No hay toro, no hay arena, no hay plaza…¿qué hay?
La renuncia del Presidente del Tribunal Supremos de la DC es una muestra mas de la crisis institucional de un partido muy mal conducido.
Demasiadas voces advirtieron a la directiva que la judicialización de temas políticos, en la reyerta de dos grupos históricos que nos destruyen, sería mas perjudicial que beneficiosa.
“Dios ciega a los que quieren perder”, se decía en la antigua Roma.
Hoy es igual. El afán, carente de todo realismo, de imponer la candidatura presidencial de la titular del partido, hace actuar a sus seguidores con la máxima insensatez.
Este nuevo bochorno, que como era de esperar, se le achaca a un periodista, tan cercano a Alvear como al propio Figueroa, no hace mas que poner la guinda en una torta que pareciera ser hecha por quienes solo quieren intoxicar a sus comensales.
Nuestra institucionalidad partidaria no resiste mas un juego de poder espurio entre quienes han mostrado el máximo desprecio por el bien común.
Se hace urgente un llamado inmediato a nuevas elecciones, que renueve nuestra conducción, para ponerla al servicio de todo el partido y no solo de un lote cuya finalidad principal es la aniquilación de su disidencia interna, olvidando que su rol debiera ser permitir que, dentro de las legítimas diferencias, en un grupo humano extenso y complejo, se usen las mejores capacidades de todos para enfrentar la tarea común.
Elecciones ahora y conformación de un Tribunal Supremo que represente lo mejor del partido y no a los representantes de los “lotes”, que hace sus fallos presumibles y abanderizados, es una exigencia que tiene hoy la Democracia Cristiana, si quiere reconcursar por el respeto de la ciudadanía, que dirigentes irresponsables nos han hecho perder de manera inexcusable.
Afortunadamente, aún hay dirigentes capacitados para esta tarea.
Por cierto, no deberán ser los actuales causantes de esta crisis profunda a la que nos han llevado.
Gabriel Ascencio Mansilla
Diputado por Chiloé y Palena
Castro, 23 de Diciembre 2008
Demasiadas voces advirtieron a la directiva que la judicialización de temas políticos, en la reyerta de dos grupos históricos que nos destruyen, sería mas perjudicial que beneficiosa.
“Dios ciega a los que quieren perder”, se decía en la antigua Roma.
Hoy es igual. El afán, carente de todo realismo, de imponer la candidatura presidencial de la titular del partido, hace actuar a sus seguidores con la máxima insensatez.
Este nuevo bochorno, que como era de esperar, se le achaca a un periodista, tan cercano a Alvear como al propio Figueroa, no hace mas que poner la guinda en una torta que pareciera ser hecha por quienes solo quieren intoxicar a sus comensales.
Nuestra institucionalidad partidaria no resiste mas un juego de poder espurio entre quienes han mostrado el máximo desprecio por el bien común.
Se hace urgente un llamado inmediato a nuevas elecciones, que renueve nuestra conducción, para ponerla al servicio de todo el partido y no solo de un lote cuya finalidad principal es la aniquilación de su disidencia interna, olvidando que su rol debiera ser permitir que, dentro de las legítimas diferencias, en un grupo humano extenso y complejo, se usen las mejores capacidades de todos para enfrentar la tarea común.
Elecciones ahora y conformación de un Tribunal Supremo que represente lo mejor del partido y no a los representantes de los “lotes”, que hace sus fallos presumibles y abanderizados, es una exigencia que tiene hoy la Democracia Cristiana, si quiere reconcursar por el respeto de la ciudadanía, que dirigentes irresponsables nos han hecho perder de manera inexcusable.
Afortunadamente, aún hay dirigentes capacitados para esta tarea.
Por cierto, no deberán ser los actuales causantes de esta crisis profunda a la que nos han llevado.
Gabriel Ascencio Mansilla
Diputado por Chiloé y Palena
Castro, 23 de Diciembre 2008
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