miércoles, agosto 08, 2007

Las organizaciones ciudadanas marginadas de la televisión chilena ...Jorge Cisterna....

La naturaleza y papel de la televisión pública en nuestra sociedad ha vuelto a estar en el debate público. Sin embargo, mientras unos reducen dicho debate al ámbito de TVN, otros han hecho notar que toda la televisión abierta es de naturaleza pública y desempeña un papel público, independientemente de quienes sean propietarios de la personalidad jurídica que dispone de la concesión de señal de emisión. A su vez, no dejan de reemerger cada cierto tiempo, los debates sobre los contenidos de la TV y la participación en la política activa de sus directivos. Tampoco se puede pasar por alto el debate sobre la norma técnica a regir el espacio televisivo digital, asunto que por carecer la opinión pública de conocimientos previos ha resultado más bien propiedad de la elite.
Pero como sucede con relación a diversos ámbitos de la realidad nacional, hay temas relevantes que no tienen cobertura en los medios y, precisamente, ese hecho nos interpela a preguntarnos: ¿Cuáles son los temas y actores que configuran esta realidad nacional que percibimos en la TV abierta?
No es necesario citar innumerables estudios para darnos cuenta de lo que casi todos los chilenos percibimos todos los días en esta realidad que nos trasmite la TV abierta. Por lo general, matinales de farándula con entrevistas de calle, entre las noticias de la mañana y las del mediodía, para seguir con las telenovelas hasta las noticias de las 21:00 horas. Después, según el día, farándulas, unas pocas películas y a lo más un par de reportajes en la semana. Programación que solo es interrumpida cuando hay eventos futbolísticos. En promedio, no más de un programa de debate sobre temas públicos por canal.
En la noticia nacional, los actores centrales son los deportistas, los accidentados y los delincuentes. En el poco espacio que queda para los restantes temas de “interés público”, los actores son, por supuesto la Presidenta, los líderes de los partidos, los parlamentarios que hacen una denuncia o los que emitieron un pronunciamiento discordante con el de su coalición. Quienes llevan la representación del interés popular son los conductores de programa o los afectados entrevistados y editados, que tuvieron la suerte de salir en la tele.
Fuera de la noticia, los actores centrales que configuran esta realidad mediática son los productos publicitados, los personajes de telenovelas y los conductores de programación con sus farandulescos invitados.
Los representantes de “los diversos nosotros” que configuran nuestra comunidad nacional, han sido sustituidos por estos personajes que nos presentan y representan problemáticas que corresponden a la voluntad de lucro y poder del propietario del canal. “Esta realidad producida” por el canal ha sustituido a “la realidad que vivimos y realizamos como comunidad”.
Las organizaciones ciudadanas han sido marginados del espacio comunicacional público, se ha mermado el reconocimiento social a su labor y el afán y actividad de sus organizaciones no se difunde en los medios. Los movimientos sociales solo en la medida que provocan desmames disponen de la oportunidad de aparecer en la noticia. Es así como, los líderes de las centrales y federaciones sindicales, estudiantiles y gremiales figuran en las pantallas al interior de nuestros hogares, menos que en la década de los 80, cuando vivíamos en dictadura.
Independientemente de la afectación que cada quien tenga ante esta evidencia, estamos ante una realidad que nos muestra que las organizaciones ciudadanas, incluyendo partidos políticos, han dejado de ser un factor de articulación, representación y conducción social.
Los medios de comunicación y su prensa han pasado a hacerse cargo de la relación entre la ciudadanía y la autoridad y de la cohesión social que requiere el funcionamiento del sistema. ¿Serán capaces de mantenerla, en un posible escenario futuro, en que caigamos en una recesión económica similar a las que hemos tenido en diversas ocasiones del pasado?
La realidad contingente de nuestro hogar, del lugar en que trabajamos, de los ambientes de la ciudad que recorremos, es la que observamos, olemos, escuchamos y palpamos con nuestros propios sentidos. Un poco más allá, las que nuestros familiares y amigos nos cuentan que están percibiendo; el resto de la realidad contingente, la que “existe” para todos los chilenos y la humanidad que no comparte con nosotros el día a día, es la que nos trasmiten los medios de comunicación masiva. De estas realidades, la que percibimos y comentamos en la comunidad de nuestro hogar, es la que nos impone la TV.