martes, diciembre 30, 2008

Reformas constitucionales: Una idea no muy buena. Ricardo Israel.


¿Necesita ser reformada nuestra Constitución? Por cierto que sí y sobre todo, en lo que tiene que ver con la política, donde a pesar de todas las modificaciones hechas, sigue siendo esencialmente la del 80. En otras palabras, se han hecho muchas reformas, tanto que lleva la firma del ex Presidente Lagos, pero en la parte de la política sigue siendo la que diseñó el General Pinochet, para todos los efectos prácticos.

Mucho se ha hablado en democracia, pero poco se ha hecho, y ha faltado voluntad para modificar una carta fundamental caracterizada por el virtual monopolio de una pequeña elite de partidos políticos y el exagerado poder presidencial.
Cuando se acercan los periodos electorales aparecen una y otra vez las ofertas, en general no materializadas, de reformas. Algunas buenas y otras malas.
A esta última categoría pertenece la propuesta tanto de los presidenciables Frei y Piñera para que senadores y diputados puedan desempeñar también las funciones de ministros. La idea me parece inconveniente por las siguientes razones:

a) En primer lugar, se retrocedería al siglo XlX, ya que la constitución de 1833 permitía exactamente lo mismo.

b) Por sobre todo, le daría un poder aún mayor al Presidente de la República, rompiendo aún más en detrimento de los parlamentarios , el equilibrio de poderes que debiera existir en toda democracia, y que no lo permite la actual constitución chilena.

c) Con la propuesta de Frei y Piñera, el Jefe de Estado no solo aumentaría su poder a niveles que quizás no existen en ninguna democracia, sino que también reduciría aún más toda pretensión fiscalizadora del Congreso. En efecto, bastaría tan solo llevárselo(a) al gabinete para modificar las votaciones (ojo el Transantiago). Lo peor, que después podría pedirle sin ningún problema la renuncia.

d) Si ahora está desacreditada la política, con una reforma de este tipo el problema se agravaría a niveles peores, ya que mientras esté como ministro, el senador y diputado designaría un reemplazante transitorio, lo que es la negación misma de la democracia y de la representación popular.

En resumen, una muy mala propuesta que reafirma el hecho que el principal peligro hoy para la democracia es la forma que funciona la política, ya que lo hace en forma oligárquica, con todo el poder concentrado en pequeñas cúpulas partidarias.
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