viernes, mayo 08, 2009

Llega una nueva generación. Victor Maldonado


Los estrategas de Piñera alientan las alternativas que puedan debilitar a Frei. Antes, el empresario reunía todo el voto de descontento, hoy éste puede mantenerse en la centroizquierda. Tarde verán que lo que parece una astuta idea llevará a algo parecido al suicidio.
Las campañas presidenciales están todavía en la etapa de instalación. Esto quiere decir que la estructura básica de los comandos está definida, las responsabilidades han sido repartidas y los desplazamientos por el territorio y la realización de eventos como definición de mensajes y adelantos programáticos comienzan a tener una sistematicidad mayor. Pero claramente se encuentra todo en rodaje, y las partes y secciones en las que se han distribuido las tareas están lejos de ensamblar a la perfección.
En realidad, es una etapa de mucho dinamismo y de cierta experimentación, de tanteos y de ensayo y error. Puede que todos los miembros de un equipo de campaña sean muy expertos en las funciones que les han sido encomendadas, pero eso no basta. De lo que se trata es de conseguir un trabajo colaborativo y no todos los encargados de algo tienen por necesidad que trabajar bien entre sí. De modo que mientras no se produzca el ajuste y el entendimiento entre personas concretas a cargo de labores que son teóricamente complementarias, no se puede decir que un comando haya superado su fase inicial.

Por lo mismo, es parte de lo obvio y natural en estos casos que se pase por conflictos y ajustes que tienen que ser superados para llegar a una cierta madurez de equipo. Así como hay ajustes de funciones, también hay ajustes entre perspectivas políticas y entre personalidades.

Fenómenos de largo aliento se están colando aún en los aspectos más prácticos de la coyuntura, y eso se está expresando, incluso, en los equipos de campaña. Tal vez el principal factor que se ha hecho presente sea el cambio generacional en política. Esto pone una nota de interés adicional a la competencia electoral propiamente dicha. Gran parte de este proceso no será del todo visible para la opinión pública, pero adquirirá creciente importancia en los meses que siguen y, sin duda, sus aspectos no se detendrán con el final de la campaña. Algunos analistas creen que se encuentran presenciando una maniobra cosmética en la contienda electoral. Pero ésa es una perspectiva muy superficial, que atribuye la corta visión propia a los candidatos.

Momento para abrir espacio

En realidad, estamos ante una respuesta política inicial, por parte de líderes que tienen la obligación de estar muy atentos a los cambios más importantes en las opiniones de los electores. Y ocurre que el cambio que ha ido madurando entre los ciudadanos es de tal envergadura, que hay que ser particularmente inepto como para no percatarse.

Las campañas presidenciales tienen que vérselas con un retraso en la capacidad de adaptación de los partidos a los efectos de un prolongado cambio social y cultural. Se trata de una larga deuda pendiente. Finalmente, la eterna costumbre de vivir en la coyuntura pasa la cuenta, justo cuando se abre el tema del futuro. De este desfase (entre los generadores de cambios para todos los demás, que no se han ocupado de regenerarse ellos mismos a tiempo) proviene un cierto malestar colectivo del ciudadano de a pie con la elite política, que se ha expresado de las más diversas maneras.

Hay que saber desde el inicio que existe un cierto espacio para el descontento y para la expresión de lo alternativo, que ha estado siempre latente. Y esto alimenta terceras opciones que rompan moldes prefijados. De allí que sea tan importante canalizar el mayor número de demandas ciudadanas y dar paso a las nuevas generaciones a los puestos de mayor responsabilidad. No es un caso de pura buena voluntad. Es algo que se tiene que hacer, bien o mal, más rápido o más lento (y eso, incluso, en un rango acotado de espera posible), pero que hay que hacer. No se está agotando la política ni su lugar en nuestra convivencia, lo que se está agotando es una forma concreta de hacer política, que ha emprendido su rumbo sin retorno al pasado.

¿Cuál es la línea de conducta que ha de seguir la candidatura de la Concertación ante este escenario?

Lo que Eduardo Frei y su comando han de desarrollar en esta campaña para afianzar su opción presidencial es consolidar sus puntos fuertes, validarse como el mejor conductor de la nación en esta etapa de inicio del tercer centenario de la República y enfocarse en el adversario principal.

Conducción segura y de futuro

En las tres facetas mencionadas, el ejercicio del liderazgo se expresa en adelantarse a todos los demás en la línea de conducta que terminará siendo reconocida como la mejor, no de inmediato, sino al momento de emitir el voto. Frei es un candidato al que se le reconoce solvencia, experiencia y capacidad. Da garantías de buen manejo del Estado en un momento de crisis, donde todo esto se privilegia y cuando creer que el Estado es importante es un aval de protección ciudadana. Esos son sus puntos fuertes.

El candidato de la Concertación no es una novedad en sí mismo, y sería un error presentarlo como algo distinto de lo que es. Menos aun cuando los electores consideran muy positiva la autenticidad, la veracidad en lo que se dice, la sinceridad con que se muestran convicciones y la voluntad de emprender tareas. La novedad debe estar en las tareas a las que se convoca a la nación y la apertura a la idea de que en un siglo joven tienen espacio los jóvenes para marcar el rumbo. Trasmitir estos mensajes no es algo fácil y de rápida asimilación, pero se terminará por imponer si se persiste en este mensaje central.

Enseguida, hay que ver el recorrido completo de la campaña, no sólo el punto en que nos encontramos ahora. En este momento, todas las opciones parecen abiertas. Los candidatos están recién presentándose en la cancha. La habilidad comunicacional, el manejo de medios, las características personales, marcan partidas muy interesantes. Pero esta campaña es larga y a cada paso se presentan pruebas que no se superan por imagen, sino por consistencia. Hay un tiempo para la novedad, un tiempo para la validación y un tiempo para evaluar y sopesar todos los factores. Hay que jugarse para el momento del juicio equilibrado, con la confianza en lo que se representa y en la invitación que se hace al país como el mejor camino posible. Todo lo cual no significa descalificar a nadie. Tal vez lo que se necesite es la capacidad de acoger puntos de vista interesantes antes que denostar o reprender.

Idea suicida

Por último, nunca se ha de olvidar que es la derecha el adversario principal. Sigue siendo cierto que si Sebastián Piñera no gana en primera vuelta, ya no gana. Por cierto, sus estrategas alientan las alternativas que puedan debilitar a Frei. Esto es de seguro su intención, pero no necesariamente el resultado que consiga. Antes, el empresario reunía todo el voto de descontento, hoy éste puede mantenerse en la centroizquierda. Demasiado tarde entenderán que lo que parece una astuta idea terminará en algo parecido al suicidio.

Lo que suceda en esta elección dependerá del transcurso de la campaña. Depende de quién cometa menos errores y sea más consistente y perseverante con su estrategia. En el inicio de este proceso, y pese a las apariencias, ni la novedad ni el cambio ni la validación en el manejo de crisis, ni la mayor credibilidad, parecen estar en manos de la derecha. Por eso es tan necesario tomar la iniciativa desde el primer momento.
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