PREPARANDO LA NAVIDAD Maria T. Cortez
El ser humano es materia y espíritu, sin embargo, tengo la percepción de que nuestra sociedad sólo se ha preocupado de satisfacer el hambre material y no el espiritual.
Hemos cometido un error en la construcción de nuestro sistema de vida y "lo esencial ha sido invisible a los ojos".
Si la sociedad chilena busca realmente la felicidad y la plenitud de su gente ¿por qué una gran mayoría de habitantes de nuestro país vive pero no disfruta, es exitosa pero no feliz, busca ansiosamente y desea tener lo que tienen otros?
Como dice la campaña publicitaria de una tarjeta de crédito: "hay cosas que son impagables": Cuando un hombre o una mujer se sienten dignos, incorporados a un grupo de pares, identificado con alguna causa o quizás con alguna persona. Cuando este hombre o mujer se siente libre, en paz consigo mismo, tranquilo, en armonía con su entorno, cuando logra ser empático.
Qué distinta es la descripción anterior a lo que hoy es posible observar en las calles: gente estresada, angustiada, ansiosa, agresiva, egoísta. Gente que no posee la capacidad de ponerse en el lugar del otro, indiferente al sufrimiento ajeno.
Me preocupa el escenario futuro en este sentido, ya que el discurso de las autoridades suele ser protector con el más necesitado bajo una mirada de corto plazo, que asigna todos los requerimientos de las personas a un origen material.
Me gustaría que estos discursos y las consecuentes acciones y decisiones políticas empezaran a explicar algunos por qué. Es más, pensé que ese sería parte del sello característico de nuestras actuales autoridades, considerando que, particularmente, las mujeres solemos ser más detallistas en algunas cosas.
Me gustaría escuchar, por ejemplo, que las grandes carreteras se han construido no para que los autos anden más rápido, sino para otorgar mayor tiempo a la convivencia de los integrantes de las familias, toda vez que los padres pueden llegar antes a sus casas a compartir con sus hijos. Entonces la pregunta lógica es ¿Qué más puede hacer el gobierno para provocar mayor convivencia y comunicación familiar, para promover a la familia como núcleo fundamental de nuestra sociedad? ¿Crear más plazas cercanas a las poblaciones para que luego del trabajo los padres y los hijos puedan disfrutar juntos un tiempo agradable considerando que los espacios habitacionales son cada vez más reducidos? ó ¿Fomentar programas culturales dedicados a todos los miembros de la familia en lugares donde éstos son más escasos?
En esta lógica, probablemente las acciones concretas a realizar serán muchas e irán surgiendo como lluvia de ideas en forma ilimitada. El tema es que nuestras autoridades descubran el valor de revitalizar lo afectivo y lo espiritual al momento de proponer y concretar cada una de sus políticas y programas.
Hasta hace poco tiempo, albergaba la esperanza de que nuestra Presidenta, precisamente por ser mujer, pudiera otorgar este sello tan particular a su gestión: connotar el trasfondo humano de cada decisión y programa a adoptar. Esto es, como una hermosa casa, en invierno, muy bien decorada pero a la cual le faltaba un detalle: encender la chimenea para que exista calor de hogar. Desde mi perspectiva, ella era la llamada a este fin. Ella era la llamada a cuidar los detalles y a humanizar nuestra sociedad con sus acciones y su forma de hacer política.
No sacamos nada con tener grandes índices económicos si la gran mayoría de nuestra gente no se siente feliz.
En Chile:
Hay mucha gente que se siente sola, aún teniendo grandes recursos materiales. Pues bien, hay que elaborar políticas de apoyo para esas personas. Un amplio número de ellas son adultos mayores.
Existen padres que pelean en los tribunales de familia el derecho a ver a sus hijos. Aún contando muchos de ellos con recursos materiales, precisan de apoyo.
Hay enfermos postrados en sus camas que necesitan una red de voluntariado que los visite ¿por qué el Injuv no podría organizar un voluntariado para ellos y de paso mostrarle a los jóvenes que quieran integrarse más activamente a la sociedad y a esa red de apoyo que se puede ayudar escuchando y atendiendo a otros que lo necesitan? Probablemente los jóvenes también descubrirían el valor de sus propias capacidades
Así como nos preocupamos de que nuestros hijos vistan bien, tengan educación adecuada, coman y anden limpios, seamos capaces de preocuparnos por su desarrollo espiritual. Esto reforzará el sentido y el valor que le otorgamos a la vida que poseemos, promoverá nuestras ganas de compartir con la comunidad, mejorará la propia seguridad de nuestra gente, fortalecerá su identidad y provocará la alegría tan particular que genera tener esperanzas, llave necesaria para creer e innovar y por consecuencia para desarrollarnos.
El hombre y la mujer somos más que animales. Apelo al razonamiento que nos es característico y distingue de otras especies para iniciar con la fuerza que corresponde este proceso de cambio en nuestra sociedad. Un cambio de fondo, no sólo de forma.
Hemos cometido un error en la construcción de nuestro sistema de vida y "lo esencial ha sido invisible a los ojos".
Si la sociedad chilena busca realmente la felicidad y la plenitud de su gente ¿por qué una gran mayoría de habitantes de nuestro país vive pero no disfruta, es exitosa pero no feliz, busca ansiosamente y desea tener lo que tienen otros?
Como dice la campaña publicitaria de una tarjeta de crédito: "hay cosas que son impagables": Cuando un hombre o una mujer se sienten dignos, incorporados a un grupo de pares, identificado con alguna causa o quizás con alguna persona. Cuando este hombre o mujer se siente libre, en paz consigo mismo, tranquilo, en armonía con su entorno, cuando logra ser empático.
Qué distinta es la descripción anterior a lo que hoy es posible observar en las calles: gente estresada, angustiada, ansiosa, agresiva, egoísta. Gente que no posee la capacidad de ponerse en el lugar del otro, indiferente al sufrimiento ajeno.
Me preocupa el escenario futuro en este sentido, ya que el discurso de las autoridades suele ser protector con el más necesitado bajo una mirada de corto plazo, que asigna todos los requerimientos de las personas a un origen material.
Me gustaría que estos discursos y las consecuentes acciones y decisiones políticas empezaran a explicar algunos por qué. Es más, pensé que ese sería parte del sello característico de nuestras actuales autoridades, considerando que, particularmente, las mujeres solemos ser más detallistas en algunas cosas.
Me gustaría escuchar, por ejemplo, que las grandes carreteras se han construido no para que los autos anden más rápido, sino para otorgar mayor tiempo a la convivencia de los integrantes de las familias, toda vez que los padres pueden llegar antes a sus casas a compartir con sus hijos. Entonces la pregunta lógica es ¿Qué más puede hacer el gobierno para provocar mayor convivencia y comunicación familiar, para promover a la familia como núcleo fundamental de nuestra sociedad? ¿Crear más plazas cercanas a las poblaciones para que luego del trabajo los padres y los hijos puedan disfrutar juntos un tiempo agradable considerando que los espacios habitacionales son cada vez más reducidos? ó ¿Fomentar programas culturales dedicados a todos los miembros de la familia en lugares donde éstos son más escasos?
En esta lógica, probablemente las acciones concretas a realizar serán muchas e irán surgiendo como lluvia de ideas en forma ilimitada. El tema es que nuestras autoridades descubran el valor de revitalizar lo afectivo y lo espiritual al momento de proponer y concretar cada una de sus políticas y programas.
Hasta hace poco tiempo, albergaba la esperanza de que nuestra Presidenta, precisamente por ser mujer, pudiera otorgar este sello tan particular a su gestión: connotar el trasfondo humano de cada decisión y programa a adoptar. Esto es, como una hermosa casa, en invierno, muy bien decorada pero a la cual le faltaba un detalle: encender la chimenea para que exista calor de hogar. Desde mi perspectiva, ella era la llamada a este fin. Ella era la llamada a cuidar los detalles y a humanizar nuestra sociedad con sus acciones y su forma de hacer política.
No sacamos nada con tener grandes índices económicos si la gran mayoría de nuestra gente no se siente feliz.
En Chile:
Hay mucha gente que se siente sola, aún teniendo grandes recursos materiales. Pues bien, hay que elaborar políticas de apoyo para esas personas. Un amplio número de ellas son adultos mayores.
Existen padres que pelean en los tribunales de familia el derecho a ver a sus hijos. Aún contando muchos de ellos con recursos materiales, precisan de apoyo.
Hay enfermos postrados en sus camas que necesitan una red de voluntariado que los visite ¿por qué el Injuv no podría organizar un voluntariado para ellos y de paso mostrarle a los jóvenes que quieran integrarse más activamente a la sociedad y a esa red de apoyo que se puede ayudar escuchando y atendiendo a otros que lo necesitan? Probablemente los jóvenes también descubrirían el valor de sus propias capacidades
Así como nos preocupamos de que nuestros hijos vistan bien, tengan educación adecuada, coman y anden limpios, seamos capaces de preocuparnos por su desarrollo espiritual. Esto reforzará el sentido y el valor que le otorgamos a la vida que poseemos, promoverá nuestras ganas de compartir con la comunidad, mejorará la propia seguridad de nuestra gente, fortalecerá su identidad y provocará la alegría tan particular que genera tener esperanzas, llave necesaria para creer e innovar y por consecuencia para desarrollarnos.
El hombre y la mujer somos más que animales. Apelo al razonamiento que nos es característico y distingue de otras especies para iniciar con la fuerza que corresponde este proceso de cambio en nuestra sociedad. Un cambio de fondo, no sólo de forma.
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