lunes, agosto 13, 2007

La fascinación del horóscopo....Marc Auge. Antropólogo y etnólogo francés, autor de "El tiempo en ruinas".

El arte de predecir el futuro siempre ha existido. Los hombres, de hecho, tienen la necesidad de interrogarse sobre lo que sucederá, dado que tienen miedo del imprevisto y de la casualidad, dos modalidades que siempre nos ponen en dificultad, por cuanto representan aquello que nos es desconocido y que se nos escapa de las manos. Frente a la realidad, esperamos siempre que los hechos tengan un sentido, evitando que se nos presenten como imprevistos y casuales.
Quisiéramos tener la impresión de comprender y dominar todo lo que nos sucede. Recurrir a los astros ofrece esta ilusión y propone una explicación de lo que, de otra manera, podría aparecer como inexplicable.En el pasado, los horóscopos estaban presentes en las revistas semanales femeninas, en cuyas páginas dispensaban previsiones sobre los asuntos del corazón. Hoy el interés hacia este tipo de adivinación parece haber crecido. Estos están presentes por doquier, penetrando en muchas esferas de la vida pública y privada. Se ha sabido aun de hombres políticos y jefes de Estado que consultan los horóscopos para recibir orientación en sus decisiones. Estos hechos se originan probablemente en la difundida dificultad de pensar y concebir el tiempo futuro, especialmente el futuro próximo. La época en la que vivimos está dominada por un cierto desencanto del mundo y del fin de las grandes narraciones ideológicas.
Las promesas pasadas en propósito al porvenir, frecuentemente se revelaron como falacias.
Hoy, por lo tanto, es más difícil pensar en el mañana y proyectarse en el futuro. Y, en ausencia de una fe ideológica o religiosa organizada, el miedo a lo que nos espera se combina con la obsesión del futuro inmediato. He aquí que, en la inmediatez de lo cotidiano, los horóscopos se presentan como una posibilidad de gestionar el futuro inmediato a poco precio.Además de todo, necesitamos un mínimo de ritualidad para vivir. El horóscopo, que puede ser considerado el grado cero de la ritualidad y de la sacralidad, actúa en este sentido. La mayor parte de la gente no lo considera ciertamente una verdad revelada, pero encuentra en él -a veces con ironía o hasta negándole cualquier tipo de verdad- un medio para darse un mínimo de seguridad en el ámbito de la vida cotidiana. No es casualidad que los horóscopos hablen acerca del amor, del dinero y de la salud. En un mundo en donde los individuos luchan contra la soledad y tienen frecuentemente necesidad de asistencia psicológica, el horóscopo provee la ilusión de dominar la propia existencia. También porque generalmente éstos son redactados de manera muy astuta.
Son vagos y casi siempre alentadores, no anuncian nunca desgracias precisas, alternando las promesas y las advertencias, haciendo apelación al eterno sentido común. En consecuencia, cada uno puede leerlos y encontrar en ellos lo que busca.A través de los horóscopos, el individuo es como si se dirigiera a una suerte de divinidad benevolente y alentadora que lo ayuda a gestionar la cotidianidad, siguiendo el ejemplo de lo que sucede en las sociedades primitivas o también en el ámbito de la dimensión más popular de las religiones monoteístas (las medallas bendecidas que protegen, las oraciones para ahuyentar el mal de ojo, etcétera). Pero hay una diferencia fundamental. En las sociedades primitivas, los ritos sirven para interpretar los hechos y dar un significado a aquellos que están fuera de la normalidad: una enfermedad, un accidente, etcétera.
La interpretación sirve para reportar los hechos excepcionales en el interior de un orden normal de las cosas. Nada debe quedar incomprendido, se debe poder dar una explicación a todo, quizás a través de la intervención de un orden sobrenatural. Interpretando un evento, se lo desdramatiza, negándole implícitamente el carácter imprevisto e inexplicable. El horóscopo funciona de la misma manera con respecto al futuro inmediato. Quien consulta el horóscopo sabe que le acontecerán sucesos más o menos favorables, pero el hecho de estar prevenido le consiente de negar la sorpresa. El imprevisto futuro es algo así como neutralizado y, por ende, más fácilmente manejable. El individuo puede creer que controla lo que está por suceder.En realidad, no obstante esta ilusión, la convicción de que los astros tengan influencia sobre nuestra vida favorece un proceso de desresponsabilización. Los acontecimientos que nos tocan directamente ya no dependen de nosotros, sino de un orden natural trascendente que supera las responsabilidades individuales.Pero se debe decir que el mensaje de los horóscopos nunca es tan neto, ya que generalmente éstos apelan a la fatalidad pero al mismo tiempo invitan a reaccionar o a aprovechar una cierta situación.
En la práctica, hacen referencia a un orden y a su contrario, combinan el destino y la libertad, la generalidad y la individualidad. Y dado que dejan la posibilidad de interpretar el sentido de sus predicciones, cada individuo puede hacer el uso que desea de él.Si los horóscopos fascinan a tantas personas, es también porque hoy asistimos a una privatización progresiva de la reflexión acerca del sentido de la vida. En el mundo occidental, de hecho, prevalece la idea de que cada uno debe encontrar una respuesta individual a los interrogantes acerca de la vida, dado que las respuestas colectivas de orden político o religioso son menos difundidas y, de todas maneras, más débiles que en el pasado. La lectura del horóscopo -que implica siempre una suerte de autoconstrucción del argumento- va en esta dirección, consintiendo en dar un sentido inmediato a ciertos acontecimientos. Lo cual ya es una especie de respuesta pragmática a los interrogantes sobre el sentido de la vida.
En el horóscopo -como en las religiones, en las ideologías y en las supersticiones- se parte desde una totalidad que se cree conocer para deducir algunas verdades particulares. A diferencia de la ciencia, que no posee nunca un conocimiento o una verdad absoluta, la astrología se propone como un saber total, a partir del cual se piensa cada acontecimiento singular y se dan respuestas a cada problema en particular.La que viene a ayudarnos es una palabra externa que se alimenta de una autoridad que viene de los astros y da un saber que escapa a nuestro entendimiento, pero del cual, en un modo u otro, podemos confiar. Poco importa de dónde proviene exactamente esta palabra de autoridad. No es necesario conocer los secretos de la astrología para creer. Lo importante es que la autoridad sea postulada. Como en cualquier sistema simbólico, es necesario crear una relación entre el individuo y el universo de referencia, haciendo que tal relación sea portadora de sentido. Exactamente como sucede con la astrología, que no por casualidad se inscribe en la difundida nostalgia por el saber y las cosmologías antiguas.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

nose si estará en la lista pero yo ya tengo mi web de horóscopos y cada día me hice el hábito de entrar a leer mi signo; y en cuanto al artículo estoy de acuerdo, necesitamos una mínima seguridad que podemos controlar nuestro destino, y nada mejor que un horóscopo para eso, de todas formas no deja de ser, por lo menos para mí, un entretenimiento, sé muy bien que no me determina

22 marzo, 2009 15:01  

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