¿Y cuál es el máximo ético?....M.Verdugo.
Cuando el país se debate en la polémica levantada por las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Alejandro Goic, respecto a la existencia de un salario mínimo ético de $250 mil mensuales versus los $144 mil fijados por ley hace poco, nadie parece reparar con la suficiente fuerza en el otro salario que está en la balanza.
Se trata de los sueldos “máximos” que ganan algunos ejecutivos, deportistas, artistas. Efectivamente lo sabido a través de diversos rankings o informaciones de los medios respecto a ingresos, nos hablan de estratosféricos pagos que violentan la conciencia de cualquiera que piensa el mundo desde una perspectiva social y cristiana.
Dietas parlamentarias millonarias; pagos por asistencia a directorios estrepitosos; pagos por participación en campeonatos de tenis, fútbol, basketball, golf que bien pueden solventar la vida de familias enteras de principio a fin; gastos en frivolidades y/o excentricidades mientras cientos de miles se mueren de hambre (primer hotel en el espacio, carteras y zapatos de más de un millón de pesos; vehículos carísimos, yates llenos de lujos, etc.) Este es el mundo que hemos creado y que la elite política y económica pretende se mantenga inalterable por los siglos de los siglos.
Tremenda lección que nos vuelve a dar la iglesia, institución milenaria que por lo mismo tiene bastante de sabiduría, aunque resulte imposible olvidar algunos períodos de horrores.
Mientras nuestros políticos se debaten en el miserable debate público del día a día (Transantiago, mapas limítrofes, diferencias entre ministros, peleas internas de los partidos), ella piensa en la miseria real, en la que viven millones de chilenos, ella pone uno de los temas que importan a nuestro pueblo.
Menos del 20% de los chilenos dicen sentirse representados por los partidos políticos, y éstos se ponen a buscar las razones de tanto descrédito. Pero como dicen “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, y eso es lo que pasa con nuestros políticos. No ven que la ciudadanía está cansada de sus peleas mezquinas, de su tremenda ignorancia, de su frivolidad, de su frescura.
Como en la mayoría de los temas que sí importan, ellos aparecen con discursos simplistas, que no van a la raíz del problema: el país y el mundo que hemos creado de injusticia, de disvalores, de abusos, de rapiña en despoblado.
En este feo panorama los sueldos excesivos resultan a ojos del pueblo “ofensivos” tal como lo dijera el nuevo entrenador de la selección nacional, el argentino Marcelo “Loco” Bielsa. Y, como sabemos, los locos y los niños dicen la verdad.
Myriam Verdugo. Consejera PDC
Se trata de los sueldos “máximos” que ganan algunos ejecutivos, deportistas, artistas. Efectivamente lo sabido a través de diversos rankings o informaciones de los medios respecto a ingresos, nos hablan de estratosféricos pagos que violentan la conciencia de cualquiera que piensa el mundo desde una perspectiva social y cristiana.
Dietas parlamentarias millonarias; pagos por asistencia a directorios estrepitosos; pagos por participación en campeonatos de tenis, fútbol, basketball, golf que bien pueden solventar la vida de familias enteras de principio a fin; gastos en frivolidades y/o excentricidades mientras cientos de miles se mueren de hambre (primer hotel en el espacio, carteras y zapatos de más de un millón de pesos; vehículos carísimos, yates llenos de lujos, etc.) Este es el mundo que hemos creado y que la elite política y económica pretende se mantenga inalterable por los siglos de los siglos.
Tremenda lección que nos vuelve a dar la iglesia, institución milenaria que por lo mismo tiene bastante de sabiduría, aunque resulte imposible olvidar algunos períodos de horrores.
Mientras nuestros políticos se debaten en el miserable debate público del día a día (Transantiago, mapas limítrofes, diferencias entre ministros, peleas internas de los partidos), ella piensa en la miseria real, en la que viven millones de chilenos, ella pone uno de los temas que importan a nuestro pueblo.
Menos del 20% de los chilenos dicen sentirse representados por los partidos políticos, y éstos se ponen a buscar las razones de tanto descrédito. Pero como dicen “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, y eso es lo que pasa con nuestros políticos. No ven que la ciudadanía está cansada de sus peleas mezquinas, de su tremenda ignorancia, de su frivolidad, de su frescura.
Como en la mayoría de los temas que sí importan, ellos aparecen con discursos simplistas, que no van a la raíz del problema: el país y el mundo que hemos creado de injusticia, de disvalores, de abusos, de rapiña en despoblado.
En este feo panorama los sueldos excesivos resultan a ojos del pueblo “ofensivos” tal como lo dijera el nuevo entrenador de la selección nacional, el argentino Marcelo “Loco” Bielsa. Y, como sabemos, los locos y los niños dicen la verdad.
Myriam Verdugo. Consejera PDC
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