lunes, junio 25, 2007

UNA DECISIÓN PROFUNDAMENTE ERRÓNEA

La Mesa de la DC ha tomado la decisión de pasar al tribunal de disciplina al Senador Adolfo Zaldívar. Con esto, se inicia un camino negativo para el partido y sobre todo, para la democracia en Chile.
Los parlamentarios representan la soberanía popular y tienen por ello, el deber de no dejarse ordenar en su función legislativa. Inclusive la Constitución lo prohíbe expresamente, y la ley de partidos políticos lo sanciona con la pérdida de sus cargos y inhabilidades de las directivas partidarias y los órganos colectivos que adopten ese tipo de acuerdos.
Adolfo Zaldívar emitió su voto dentro del marco democrático y en ello no hay dolo alguno. Además lo respalda su fuerte arraigo partidario y una destacada carrera política. Se equivoca la Mesa del partido pues convierte una clara diferencia política en un cambulloneo seudo jurídico y disciplinario que nadie dentro y fuera del partido entiende.
El drama es más profundo, ya que al expresar claramente su posición negativa frente a una ley, que solo alarga el drama del Transantiago y el sufrimiento de millones de santiaguinos, Zaldívar se coloca en una posición de liderazgo ante un país que ve con consternación a una clase política y a una tecnocracia sorda ante este descomunal error gubernamental.
La transversal política, y mediática, salió este fin de semana con todo, echando mano a todo lo que encontró en su arsenal, inclusive la mentira, el insulto gratuito y los argumentos más rebuscados, usando el tremendo poder mediático de los medios de comunicación estatales y privados.
Pero, la realidad manda, y les guste o no, los sólidos argumentos que Zaldívar expuso para fundamentar su voto permanecen vigentes y encuentran adhesión ciudadana.
Muchos democratacristianos y ciudadanos nos preocupa que la actual directiva partidaria persevere en su error. Instamos a que retire de inmediato su presentación, llena de resquicios y leguleyadas, porque tienen la mala conciencia de que están en falta jurídica. Esta presentación al Tribunal de Disciplina pone en tensión no solo al partido sino a la institucionalidad democrática.
Quienes la redactaron no se atrevieron a sostener su argumentación primitiva de que Zaldívar no cumplió la orden de partido, pues saben que infringen la Constitución y las leyes. En cambio, inventaron una argumentación rebuscada y sofista que solo se sostiene en la imaginación de algunas cabezas calientes que se creen dueños del partido y árbitros últimos de nuestra convivencia interna.