sábado, agosto 18, 2007

“Nuevo trato” y encrucijadas....Antonio Cortés

“Sin reforma educacional y previsional es muy probable que la Concertación se venga abajo”. Este juicio de don Patricio Aylwin sintetiza con bastante precisión una opinión generalizada en buena parte de los cuerpos dirigentes de la coalición.
En el fondo, programáticamente ambas reformas se ven como el mínimo necesario a cumplir por el gobierno y, a su vez, como el máximo posible y viable, habida cuenta de los tiempos que restan del mandato presidencial y de los engorrosos escenarios políticos existentes y previsibles.
Concentrar la obra de la Concertación y del gobierno para este período en esos dos macroobjetivos parece una decisión lúcida, realista y pertinente. Sin embargo, no es una estrategia de implementación fácil, básicamente por tres razones:
l implica redefiniciones o giros con grados de dificultades no menores; l anticipa una potencial conflictividad recurrente y variable al seno de la Concertación; l le confiere a la oposición una gran capacidad negociadora y, de hecho, le adjudica cuotas de poder condicionantes al accionar del gobierno.
La redefinición o giro principal consiste en la aplicación de una política permanente de búsqueda de acuerdos con la derecha. Situación a la que el gobierno estaría forzado, debido a un cuadro en el Senado que deja a la Concertación sin mayoría y en estado de constante incertidumbre.
Tal conducta sería una redefinición o giro, porque el gobierno hasta hace poco no se movía categóricamente bajo ese predicamento, pero también porque en la derecha no había disposición a ello.
En consecuencia, el giro del gobierno no tendría sentido si la derecha no asume un viraje propio. Pero, ¿tendrá la derecha el mismo interés y la misma urgencia para modificar sus conductas y allanarse a un “nuevo trato”? Sin duda que la oposición no es enteramente “libre”: está compelida por los costos sociales y electorales que puede significar una actitud intransigente y obstruccionista. Pero es obvio que para el gobierno es mucho más perentoria esa búsqueda de un clima de acuerdos.
Ahora bien, jugando con los cálculos políticos, resulta lógico pensar que la oposición no querrá limitar los diálogos negociadores a las dos reformas clave para la Concertación, sino que pretenderá extenderlos a áreas relevantes para ella. Y si las cosas se plantean de esa manera, el gobierno no tiene mucho espacio para resistirse a esa demanda. Es decir, no tendría mucho espacio para evitar ser relativamente condicionado por la derecha.
Lo anterior vendría a configurar el sustrato del “área de obstáculos” para plasmar el “nuevo trato”. Y, a partir de ese sustrato, se abriría el “área dramática” del asunto.
En efecto, cabe conjeturar que los campos que la derecha querrá incluir en los negocios serán aquellos que apuntan, en términos gruesos, a tres propósitos:
l Participación mayor en los nombramientos en esferas del Estado. l Ampliación de medidas inhibitorias para el gobierno durante el curso de eventos electorales. l Anulación o morigeración de las propuestas más “progresistas” incluidas en las dos reformas emblemáticas (y en otras).
Salta a la vista que, si estas previsiones se dan, son insoslayables preguntas como: ¿Qué dirán los partidos y los parlamentarios de la Concertación? ¿Estarán dispuestos a una estrategia negociadora con ese cariz? ¿Una estrategia tal no sería un aliciente para la “discolocidad” y una nutriente para la sumatoria de los díscolos?
En términos estrictos de racionalidad política, el gobierno no tiene más camino que el de la negociación con la derecha para asegurar la concreción de sus puntos programáticos más relevantes. Es cierto que ello implica sobredimensionar el poder de la derecha, pero nunca al nivel que se vería sobredimensionado si ambos proyectos se frustran o se licuan hasta un extremo gatopardista.Como la racionalidad política no campea hoy en todos los grupos y personalidades de la Concertación, se puede sospechar que, para lograr ambas reformas por esa vía, el gobierno deberá prepararse para enfrentar encrucijada tras encrucijada que le irán tendiendo disidencias concertacionistas.