Congreso Nacional: la sociedad v/s las sociedades. ÁLVARO CASTAÑÓN
La
vilipendiada política, y todos sus aún más vilipendiados políticos. Es la
percepción ciudadana, los movimientos sociales, y en general, un sentimiento de
rechazo el que tiene hoy a nuestro sistema político pasando momentos de
infelicidad y especulación.
Pero
nuestra clase política no es la víctima de ésta historia, muy por el contrario,
son ellos quienes poseen en gran medida la culpa de que la ciudadanía hoy les
está perdiendo la confianza. Se agotó la paciencia de muchos, y hoy se vive la
democracia a concho, con cuestionamientos y fiscalizaciones, pero apuntando a
una finalidad; un Chile mejor.
Los
temas energéticos, y más recientemente los asuntos relacionados con educación,
son sólo algunos ejemplos de conmoción social que ha tenido como ingrediente
conflictos de interés que han rondado a nuestro congreso. Pero nada es claro,
todo lo que se quiera investigar respecto al tema puede demorar meses, y costar
una gran inversión de tiempo. Claramente, en estos asuntos, la fiscalización no
está en manos de los ciudadanos, los que se han tenido que limitar a confiar o
a desconfiar en la transparencia.
Pero
hoy se da un paso más en pro de una mayor y mejor fiscalización ciudadana. La
Fundación Ciudadano Inteligente lanzó su aplicación el “Inspector de
Intereses”. Aplicación que hace una cuadratura de información respecto a lo
presentado oficialmente por los parlamentarios, mediante sus declaraciones de
intereses y patrimonio, y lo que en realidad se tiene; graficando donde están
sus intereses económicos declarados y no declarados. Además, se puede ver si
efectivamente se abstienen de promover o votar proyectos de la misma área donde
tienen intereses económicos, cumpliendo o no con la ley. Con ello podremos
saber de forma fácil donde existen alarmas de posibles conflictos de interés en
nuestro Congreso.
Los
resultados entregados por dicha aplicación son lamentables. Varios de nuestros
representantes no han comprendido que la confianza ciudadana se encuentra en un
estado de fragilidad, y al parecer tampoco están muy interesados en tener una
conducta intachable como para mejorarla.
Especialmente
preocupante puede resultar que hasta antes del Inspector de Intereses, nuestros
parlamentarios tenían 101 sociedades no declaradas. Es decir, teníamos 101
sociedades que pudieron ser objeto de conflictos de interés, pero no lo
sabíamos gracias a esta “omisión”.
Absolutamente
reprochable son situaciones como la del diputado José Antonio Kast, quien, de
43 sociedades, sólo tenía declaradas 11. Así también, del otro bando, tenemos
al diputado Juan Carlos Latorre con 14 sociedades, pero declaradas sólo 3. Son
más de treinta los parlamentarios que omitieron información en sus
declaraciones de interés y patrimonio. Leído de otra forma, son más de treinta
los parlamentarios que no cumplieron la ley.
¿Habrán omitido también cobrar las ganancias de más de una de esas
sociedades?
Desgraciadamente,
no cumplir la ley en estos temas significa muy poco. Pensemos: si con una
sociedad gano más de 2 millones de pesos al mes, y la multa que me pueden pasar
es un poco mayor a un millón y medio ¿al parecer infligir la ley sigue siendo
rentable?
En
muchos casos las cosas funcionan mejor a través de incentivos. Pues ha llegado
el momento de hacer reformas profundas a nuestra legislación, para incentivar a
los parlamentarios a ser más transparentes y mostrar públicamente que los
intereses de la sociedad están por sobre sus intereses particulares en
sociedades comerciales. No es mucho pedir, es simplemente que cumplan la ley,
la que hasta hoy no se ha venido cumpliendo.
Nuestra
democracia se fortalece con ciudadanos participativos, que se cuestionan y
toman decisiones. Pero no podemos olvidar como parte fundamental de un sistema
republicano a las instituciones públicas; debemos fortalecerlas, y en especial
lo deben hacer quienes nosotros elegimos para estar en ellas.
La
confianza –al igual que el amor, dicen- es un arbolito que necesita ser regado
día a día. No tengamos miedo de golpear la mesa y pedir más transparencia de
parte de nuestros representantes, es nuestro derecho y es un pilar fundamental
para la buena evaluación de nuestra clase política. Vamos por reformas, y vamos
por una ley que esta vez si se cumpla.(El Mostrador)
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