sábado, febrero 10, 2007

..DAÑINAS EXCLUSIONES...H.BOSSELIN...

La frase que repiten a menudo los presidentes de los partidos de la Concertación y otros dirigentes de ese conglomerado, en el sentido de que el nombramiento de los ministros, subsecretarios, intendentes, gobernadores, etc., corresponde a facultades privativas de la Presidenta de la República y por ello sería impertinente emitir juicios de ninguna especie cuando hace uso de las mismas, es una verdad a medias.
De acuerdo con la Constitución Política, los partidos no intervienen ni tienen participación de ninguna especie en los nombramientos referidos.
Con todo, desde el punto de vista político, de una alianza de gobierno, tales nombramientos requieren necesariamente contar con el apoyo y respaldo de los partidos que componen dicha alianza y para ello es menester que el gobierno interactúe, converse y dialogue con ellos. Si no se produce interlocución de ninguna especie entre la Jefatura del Estado y las colectividades políticas para esos nombramientos, no cabe la menor duda de que la coalición carecería de sentido, por cuanto los partidos no estarían cumpliendo sus funciones responsablemente.
Los últimos hechos relacionados con el ajuste en los gobiernos regionales y gobernaciones, apreciados conforme a las normas de la lógica, llevan a concluir naturalmente que en tales nominaciones necesariamente han participado de algún modo u otro las directivas de la Concertación, sin que resulte verosímil sostener que ellos estuvieron completamente al margen de los ajustes. Por el contrario, todo indica una completa correspondencia de acuerdo entre las directivas y la Presidencia de la República para efectuar los cambios mencionados, aunque uno de los presidentes de esos partidos haya expresado que la participación ha consistido en simples sugerencias. En todo caso, no es pecado político ni constituye falta, infracción o delito de ninguna especie —ni moral ni legal—, bregar por designaciones o nominaciones correctas en los cargos más elevados de la República, en partidos que forman parte de un pacto de gobierno. Por el contrario, ello es lo más natural, lógico y normal.
Lo que sucede a nuestro modo de entender es otra cosa que no se quiere ver: la Concertación no está funcionando satisfactoriamente, entre otras razones, dado que no se está tomando en cuenta en las resoluciones políticas la existencia de la totalidad de los partidos propiamente tales, ni menos se está ponderando una realidad, cual es que al interior de ellos existen corrientes y tendencias que deben ser tomadas en consideración para no generar un cuadro crítico de desafección o alejamiento. El buen criterio y la sana prudencia así lo aconsejan.
Las exclusiones sociales y/o políticas son dañinas para las sociedades, generan fracturas muy difíciles de recomponer y producen conflictos permanentes, donde las odiosidades personales destruyen completamente el sentido de comunidad, de pertenencia, de formar parte de una misma asociación.
Es ceguera política y necedad infinita no ver las dinámicas conflictivas que se alientan cuando se excluye a sectores o tendencias políticas determinadas. Hay que velar por el bien común. Ese es el norte.
Las políticas de exclusiones sirven sólo para sembrar vientos y después terminar cosechando tempestades. Cuando hay sistemáticas exclusiones, segregaciones y discriminaciones, por cierto, no existe voluntad de escuchar, de dialogar y encontrarse racional y afectivamente, sino que únicamente propósitos de vivir en conflictos permanentes.