Congreso DC: éticamente mirando al futuro Jaime Escobar.
Y la DC se atrevió. En forma unitaria y fiel a su tradición, el partido logró aprobar importantes resoluciones en su histórico V Congreso Ideológico. Pese a los reiterados vaticinios alarmistas y pesimistas de sectores ligados a la UDI y RN, la Democracia Cristiana concluyó en forma ejemplar el encuentro, en el cual aprobó importantes resoluciones que tienen que ver no sólo con su perfil ideológico-doctrinario, sino con materias-país relacionadas con la economía, la educación, el trabajo digno, la familia, la justicia social, la ecología, el mundo juvenil, la bioética. Entre ellas destacando, por el masivo apoyo que le dieron los delegados, la decisión de corregir de manera profunda el modelo económico vigente, el fin al lucro en la educación, la derogación de la ley reservada del cobre y el impulso de una nueva Constitución.
Hay coincidencia en señalar a este congreso como uno de los más importantes en la historia del partido. Desde un inicio se respiró un nuevo aire en las 34 comisiones de trabajo. Al concluir, los mil 600 delegados estaban contentos con los acuerdos y el espíritu de camaradería y solidaridad que se observó en todo momento, no obstante las diferentes ópticas y sensibilidades sobre el país, además del complejo panorama político presente y ad portas de un evento eleccionario municipal bajo el síndrome de la próxima contienda presidencial. Los participantes y dirigentes estaban satisfechos porque debates como estos -serios y con altura- necesita el país en estos momentos de debilidades ante el drama de la pobreza, el desempleo, la droga y la exclusión política y las serias contradicciones sobre cómo hacer una nación más equitativa en medio de un neoliberalismo económico que restringe los derechos laborales y ahonda la brecha entre ricos y pobres.
Por estas razones, muchos coinciden en que la DC no sólo se la jugó a fondo por avanzar en medio de las dificultades sino que logró ver y analizar lo que sí importa a la gente y al país, teniendo presente documentos con contenidos y palabras sencillas pero cargadas de vivencias reales, sin temores ni obstáculos y, felizmente, alejados de los entornos del poder político, económico, eclesiástico u otros que siempre dificultan la sana pluralidad y el libre ejercicio democrático en medio de la diversidad de ideas y propuestas. Sin duda, el congreso recogió el genuino espíritu de los fundadores del partido. Ése era también el objetivo doctrinario, político y social de hombres notables como Frei Montalva, Tomic, Gumucio, Leighton, Garretón, Rogers, Castillo, Orrego, Palma y otros tantos visionarios que pensaban y soñaban a una DC como un partido al servicio de las mayorías pobres y excluidas, con un esquema de economía con rostro humano, en contraposición a un capitalismo que considera al hombre como una mercancía más. Éste era el sustento ético y humanista de los que llevaron adelante la "revolución en libertad" y la "marcha de la patria joven" en los 60.
Es de esperar que estas resoluciones que emanaron del cónclave DC sirvan a otros partidos de la Concertación, porque estas ideas y la búsqueda de una praxis política más justa y humana es lo que una gran mayoría del país no militante busca y espera de sus líderes políticos. Las encuestas indican una y otra vez que tanto los partidos como los parlamentarios van perdiendo credibilidad ante la opinión pública, debido a que las promesas de los "políticos" en campaña no se cumplen, el valor de la palabra y la solidaridad casi no valen y a que muchos están en cargos directivos no por vocación de servicio cívico, sino por conveniencia personal, todo ello agravado por no pocos signos de corrupción en variadas áreas de la administración del Estado.
Al mundo político, académico, juvenil y cristiano, como a toda persona de buena voluntad, este Congreso Ideológico de la DC nos deja una gran esperanza. Cómo no cuando la presidenta del partido dijo sobre el traumático Transantiago y en presencia del ministro René Cortazar: "No queremos esquemas tecnocráticos deshumanizantes que generan errores que lamentamos". O la lúcida reflexión del senador Zaldívar cuando sostiene: "Esta Concertación se ha alejado de la gente es una ignominia que personas que dejan de ser ministros o parlamentarios a los 30 días entran a las grandes empresas, donde hacen lobby para proteger a los grandes empresarios".
La DC en su Congreso por fin se atrevió a decir en voz alta que el compromiso político supone la valoración positiva de la acción política. Retoma su conciencia fundacional en cuanto a que la tarea social con la que se compromete tiene un valor en sí. Coincide con otras fuerzas progresistas respecto de que el modelo económico neoliberal es incapaz de solucionar la brecha entre ricos y pobres, y no soluciona sino que agrava la pobreza y la inequidad, alejándose del bien común que conduce a la justicia y la paz.
Hay coincidencia en señalar a este congreso como uno de los más importantes en la historia del partido. Desde un inicio se respiró un nuevo aire en las 34 comisiones de trabajo. Al concluir, los mil 600 delegados estaban contentos con los acuerdos y el espíritu de camaradería y solidaridad que se observó en todo momento, no obstante las diferentes ópticas y sensibilidades sobre el país, además del complejo panorama político presente y ad portas de un evento eleccionario municipal bajo el síndrome de la próxima contienda presidencial. Los participantes y dirigentes estaban satisfechos porque debates como estos -serios y con altura- necesita el país en estos momentos de debilidades ante el drama de la pobreza, el desempleo, la droga y la exclusión política y las serias contradicciones sobre cómo hacer una nación más equitativa en medio de un neoliberalismo económico que restringe los derechos laborales y ahonda la brecha entre ricos y pobres.
Por estas razones, muchos coinciden en que la DC no sólo se la jugó a fondo por avanzar en medio de las dificultades sino que logró ver y analizar lo que sí importa a la gente y al país, teniendo presente documentos con contenidos y palabras sencillas pero cargadas de vivencias reales, sin temores ni obstáculos y, felizmente, alejados de los entornos del poder político, económico, eclesiástico u otros que siempre dificultan la sana pluralidad y el libre ejercicio democrático en medio de la diversidad de ideas y propuestas. Sin duda, el congreso recogió el genuino espíritu de los fundadores del partido. Ése era también el objetivo doctrinario, político y social de hombres notables como Frei Montalva, Tomic, Gumucio, Leighton, Garretón, Rogers, Castillo, Orrego, Palma y otros tantos visionarios que pensaban y soñaban a una DC como un partido al servicio de las mayorías pobres y excluidas, con un esquema de economía con rostro humano, en contraposición a un capitalismo que considera al hombre como una mercancía más. Éste era el sustento ético y humanista de los que llevaron adelante la "revolución en libertad" y la "marcha de la patria joven" en los 60.
Es de esperar que estas resoluciones que emanaron del cónclave DC sirvan a otros partidos de la Concertación, porque estas ideas y la búsqueda de una praxis política más justa y humana es lo que una gran mayoría del país no militante busca y espera de sus líderes políticos. Las encuestas indican una y otra vez que tanto los partidos como los parlamentarios van perdiendo credibilidad ante la opinión pública, debido a que las promesas de los "políticos" en campaña no se cumplen, el valor de la palabra y la solidaridad casi no valen y a que muchos están en cargos directivos no por vocación de servicio cívico, sino por conveniencia personal, todo ello agravado por no pocos signos de corrupción en variadas áreas de la administración del Estado.
Al mundo político, académico, juvenil y cristiano, como a toda persona de buena voluntad, este Congreso Ideológico de la DC nos deja una gran esperanza. Cómo no cuando la presidenta del partido dijo sobre el traumático Transantiago y en presencia del ministro René Cortazar: "No queremos esquemas tecnocráticos deshumanizantes que generan errores que lamentamos". O la lúcida reflexión del senador Zaldívar cuando sostiene: "Esta Concertación se ha alejado de la gente es una ignominia que personas que dejan de ser ministros o parlamentarios a los 30 días entran a las grandes empresas, donde hacen lobby para proteger a los grandes empresarios".
La DC en su Congreso por fin se atrevió a decir en voz alta que el compromiso político supone la valoración positiva de la acción política. Retoma su conciencia fundacional en cuanto a que la tarea social con la que se compromete tiene un valor en sí. Coincide con otras fuerzas progresistas respecto de que el modelo económico neoliberal es incapaz de solucionar la brecha entre ricos y pobres, y no soluciona sino que agrava la pobreza y la inequidad, alejándose del bien común que conduce a la justicia y la paz.
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