Divide y reinaras: el viejo truco. “El todo es inferior a las partes”. Victor Maldonado
En la derecha ya no se piensa en atacar a la Presidenta Bachelet y su Gobierno, sino en contraponer la figura de la Mandataria a la evolución de la candidatura de Eduardo Frei.
Desde luego, el cultivo de la cizaña no está exento de esta conducta, pero es interesante ver y analizar los argumentos que se esgrimen. Por supuesto es un propósito de por sí extraño.
Mirado desde la Concertación, lo que se necesita para ganar son tres cosas que no pueden estar ausentes: tener un gobierno exitoso dirigido por una mandataria ampliamente respaldada; mostrar una Concertación unida y disciplinada; y, presentar un candidato único que cuente con un comando ampliamente integrador.
Desde la perspectiva de centro izquierda, mientras más avances y logros se concreten en cada uno de estos tres aspectos, mejor resulta para el conjunto. Nada es automático y la popularidad o el reconocimiento en un aspecto no significa un inmediato contagio del resto, pero es evidente que un buen gobierno potencia la continuidad en el poder.
En ningún caso parece darse una lucha de intereses y de influencias. Simplemente no hay interesados en cultivar los celos recíprocos ni nada que se le parezca.
De allí la dudosa pertinencia de una perspectiva interesada en contraponer los buenos resultados de uno como perjudiciales para otro. Pero, de todas formas, vale la pena seguir la secuencia del argumento para ver a donde nos lleva.
Se puede constatar –se nos dice desde la oposición- que mientras Bachelet sube en las encuestas ocurre que Frei se estanca en su crecimiento, lo que se presenta como hechos relacionados. En seguida se señala que Frei creció con las bajadas de Lagos e Insulza, pero que esa tendencia ha ido disminuyendo.
¿Qué se deduce de esto en la oposición? ¡Que la culpa la tiene Bachelet! Ella se abría reencontrado con un ambiente colectivo similar al que le permitió ganar las elecciones presidenciales. La formula de la presidenta sería, algo así como mantenerse cercana y espontánea, simpática y amable, al mismo tiempo que se aleja de los conflictos de la Concertación y se focaliza en encarnar el buen manejo gubernamental de la crisis económica.
A raíz de este tipo de conducta –continua el análisis de derecha- estaría ocurriendo que los conflictos del oficialismo están siendo sobrellevados cada vez más por Frei. Ello, porque tendrá que involucrarse en la negociación parlamentaria, tendrá la responsabilidad de establecer una constitución pluralista del comando de campaña, y, deberá hacer frente a los debates valóricos y políticos del momento.
Además, nos dicen desde la derecha, sucede que Frei no es todavía el candidato único del conglomerado de centro izquierda, y no tiene aún ordenada a la Concertación tras su candidatura. Esto, por cierto, lo pone en desventaja ante Piñera.
Por otra parte, y volviendo a la comparación con Bachelet, el manejo económico está favoreciendo a la mandataria, pero no así a Frei, puesto que se nos dice, el buen manejo actual contrasta con el que se tuvo en la administración del ex presidente, que lo llevó a una elevada desaprobación al final de su período.
Por lo anterior, la derecha se receta a sí misma el hacer más selectivos sus ataques de hoy en adelante. A partir de ahora, las embestidas de la oposición no se dirigirán contra Bachelet sino contra sus colaboradores y respecto de políticas específicas.
Hasta aquí el enfoque que nos llega desde la oposición.
Cada cual en lo suyo
Desde luego, se entiende cual es la intención del análisis descrito pero, sin embargo, no se puede decir que estemos ante un intento demasiado elaborado ni ante una trampa particularmente efectiva.
Siguiendo la secuencia de los argumentos tal cual se han presentado, hay que partir diciendo que la evolución de la candidatura de Frei no se relaciona en forma directa con el apoyo obtenido por Bachelet. Más bien, se relaciona con el número de competidores que encuentra dentro de su misma coalición.
En efecto, hace unos meses cuando había varios candidatos bien posicionados en el oficialismo, nadie parecía despegar de un modo incontrarrestable. Lo que la opinión pública veía era que aún no se despejaba el tema del abanderado y no se pronunciaba de manera rotunda por alguno de ellos.
Tras la bajada de Alvear, Lagos e Insulza, Frei subió por la absorción del apoyo de los otros. Pero cuando reaparece la competencia interna este proceso se detiene. De modo que la Concertación crece por confluencia de voluntades, porque no es otra cosa que el pluralismo progresista que ha sabido superar diferencias y construir proyectos representativos y comunes. Mientras más unida, más fuerte.
Es redundante pero cierto decir que la Concertación solo existe y pesa cuando se “concierta”. Mientras eso no suceda visiblemente, Bachelet puede seguir concitando adhesión popular, pero esto no se podrá “contagiar” a otro líder. Y eso no sucederá hasta que una y solo una persona se establezca como polo aglutinante de toda la centro izquierda.
Las encuestas son muy significativas al respecto. Muestran que la competencia interna detiene el crecimiento electoral y solo produce un proceso de trasvasije de votos entre quienes ya están convencidos pero nada más. Se reparten de otra forma el mismo capital político inicial, pero sin lograr el crecimiento que permitiría ganar al verdadero contendor.
Más todavía, la Concertación tiene que evaluar en la versión inicial de primarias regionales, si los convocados incluye a un gran número de independientes e indecisos. Si no es así, si lo que pasa es que está movilizando al activo político más próximo a los partidos, entonces no está ampliando su apoyo. Se habrá estado relacionando con convencidos. Habrá descuidado a los que están dudosos, pero que no se quedarán eternamente en esa condición, y serán convencidos por aquellos que se hayan dedicado a hablarles.
En otras palabras, al inicio de abril, la centro izquierda tendrá que dar un golpe de timón y concentrarse en quienes definen la elección.
Dos líderes fieles a su estilo
Pero volviendo al discurso de derecha, hay que decir que es igualmente errónea la idea de que Bachelet está dejando los conflictos en manos de Frei, con lo cual lo estaría perjudicando. La Concertación está en un proceso de primarias que no es un conflicto en si mismo sino un procedimiento concordado para llegar a un solo candidato.
De hecho sería un despropósito que el gobierno se involucrara abiertamente en un proceso que dirigen los partidos y si no es bueno que las autoridades públicas incidan desde sus puestos, lo es todavía menos que lo haga la propia presidenta. Ni la definición parlamentaria ni la constitución del comando son cosas que le competan ni debieran serlo.
En cuanto al manejo de la crisis económica, las autoridades del área no han hecho más que hacer presente las ventajas que ha ido acumulando nuestro país, producto de un prolongado buen manejo de la economía. Se ha presentado lo que hacemos hoy como un buen resultado colectivo. Por si fuera poco, nadie duda que un candidato oficialista solo se impondrá en las urnas si la crisis es bien manejada.
El desafío no va por ninguno de los puntos que se señalan desde la derecha. En verdadero esfuerzo en la centro izquierda será conseguir la transferencia de apoyo entre los líderes con características de personalidad y trayectorias diferentes. Bachelet que se posiciono como una personalidad atrayente para quienes no estaban relacionados directamente con las dinámicas de los partidos, de allí expandió su influencia hacia el núcleo del poder político. En esta ocasión Frei tendrá que hacer el viaje inverso.
Pero estimo que esta transferencia se realiza con éxito. Al fin y al cabo se trata de dos personas auténticas, fieles a su propio estilo y a sus convicciones. No se trata de que se imiten sino de que sean coherentes con lo que son. El puente entre dos personas sinceras es siempre posible.
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