Gobernar la globalización. Ignacio Walker
La actual crisis económico-financiera internacional es sólo el ejemplo más reciente referido a la necesidad imperiosa de gobernar la globalización.
Otros ejemplos son más conocidos: el cambio climático y el calentamiento global de la tierra, en torno al Protocolo de Kyoto y la necesidad de un nuevo protocolo que se haga cargo de los vacíos del anterior y de la nueva realidad, y la nueva conciencia, sobre la materia; el tema de las aguas, los océanos, y la pesca en alta mar; la proliferación de armas de destrucción masiva y la reciente oferta por parte de los rusos de continuar en el camino de la reducción de armas —que el gobierno de Obama debería tomar sin mas trámite y olvidarse de una vez por todas del escudo anti misiles que los Estados Unidos piensan (o pensaban) instalar en Polonia y la República Checa; el terrorismo internacional, el narcotráfico y el crimen organizado; las violaciones a los derechos humanos, con una especial mención a los crímenes contra la humanidad, el genocidio y los crímenes de guerra (Corte Penal Internacional), son sólo algunos ejemplos que dejan entrever las insuficiencias del sistema internacional que ha descansado, desde el siglo XVII, en el Estado-nación, la soberanía, el principio de no intervención, y la “razón de Estado”.
Todo eso, y mucho más, está en crisis en el nuevo mundo global en que vivimos. La actual crisis económico-financiera, el papel de las instituciones financieras internacionales, y los mecanismos de regulación, deben sumarse a esa larga lista. El capitalismo global regulado —especialmente en lo financiero y lo comercial (OMC y Ronda de Doha)— debe sustituir al capitalismo financiero desregulado.
Perdí la cuenta de cuántas veces he escrito sobre este tema, pero no me cansaré de hacerlo. Nunca como ahora habíamos tenido tanta conciencia de estar en el mismo barco. Nos sobra conciencia, pero nos falta visión, voluntad política y capacidad de decisión y de implementación de las decisiones adoptadas.
¿Qué significa gobernar la globalización? Es algo extraordinariamente simple de ser enunciado, y extraordinariamente complejo de llevar a cabo. Se trata de construir instituciones para un mundo global; es decir, reglas del juego —en eso consisten las instituciones— claras, estables y equitativas para reglar y regular —sí, regular— estas nuevas realidades globales en lo político, lo económico, lo social y lo ambiental. Se trata de construir, recrear y profundizar los nuevos regímenes internacionales en la era de la globalización. Para ello deben reemplazarse las rigideces y prejuicios ideológicos por un mayor pragmatismo.
La premisa de lo anterior es muy simple: las fuerzas económicas no actúan en un vacío político e institucional. No hay tal cosa como los automatismos del mercado, y los “ajustes automáticos” (este último concepto llevó a la debacle al Chile de la post-crisis 1982-83). Tampoco el Estado-nación es capaz de lidiar, por sí mismo, en la forma que lo hemos conocido históricamente, con estas nuevas realidades globales.
Gobernar la globalización significa colocar el principio —no la panacea, menos la consigna— del multilateralismo en el centro de las cosas, y transformarlo en rector del nuevo orden internacional que surge en la era de la globalización. Sé que a muchos les parece una monserga insoportable hablar de un “nuevo orden internacional”, de puro manoseado que está el concepto. Pero ahora es cuando. Hoy es más cierto y más necesario que nunca antes.
La próxima Cumbre Progresista que tendrá lugar en Viña del Mar, el 27 de marzo, es una excelente oportunidad, y una gran plataforma, para plantear el tema de la gobernabilidad de la globalización. Creo que debiera ser la conclusión principal de la misma, y el concepto que englobe a todos los demás. Si no es desde el progresismo —el verdadero progresismo, que afirma la necesidad de un progreso humano, no la baratija de tal o cual consigna, o tal o cual sector—, entonces de donde. La Presidenta Bachelet, en el “peak” de su popularidad —que, a decir verdad, nunca decayó a nivel internacional—, tiene una gran oportunidad para plantear el tema. Es más, sugiero que el título bajo el cual se convoque a esta Cumbre Progresista, sea, simplemente, “Gobernar la Globalización”.
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