lunes, febrero 05, 2007

..ADJUNTO DCTO...YA ENVIADO...FORTUNATTI, BALBONTIN,FUENTEALBA,LEMAITRE,..Y OTROS...

LA DEMOCRACIA CRISTIANA EN ESTE MOMENTO CRUCIAL
Demandas y desafíos
El actual debate nacional
Los meses recientes han sido duros para el Gobierno, para la Concertación y para la Democracia Cristiana. Paradójicamente han sido benéficos para la gente, para el hombre y la mujer comunes, para el crecimiento y desarrollo del país –que ha permitido lo anterior–, y también para la Presidenta de la República, que mantiene su alta adhesión, mientras baja el apoyo a los partidos políticos, fenómeno ya clásico en Chile.
Esto permite muchas interpretaciones y conclusiones, que no es del caso analizar aquí, aunque una resulta aleccionadora: la política como arte de gobernar se separa cada vez más del trabajo de los partidos y de sus militantes. La realidad demuestra que se puede hacer lo primero sin necesidad de los segundos. Quiérase o no, es una señal peligrosa para el desarrollo y la maduración de una democracia representativa. Una luz amarilla que llama la atención de los auténticos demócratas en tiempos de fuerte concupiscencia del poder.
Es evidente que ningún análisis sobre la situación actual de la Democracia Cristiana, sus perspectivas futuras o medidas correctoras, puede hacerse, sin considerar el contexto nacional de ayer y hoy, y, de cara al futuro, las motivaciones de cada sector. No es el espíritu de este planteamiento hacer un juicio de valor sobre lo hecho. Esto, sin desmerecer que todos los democratacristianos somos responsables de la Democracia Cristiana, pero que cada uno lo es en sus posibilidades de actuación. Que los partidos tienen las autoridades que se merecen. Que éstas son, finalmente, las responsables de imprimirle estilo al quehacer de la colectividad; una suerte de alma y vocación inherentes al trabajo político.
A nuestro modo de ver, el contexto en que se desenvuelve la acción de la Democracia Cristiana ha estado marcado por tres circunstancias principales: primero, por el debate sobre la corrupción; segundo, por la relación del partido con el gobierno; y tercero, por las tensiones internas de la Concertación.
La pesada sombra de la corrupción
Lo hemos sostenido en innumerables ocasiones, especialmente cuando combatimos la descomposición moral provocada por la dictadura. Pero también lo hemos dicho durante los últimos diecisiete años: nuestro deber es hacer del servicio público un servicio y jamás una prevaricación. Gracias a esta advertencia, ha sido posible mantener las virtudes públicas como parte esencial de nuestra convivencia interna. Sin embargo, creemos que si bien la autoridad partidaria ha actuado de manera estricta en los casos pertinentes, no lo ha hecho con todo el rigor requerido ni en todos los casos. Por respeto a los miles de militantes honestos es necesario un acto de desagravio a ellos, como la expulsión de quienes han delinquido. Somos concientes de que las sanciones administrativa y judicial se fundan en normas y procedimientos propios. Demandamos igual reconocimiento para las normas y procedimientos amparados en los principios éticos del partido.
La relación del PDC con el Gobierno
Debemos asumir que somos partido de gobierno, sea cual fuere la militancia de los presidentes de Chile, e independientemente de los casos extremos de conflicto y de controversias legítimas que provoque cada iniciativa política. Esta relación, que creemos indispensable, ha de ser mejorada en dos sentidos. Por una parte, el Gobierno debe comprender, en todos los niveles, que su papel colegislador y dueño exclusivo de algunas iniciativas, debe considerar la opinión de los parlamentarios. Sus miembros, en todos los niveles, deben entender que hay un mínimo respeto y preocupación por la coordinación con ellos, porque, de otra forma, su presencia e influencia se verán disminuidas y, al final, será la Concertación la que se verá vulnerada.
El Gobierno regional debe asumir una actitud que promueva el trabajo en equipo con los representantes populares de la Concertación, y abordar todos aquellos temas que revelan un déficit evidente de coordinación entre ambas instancias, tanto nacionales, como regionales o provinciales.
Por otra parte, los partidos –y muy especialmente la Democracia Cristiana– deben asegurar la disciplina interna para poder exigir reciprocidad del Ejecutivo en torno a proyectos o áreas de suyo cruciales para el país. Es necesario armonizar los intereses de la coalición con los partidarios y personales, pero jamás permitir que se actúe en virtud de una derrota anunciada, o de la fatal imposibilidad de corregir errores.
Por cierto, para lograr esta mutua colaboración, es indispensable fijar las expectativas que tiene la Democracia Cristiana, y explicar claramente los temas que a ésta le interesa incorporar a la agenda de la Concertación y del Gobierno....LA TOTALIDAD DEL DCTO.LO ENVIO POR CORREO PRIVADO A TODOS LOS USUARIOS DEL BLOG......AGRADECIDO.