas de ampliación cuantitativa de la cobertura, mas cupos escolares, mas camas en los hospitales, mas vivienda en las ciudades, se tiene que acompañar de políticas públicas que aseguren la calidad de la prestación de los servicios y permitan la utilización de ciertos parámetros (no indicadores de mercado) para medir el nivel de eficiencia social de los mismos. La revisión de conceptos limitados, como por ejemplo: el de viviendas según construcción de unidades, se tiene que “matizar “con el de “soluciones” habitacionales, que alcance otras formas de asentamientos urbanos, como por ejemplo renovación de los centros de las grandes ciudades o en el caso de las oportunidades escolares se tienen que distribuir racionalmente en proporción a la población, según necesidad y ubicación geográfica. Los hospitales no pueden seguir siendo presupuestados con el concepto tradicional de camas instaladas, así estas sean o no utilizadas; se precisa llegar a sistemas donde estas distorsiones conceptuales de lo que es el rol y función del Estado (con mayúscula), no se traduzca en la copia de indicadores de mercado que durante décadas no se han traducido en una reducción significativa de la desigualdad y en un mejoramiento significativo de las condiciones de bienestar de las personas.
El mero asistencialismo no es suficiente. Las políticas públicas deben ser de largo plazo, donde exista construcción de tejido social. La clase media, hoy desaparecida y que fue formadora de ilustres personajes en la historia de Chile, hoy ya no genera valor agregado. ¿Como levantamos a nuestra caída clase media? Lo haremos si somos capaces de recoger sus inquietudes, entre otras: La desigual y mala calidad de la Educación, las demandas de los trabajadores del cobre y de las centrales, frente a los abusos de la subcontratación, el mayor protagonismo de las regiones frente a las desproporcionadas inversiones realizadas en la metrópoli en desmedro del Chile interior, de los polos, las políticas de gethos en el desarrollo urbano, en la generación de políticas del Estado frente a los desempleados en período de crisis, los microempresarios con políticas de subsidios reales a los que efectivamente, lo necesitan.
Llamado a la cordura….
Cuando estamos próximos a Conmemorar el fallecimiento del Cardenal Raúl Silva Henríquez, el llamado es “Debes mostrarte intrépido” (Palabras del Cardenal en 1962). También estamos próximos a tener una elección presidencial en el cual nuestro candidato presidencial Eduardo Frei R-T es bombardeado por las encuestas. Ante esto nos permitimos señalar, que en esta hora de seria responsabilidad, creemos el deber hacer llegar unas palabras a estos hombres y mujeres de nuestro país, camaradas y amigos, que permita iluminar las mentes y despertar las nobles energías que todos tenemos, pero que parecen dormir en el fondo de nuestras almas.
Próximos a este proceso cívico, debemos poner encima de las rencillas personales, un proyecto país que nos une. Debemos reconocer que es un privilegio el poder elegir y manifestarnos con dignidad, con seriedad, con esa libertad, a los representantes y servidores del pueblo soberano. Para ello el camino, es conocernos, re encantarnos, haciendo la siguiente reflexión “LO QUE NOS UNE ES MUCHO, MAS FUERTE, QUE LO QUE NOS SEPARA”.Todos deseamos pan, respeto y alegría. Todos somos y nos sentimos chilenos, celosos de nuestra soberanía, acostumbrados a la libertad. Todos entendemos que en nuestra mesa común no puede haber privilegiados y marginados. Todos queremos que esta tierra de todos la disfruten todos, con los mismos derechos y las mismas oportunidades. Todos anhelamos la PAZ. Por lo tanto, cuando descubrimos que somos tan semejantes, tan solidarios, tan próximos ¿Por qué tanto prejuicio, por que tanto miedo unos de otros? ¿Por que nos resulta tan difícil comprender al otro? La dinámica del egoísmo y la deslealtad, es lo que podría hacernos perder el rumbo. Estamos en el umbral de la decisión ciudadana. Cuidemos los que nos ha hecho grande, es tiempo de corregir las imperfecciones y proyectar un futuro grande el Chile del bicentenario.
Un abrazo de Paz.
Myriam Verdugo G.Consejera Nacional PDC.
Marta Canto Castro.Secretario Ejecutivo Instituto Jorge Ahumada.
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