UNA DECISIÓN PROFUNDAMENTE ERRÓNEA
Los parlamentarios representan la soberanía popular y tienen por ello, el deber de no dejarse ordenar en su función legislativa. Inclusive la Constitución lo prohíbe expresamente, y la ley de partidos políticos lo sanciona con la pérdida de sus cargos y inhabilidades de las directivas partidarias y los órganos colectivos que adopten ese tipo de acuerdos.
Adolfo Zaldívar emitió su voto dentro del marco democrático y en ello no hay dolo alguno. Además lo respalda su fuerte arraigo partidario y una destacada carrera política. Se equivoca la Mesa del partido pues convierte una clara diferencia política en un cambulloneo seudo jurídico y disciplinario que nadie dentro y fuera del partido entiende.
El drama es más profundo, ya que al expresar claramente su posición negativa frente a una ley, que solo alarga el drama del Transantiago y el sufrimiento de millones de santiaguinos, Zaldívar se coloca en una posición de liderazgo ante un país que ve con consternación a una clase política y a una tecnocracia sorda ante este descomunal error gubernamental.
La transversal política, y mediática, salió este fin de semana con todo, echando mano a todo lo que encontró en su arsenal, inclusive la mentira, el insulto gratuito y los argumentos más rebuscados, usando el tremendo poder mediático de los medios de comunicación estatales y privados.
Pero, la realidad manda, y les guste o no, los sólidos argumentos que Zaldívar expuso para fundamentar su voto permanecen vigentes y encuentran adhesión ciudadana.
Muchos democratacristianos y ciudadanos nos preocupa que la actual directiva partidaria persevere en su error. Instamos a que retire de inmediato su presentación, llena de resquicios y leguleyadas, porque tienen la mala conciencia de que están en falta jurídica. Esta presentación al Tribunal de Disciplina pone en tensión no solo al partido sino a la institucionalidad democrática.
Quienes la redactaron no se atrevieron a sostener su argumentación primitiva de que Zaldívar no cumplió la orden de partido, pues saben que infringen la Constitución y las leyes. En cambio, inventaron una argumentación rebuscada y sofista que solo se sostiene en la imaginación de algunas cabezas calientes que se creen dueños del partido y árbitros últimos de nuestra convivencia interna.
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